3 de mayo de 1313
Aquel día, Deirdre había comprendido algo más sobre el amor y el sacrificio, pero también sobre el dolor del futuro que la aguardaba. Mientras miraba por la ventana de su hogar en Úlster, el viento gélido que soplaba desde el norte parecía susurrarle secretos, prometiendo aventuras y peligros. Su padre, Finn O'Sullivan, le aseguró que un matrimonio con el jefe del clan escocés que se había interesado en ella era la única salida a la pobreza que consumía a su familia. Las palabras de su padre resonaban en su mente: "Tus hermanos necesitan un futuro digno, y yo no puedo garantizarlo sin tu entrega." Aquella decisión, más que un sacrificio, era un acto desesperado de amor, un intento por ofrecer a su hermana Eilis y a su hermano Declan una vida mejor, lejos de la miseria que los mantenía cautivos en su realidad.
A pesar de su temor y de la decisión que la esperaba, Deirdre sentía que debía ir a Escocia, aunque casarse con aquel hombre no era parte de sus deseos.Desde su infancia había poseído el don de las visiones, destellos de un porvenir entrelazado con su destino.Ahora, esas visiones comenzaban a revelarle un misterio que la guiaba hacia Las Hihghlands, envolviéndola en una incertidumbre que no podía comprender del todo. La inquietud en su corazón resonaba con la leyenda de Deirdre y los hijos de Uisneach, por la cual ella recibió su nombre, una historia de amor prohibido y traición que había marcado a su pueblo, un eco de la lucha por el amor que también parecía acecharla.
Deirdre se apartó de la ventana, el recuerdo de las palabras de su padre aún seguía presente en sus pensamientos. Sabía que el tiempo se agotaba, así que se dirigió a su habitación para preparar sus cosas. Con manos temblorosas, recogió lo poco que poseía: un par de vestidos de lana, una manta tejida por su madre y un amuleto en forma de collar que había pertenecido a su hermana. Cada objeto le recordaba el calor de su hogar y el amor que siempre había sentido por su familia.
Mientras doblaba su ropa, sus pensamientos se agolpaban en su mente, cada uno más abrumador que el anterior. ¿Estaba realmente haciendo lo correcto? Pero la imagen de su hermana, su rostro iluminado por la esperanza, le daba fuerzas para continuar.
Poco después, tres guerreros del clan Morrison llegaron a la puerta. Eran hombres robustos, pero sus miradas eran frías y distantes. Uno de ellos, un hombre alto y de cabello oscuro llamado Ronan, le dirigió una mirada que la hizo sentir como un simple objeto en un trato, en lugar de la persona que realmente era.
—Debemos partir pronto —dijo con voz grave, como si discutieran un asunto trivial en lugar del destino que la aguardaba.
Con un nudo en el estómago, Deirdre bajó las escaleras y encontró a su padre esperándola en la entrada. Su mirada era dura, pero había un brillo de tristeza en sus ojos. Se acercó a ella y la abrazó con fuerza.
—Eres valiente, hija —murmuró— Recuerda que siempre estaré contigo, aunque la distancia nos separe.
Deirdre asintió, sintiendo que las lágrimas amenazaban con brotar.
—Prometo que haré todo lo posible para asegurar un futuro para nuestra familia —respondió, tratando de infundir confianza en sus palabras.
Cuando se separaron, su hermana Eilis apareció, con los ojos llenos de lágrimas. Se abrazaron con fuerza, sin palabras; el dolor de la despedida era palpable entre ellas.
—Te echaré de menos —sollozó Eilis—. Prométeme que volveremos a vernos.
—Lo prometo —aseguró Deirdre, aunque en su corazón sabía que el camino que se abría ante ella era incierto. El amor que sentía por su hermana era profundo y la idea de separarse de ella la aterraba.
Luego, se volvió hacia Declan, quien la observaba en silencio. A pesar de su juventud, su mirada era seria y comprensiva.
—Cuida de ella, Declan —le pidió Deirdre, sabiendo que él también tendría su carga que llevar.
—Lo haré, hermana —respondió él, y en su voz había una firmeza que le dio un poco de consuelo a Deirdre—. Y toma esto; tú también debes cuidarte —continuó, extendiendo la mano para entregarle una pequeña daga de madera hecha por él—. Te protegerá en el camino.
Con un último abrazo, Deirdre se separó de ellos, sintiendo que el peso de su decisión se hacía más ligero, pero a la vez más pesado. Se giró para mirar a sus hermanos una última vez, grabando la imagen de su hogar en su mente.
Al cruzar el umbral, el aire fresco de Úlster la envolvió, llevándose consigo parte de su angustia. Al llegar al claro, se encontró con los guerreros de Dubhán Morrison, quienes habían ofrecido un tributo a su padre, un acto que representaba no solo el valor de su vida, sino también la esperanza de un futuro mejor para su familia. Sin embargo, la atmósfera estaba cargada de desconfianza. Los hombres no mostraban ningún signo de empatía hacia su situación; sus rostros eran impasibles, como si su destino fuera solo un asunto más de negocios.
Junto a ellos vislumbró a un prisionero encadenado, que parecía haber sido capturado por el clan. Su mirada intensa la hizo sentir un escalofrío recorrer su espalda, pero no la miraba a ella; él estaba absorto en algo más. Deirdre notó que su atención parecía estar sutilmente enfocada en Eilis, quien se encontraba más cerca de la casa, ajena a la conexión que se estaba formando. La curiosidad comenzó a surgir en Deirdre; se preguntaba quién era realmente ese prisionero, de dónde venía y qué historia lo había llevado a esa situación. Aunque mantenido en cautiverio y destinado a acompañarles en su travesía, su presencia era un inquietante recordatorio de la inestabilidad y los conflictos por los que atravesaban los territorios irlandeses, escoceses e ingleses en los últimos años.
Mientras los guerreros se preparaban para partir, la emoción de lo desconocido la envolvía, llevándola hacia un camino lleno de posibilidades, aunque a costa de su propia libertad.
Echó una última mirada a su hogar, grabando cada detalle en su memoria: la chimenea humeante, el árbol que había plantado su madre, y el rincón donde solían reír juntos. Con un suspiro profundo, se giró y se unió al grupo, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.
El prisionero, aún encadenado, caminaba a su lado, y Deirdre no podía evitar preguntarse qué secretos ocultaba. Cada paso que daban la acercaba a su nueva vida y la intriga comenzaba a apoderarse de ella.
Así, con el peso de su decisión y la esperanza de un futuro incierto, Deirdre avanzó hacia su destino, lista para enfrentar lo que el mundo le tenía preparado al otro lado del estrecho.

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El Destino de un Corazón
RomanceDeirdre, una joven irlandesa, se encuentra en la difícil situación de tener que casarse con Dubhán Morrison, el jefe de un clan escocés, con el fin de asegurar un futuro digno para su hermana Eilis y su hermano menor, Declan. Sin embargo, antes de l...