"A veces, un accidente te lleva a donde deberías estar."
Heather Reed
𝐂𝐚𝐥𝐢𝐟𝐨𝐫𝐧𝐢𝐚, 𝐄𝐄.𝐔𝐔.
𝟷𝟿𝟾𝟸Patino hacia la salida, riéndome entre dientes por mi pequeña broma. "¡Los hice mirar!" Claro que lo hice. Estos chicos... no sé ni cómo se llaman, pero parecían sacados de un cartel de película o algo así.
El chico del piercing en el labio, me miraba con esos ojazos marrones que parecían querer decirme algo, pero... bueno, al final solo me devolvió el bolígrafo rosa.
Gracias por eso, desconocido.
En cuanto salgo del bar, la brisa fresca me golpea el rostro y me despeja la mente.
Lo necesito. Porque, aunque este rollo de trabajar patinando suena divertido, la verdad es que mi vida no es precisamente un paseo. Me pongo los audífonos y enciendo mi reproductor, suena Show Me How You Burlesque, de Christina Aguilera.
Patino entre las calles, esquivando a la gente, y me dejo llevar por el ritmo. Es lo único que me mantiene cuerda, de verdad.
El hospital está a unas cuantas cuadras, pero siempre me parece más largo el camino cuando voy a ver a la abuela. "Margaret Johnson, una luchadora", le dicen los doctores, pero para mí solo es mi abuela, la única familia que me queda. Y sí, ella es una luchadora, pero no sé cuánto más va a aguantar. El cáncer está ganando la batalla, aunque yo finja que no.
Cuando llego, el ambiente cambia. Las luces brillan frías y el olor a desinfectante me da un golpe en la cara. No importa cuántas veces venga aquí, nunca me acostumbro.
Dejo de lado los patines y los cambio por mis zapatos, porque no quiero que me miren como una loca por andar en ruedas por el hospital. Camino por los pasillos como si cada paso me pesara el doble.
Cuando entro en la habitación, ahí está. La abuela Margaret, con su cabello plateado y esa sonrisa que no se le borra ni siquiera en los días malos.
Aunque hoy, definitivamente, es uno de esos días malos.
—¿Heather? —su voz es débil, pero sigue siendo ella.
—Hey, abuela —trato de sonreír, aunque por dentro todo se me encoje—. Vine tan pronto como salí del trabajo. ¿Cómo te sientes hoy?
Ella me mira con esos ojos cansados, y siento que ya conoce la respuesta. No tiene que decir nada. Yo sé lo que va a pasar. Pero eso no significa que esté lista para escucharlo.
—Estoy bien, cariño. Solo un poco cansada.
Siempre es solo "un poco cansada". No importa cuántas veces lo diga, sé que me está protegiendo. La verdad es que ella está peor, mucho peor, pero sigue fingiendo para no hacerme sentir mal.
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Notas Secretas ; Tom Kaulitz
FanficTrabaja a tiempo completo en un café de los 80s, sirviendo batidos y rollos de canela mientras se desliza en patines, todo para pagar los medicamentos de su abuela enferma. Entre las cuentas, el hospital y su sueño casi imposible de ser médico, la v...