Prólogo: El Demonio del Olvido

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El Infierno estaba plagado de criaturas nacidas de los miedos más oscuros y profundos de la humanidad. A lo largo de los eones, el miedo a la muerte, el hambre, la guerra, y otras pesadillas primordiales dieron forma a los demonios más poderosos. Entre ellos estaban los Jinetes del Apocalipsis, seres temidos incluso por los demonios menores. Pero, más allá de ellos, en las sombras que ni siquiera la luz del Infierno podía tocar, se encontraban los Demonios Primordiales, entidades antiguas y abismales, cuya mera existencia era suficiente para sacudir la mente más estable.

Y luego estaba él.

Un demonio nuevo, nacido de un miedo mucho más reciente, uno menos tangible pero cada vez más presente en la mente humana. Su nombre no estaba todavía grabado en la historia del Infierno, pero su poder ya se hacía sentir. Este demonio no había nacido del miedo a la destrucción, la muerte o el dolor, sino de algo más sutil: el miedo al olvido.

La humanidad, en su búsqueda desesperada de significado y propósito, temía la insignificancia. El miedo de que todo lo que hicieran, todo lo que construyeran, pudiera desaparecer sin dejar rastro, borrado de la memoria de todos, se había arraigado profundamente en el corazón de los hombres. El Demonio del Olvido se alimentaba de ese terror, de la angustia existencial de desaparecer sin haber dejado una huella.

Goku nació de esa inquietud. Al principio, su forma era pequeña y vaga, una presencia apenas perceptible en el vasto Infierno. No tenía la ferocidad instintiva de los otros demonios, ni la ambición desmedida de aquellos que solo buscaban destruir o dominar. Era tranquilo, casi apacible, observador. A menudo prefería estar solo, vagando por las vastas y desoladas tierras del Infierno, lejos de las batallas interminables que plagaban los otros dominios.

Sin embargo, había algo oscuro en su interior, un eco de una maldad fría y calculadora, una sombra de algo más siniestro. Era el rastro de su naturaleza, una ligera inclinación hacia la crueldad silenciosa, que a veces se manifestaba cuando sentía que su existencia estaba en peligro. Era allí donde esa parte de su ser, similar a la de un demonio, surgía, aunque reprimida, como una serpiente que se desliza en silencio antes de atacar.

A pesar de esta dualidad en su naturaleza, Goku no era abiertamente malvado. Su verdadero deseo era encontrar un propósito, una razón para su existencia, algo más allá de simplemente consumir el miedo de los humanos. Era, de alguna manera, más puro que muchos de los demonios a su alrededor. No buscaba el caos por el caos mismo, ni la gloria a través de la violencia. Simplemente quería existir, crecer y comprender su lugar en un mundo de monstruos y seres que lo superaban en fuerza.

Los otros demonios lo miraban con desdén o indiferencia. Para ellos, Goku no era más que otro demonio menor, insignificante, aún incapaz de representar una verdadera amenaza. Pero algunos, los más astutos, empezaban a notar algo extraño en él. Aunque su poder no era comparable al de los Primordiales, había algo en él que los inquietaba, una calma impenetrable, una ambición escondida bajo una capa de simplicidad.

Una noche, mientras deambulaba por una zona remota del Infierno, Goku se encontró con un grupo de demonios menores. Eran criaturas salvajes, irracionales, alimentadas por la simple necesidad de destruir. Sin mediar palabra, lo atacaron, creyendo que sería una presa fácil. Lo que no sabían era que, aunque no lo demostrara abiertamente, Goku poseía una fuerza comparable a la de los Jinetes. En un abrir y cerrar de ojos, los demonios se encontraron dispersos en el suelo, derrotados sin esfuerzo.

Goku, sin embargo, no disfrutaba de la violencia. No sonrió ni celebró su victoria. Simplemente los observó, sus ojos tranquilos, casi melancólicos. Había algo en él que los otros demonios no podían comprender: una tristeza silenciosa, un deseo de algo más que sobrevivir.

"¿Es esto todo?" murmuró para sí mismo, mirando sus manos. "¿Solo luchar y sobrevivir?"

No obstante, su camino ya estaba trazado. Sabía que en algún punto, tendría que enfrentarse a los Jinetes del Apocalipsis. No por odio o por sed de poder, sino porque era el destino natural de todos los demonios poderosos. A medida que los humanos temían más al olvido y su poder crecía, Goku se acercaba más a ese inevitable enfrentamiento.

Pero no estaba solo en su viaje. Aunque aún no lo sabía, su vida se cruzaría con seres que desafiarían sus creencias, que lo harían dudar de su propósito y lo llevarían a replantearse su existencia en un mundo donde solo los más fuertes sobrevivían.

-Fin del prólogo-

Que cosas no? casi 5 años sin publicar nada pero veremos que sale de esto que se me ocurrio.

El Demonio del OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora