Cuidados

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—¿Estás seguro de que sabes lo que haces? —Aioria viendo a Deathmask trayendo consigo un botiquín de primeros auxilios

—¿Dudas? —inquirió a su vez sacando lo necesario.

—No es que uno vaya por la vida imaginando al sádico santo de Cáncer curando heridas —se burló Aioria

—¿Sádico? —lo cuestionó mientras mojaba un paño en solución salina—. No estoy ni cerca de serlo, pero conozco a alguien que sí.

Aioria estaba a punto de preguntar quien cuando el paño tocó su piel causándole un ligero picor en el brazo. Se olvidó de todo al ver a Deathmask tratar sus heridas.

Sabía que Deathmask podía ser bastante suave cuando se lo proponía —lo había sentido muchas veces en piel propia—, pero jamás imaginó verlo tan cuidadoso como en ese momento al tratar  las heridas que había recibido en su última misión.

Deathmask limpiaba y vendaba con un cuidado casi irreal. Aioria apenas podía sentir sus manos sobre su piel y aún así sus heridas eran perfectamente tratadas.

Detalló su rostro, normalmente marcado por el gesto frío y burlón qué solía tener, relajado y en absoluta concentración. Algo cálido de instaló en su pecho y sonrió. Deathmask lo miró de reojo, pero no dijo nada.

—Ya está —susurró terminando de sujetar la última venda—. Hay algunos cortes profundos, que seguro necesitaran cambiarse, eso lo haré yo, así que no te preocupes —le dio un beso en la frente.

—Gracias —sonrió ante el gesto—. Ahora dime ¿cómo aprendiste a tratar heridas?

—Bueno —se rascó la barbilla—. Son cosas que como santos debemos saber ¿no? —trató de restar importancia.

—Eso no fue lo que le dijiste a Afrodita cuando le pediste te enseñara —la voz seria de Shura se dejó oír mientras aparecía por la puerta, interrumpiendo. Su rostro sin dejar ver la burla que llevaban sus palabras—. Afrodita me pidió te trajera esto —mostró una bolsa con gasas y vendas. Supongo si las van a necesitar —sonrió viendo a Aioria—. Nos vemos —y tal como llegó se fue, como si su único propósito hubiese sido delatar al santo de Cáncer.

Deathmask gruñó en respuesta maldiciendo a su amigo. Aioria lo miraba esperando una explicación. Deathmask se incorporó lentamente y se giró hacia la cocina mientras decía:

—Si bueno, tal vez le pedí a Afrodita que me enseñara lo básico sabiendo tu natural don en meterte en problemas —su voz se perdía tras la puerta.

La risa de Aioria le llegó clara mientras él luchaba contra el rubor qué ahora teñía su rostro y comenzaba a preparar la cena.

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Creo no voy a poder evitar meter a Afrodita en todo, perdón

Flufftober 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora