El despertar

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Una mañana normal, el sol sale por el este y la luna le cede su posición como cada día hace. Sus pies se ponen en contacto con el frío suelo de madera clara que le da un toque de elegancia y luminosidad a la habitación. Sus ojos miel se empiezan a abrir con dificultad y mientras bosteza se dirige tambaleante a la cocina que se encuentra al final del pasillo.
Al abrir la puerta la ola de frío rompe contra Emiliy como lo hacen contra la arena en el mar. Sus zapatos resuenan marcando un ritmo rápido pero vivo. Tiene la sensación de que todos la miran, cosa que debería alagarla pero no, esas miradas no eran de asombro sino de desprecio. Aunque solo son impresiones suyas parecen muy reales. Anda con la cabeza mirando hacia el suelo.

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