Capítulo 21: La batalla de Haregon

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Lamia Scale fue avisado de la situación, por lo que no tardaron en ponerse en marcha. Con sus magos de clase S e incluso con su maestro, Jura Neekis, fueron a la ciudad portuaria de Haergon. El resto de aquellos del gremio que quisiese ayudar fue enviado a montar guardia en el puerto, mientras que el trío compuesto por Lyon Vastia, padre, el ex miembro del consejo mágico y ahora maestro, Jura, y un joven mago, de nombre Azla, vigilaban la entrada norte de la ciudad. Lyon estaba atento ante cualquier sospechoso que coincidiera con la descripción física dada, apenas aparezca el necromancer lo congelará en ese lugar. Jura también estaba atento, pues no descartó la idea de que el buscado intentará colarse usando algún disfraz. Mientras tanto, Azla hacía que todos los choferes detuvieran su transporte para revisarlo. Los ciudadanos de Haregon no entendían qué estaba sucediendo ¿Por qué estaban los de Lamia Scale actuando de ese modo? Algunos se negaban a colaborar a menos que le dieran una explicación satisfactoria, con el único efecto de atiborrar aún más las calles, especialmente cerca del puerto y en la entrada.

No eran del todo descabelladas las quejas de los civiles, en especial aquellos que debían seguir con sus jornadas laborales nocturnas, como los barcos que querían zarpar.

—Tengo problemas—dijo Azla a través de su lacrima de comunicación a sus compañeros. Una caravana de comerciantes insistía en pasar a través del control del joven mago sin detenerse.—¡Les digo que se detengan ahora mismo!

—Cálla, mocoso, no le debemos explicaciones a nadie—replicó uno de los caravaneros—, tenemos todos nuestros papeles, licencias y permisos en regla.

—Deben detenerse—insistió Azla.

—Ya te mostramos nuestros papeles, no hay ninguna discrepancia ni llevamos nada ilegal. No tienes motivo para detenernos—Entre lo que los caravaneros avanzaban, iban empujando fuera del camino al joven mago.

Allí estaba, oculto en ese grupo de una docena de caravaneros. Se había despintado la cara, pero los ojos, el cabello largo y canoso, el aspecto físico, todo coincidía con la descripción. ¿O solo era un anciano que reniega de su jubilación? Azla no supo distinguir, y para cuando Lyon y Jura llegaron con él, la caravana se fue.

—¿Estás bien, Azla?—preguntó Jura, intrigado al ver que su joven pupilo no tenía ninguna herida.

—Si, pero esos tipos se saltearon mi control.

—Los conozco—dijo Lyon, observando a la distancia a la caravana que marchaba—. Reconozco ese logo, son de Margaret Town, su jefe es un revoltoso cabeza hueca, y nunca sale de casa sin sus diez colegas.

—Espera ¿Dijiste diez?—preguntó Azla, sorprendido.

—Si, no recuerdo sus nombres, pero sé que son diez ¿Por?

—Si son diez colegas, más el líder once,—El joven mago hacía memoria, repasando en su mente cuántos sujetos estaban en esa caravana—pero había doce de ellos.

—¡Demonios, allí está!—gritó Lyon, señalando la luz de las antorchas de la caravana, estaban cerca de entrar a la ciudad.

Jura demostró porqué era un reconocido miembro del consejo. Ciertamente no estaba tan oxidado, pues tenía bastante trabajo últimamente. En apenas unos segundo, casi un minuto, usó su magia elemental para desplazarse por el terreno, acortando distancias entre él y la caravana. Pero cuando llegó al lado se encontró con una escena horrible: Once cuerpos yacían muertos en el suelo, todos con heridas de cortes. Uno de los caravaneros, precisamente el líder al que se refería Lyon, quiso alzar la mano cuando vio a Jura, pero la vida se esfumó de su cuerpo en ese instante.

Jura lamentó haber llegado demasiado tarde para ayudarlos. Y por puro impulso juntó sus manos para rezar. Justo llegó Azla, imitando los movimientos y la magia de su maestro, pero claramente siendo más lento y menos hábil.

Fairy Tail: El fenix de Ecna (2da temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora