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—¡Hola hija!— dijo la mujer tras el aparato

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—¡Hola hija!— dijo la mujer tras el aparato

—Hola ma
— sonrió un tanto incómoda —¿Cómo has estado?— la mayor se encogió de hombros

—Un poco preocupada por lo que tú hermana tiene que decirnos, e visto que estás con los Skabeches— ella asintio —tu hermano también te vio—

—Si...tengo ya unos días aqui nos invitaron a Cancún— sonrió

—Cancun, recuerdo que te invitamos a París y no quisiste ir— Rory rodó los ojos

—Tenia clases— se encogió de hombros —Ademas de que mi visa había vencido, esto fue un viaje dentro de México—

—Aun así no has venido a vernos— Rory suspiro —Te extrañamos—

—Y ustedes tampoco me han visitado a mi, desde hace tres años— respondió —No es un buen indicio de extrañar— hizo comillas con sus dedos

—Hemos estado ocupados, con la mudanza y el trabajo de tus hermanos— Rory asíntio en silencio la misma excusa

—Si entiendo, Lau dice que tengo dos asientos extra para mí graduación ¿Podrán venir?— su mamá pareció pensarlo y ver a alguien detrás de su propia computadora

—Si, muy probablemente tengamos que volver a CDMX por tu hermana— Rory mordió su lengua para no decir nada al respecto y termino asintiendo en silencio

Escucho la puerta de su cuarto ser tocada y luego abierta y un "¡Mi amor!" Conocido por ella llegó a sus oídos abrió mucho los ojos y se sonrojo

—¿Rory? ¿Quien te dijo así?— ella negó y agachó la cabeza

—Mi pareja— dijo obvia

—Aurora no me habías dicho que estás en unas vacaciones con tu novio, ¿Están solos? No deben estar solos llamaré a Lau— alzó la cabeza rápidamente

—Mis tíos saben de esto— dijo un tanto molesta

—¿Qué?— dijo quedándose quieta

—Saben que estoy aquí y saben que e viajado a Cancún antes para ver a mi novio y saben que él a viajado a Monterrey a verme saben quién es y les agrada al igual que a los demás— dijo molesta viendo como Millos se paraba en el umbral de la puerta.

—¿La familia ya lo conoce?¿Antes que nosotros? Rory ¿Por qué nos haces esto?—  dijo decepcionada

—Si estuvieran aquí como prometieron ya lo abrían conocido— y sin más colgó la llamada

Rory soltó un largo suspiro después de colgar la llamada. Estaba frustrada, aunque sabía que la conversación con su madre no iba a ir mucho mejor. Era una danza repetida entre las mismas excusas, las mismas promesas vacías y los mismos reclamos. Cerró los ojos por un segundo, intentando calmarse, cuando sintió una mano cálida sobre su hombro.

—¿Estás bien?— preguntó Millos con su voz suave, preocupado al ver la expresión tensa en el rostro de Rory.

—Sí, solo... mi mamá— respondió ella, sacudiendo la cabeza. —Siempre lo mismo. A veces pienso que ya ni les importa, pero luego hacen estas escenas como si yo fuera la que está fallando...— dijo con un tono de resignación.

Millos la abrazó suavemente, su cuerpo proporcionándole el consuelo que necesitaba. —No les des más vueltas. Ven, vamos a hacer algo más divertido— propuso, sonriendo con ese brillo juguetón en los ojos que tanto le gustaba a Rory.

—¿Qué tienes en mente?— preguntó ella, curiosa, intentando dejar atrás el mal sabor de la llamada.

—Vamos a la playa. Nos despejamos, disfrutamos del atardecer, y después cenamos algo rico. ¿Qué dices?— sugirió, dándole un beso rápido en la frente.

Rory lo miró, sintiendo cómo la tensión en su cuerpo comenzaba a ceder. —Suena perfecto. Necesito algo de aire fresco— respondió, finalmente sonriendo.

Ambos se cambiaron rápidamente y salieron del hotel en el que se hospedaban. El sol ya estaba empezando a bajar, pintando el cielo con tonos naranjas, rosas y violetas que se reflejaban en el agua cristalina del mar Caribe. La brisa cálida acariciaba sus rostros mientras caminaban por la orilla, el sonido de las olas llenando el silencio entre ellos de manera reconfortante.

—¿Sabes?— dijo Millos, rompiendo el silencio después de unos minutos. —No tienes que cargar con todo eso tú sola. Si necesitas desahogarte, yo estoy aquí—. Se detuvo un momento, girando para mirar a Rory directamente. —Sé que no es fácil lo que estás pasando con tu familia, pero no dejes que te hagan sentir culpable por vivir tu vida. Te mereces ser feliz, Rory— añadió, su tono lleno de cariño y comprensión.

Rory lo miró, y una pequeña sonrisa apareció en su rostro. —Gracias— murmuró, tomando su mano mientras continuaban caminando.

Llegaron a una parte más tranquila de la playa, donde casi no había nadie más. Millos extendió una manta que había traído consigo, y ambos se sentaron en la arena, mirando cómo el sol seguía bajando en el horizonte.

—Es hermoso— susurró Rory, apoyando su cabeza en el hombro de Millos. El cielo ahora estaba bañado en tonos rojizos profundos, mientras el mar parecía cambiar de color en respuesta al sol que desaparecía lentamente.

—No tan hermoso como tú— dijo Millos con una sonrisa traviesa, ganándose una ligera risa de Rory, que lo golpeó suavemente en el brazo.

—Eres tan cursi— dijo, aunque no podía evitar sentirse un poco más ligera con él a su lado.

—Bueno, si no puedo ser cursi con la persona que amo, ¿entonces con quién?— respondió él, girándose un poco para mirarla a los ojos.

Rory lo miró de vuelta, sintiendo su corazón acelerarse un poco. Había algo en la forma en que Millos la miraba, como si ella fuera todo lo que importaba en el mundo. Con él, siempre había esa sensación de ser vista, entendida, y querida sin reservas.

—Te amo— dijo Rory de repente, casi sorprendida por lo fácil que le salió la frase.

Millos sonrió, acercándose para besarla suavemente. —Yo también te amo, Rory. Más de lo que imaginas— respondió, su voz baja y sincera.

Se quedaron allí, abrazados bajo el cielo que ahora comenzaba a oscurecerse, las estrellas empezando a brillar tímidamente sobre ellos. La tranquilidad de la playa les proporcionaba un espacio perfecto para estar juntos, sin las preocupaciones del mundo exterior.

Después de un rato, Millos sacó de su mochila unos bocadillos que había comprado antes, y ambos comenzaron a picar mientras hablaban de cosas más ligeras, riéndose y disfrutando de la compañía del otro.

—¿Qué te parece si venimos aquí mañana?— sugirió Millos en algún punto. —Podemos alquilar una tabla de paddleboard o incluso bucear un poco. Sé que te encanta el mar— añadió con una sonrisa.

—Me encantaría— respondió Rory, emocionada ante la idea. —Pero solo si después podemos ir a comer tacos— bromeó, ganándose una carcajada de Millos.

—Trato hecho— dijo, levantando su mano para chocar los cinco con ella.

La noche avanzó, y la pareja disfrutó del simple placer de estar juntos, alejados de los problemas familiares y las preocupaciones. Por un momento, todo lo que importaba era el presente, la calma del mar y la calidez de estar junto a alguien que verdaderamente les importaba.

Al final, mientras se dirigían de vuelta al hotel, Rory sintió que, aunque su relación con su familia fuera complicada, con Millos a su lado, todo parecía un poco más fácil de sobrellevar.

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⏰ Última actualización: Oct 20 ⏰

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