Capítulo 2

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¿Les digo la verdad? Desde que vi a ese chico me empezó a llamar la atención.

Un 14 de febrero, a la noche, él estaba en la cafetería, con una camisa blanca, pantalón de vestir negro y unas zapatillas blancas. Su pelo estaba algo desordenado.

Algo que no había notado la primera vez era que tenía varias cicatrices en su rostro, pero una cicatriz en particular era muy llamativa. Era una línea horizontal, bastante extensa que pasaba a lo largo de su nariz.

Pasaba su anillo de un dedo al otro, parecía nervioso. Llegó la Barista y le preguntó al chico que deseaba, él simplemente le contestó que todavía no había decidido que ordenar, ella asintió.

A la hora apareció una chica de baja estatura y piel pálida. Su cabello era corto, ondulado y oscuro, pero brillaba, tenía un recogido muy bonito. Llevaba puesto un vestido negro apretado al cuerpo con un tajo en la pierna derecha, era bastante elegante, el vestido le llegaba hasta los tobillos y ahi dejaba ver unas sandalias preciosas de tacón grueso que combinaban perfectamente con el vestido. Ella caminaba seria, con paso firme, parecía un poco molesta. Se dirigía hacia el chico.

–Perdón que demoré, me costó asimilar que quisieras hablar acá, prácticamente me arreglé para nada, ¿en una maldita cafetería, Alexander Masson? Explícame desde cuando te gusta el café. Hace 10 años te conozco y nunca, ¡pero nunca te gustó el café! –ella suspiró cansada, cerró los ojos y llevó una mano a su cabeza–. Los 18 están pegando bastante fuerte, por lo que vi –le dijo a Alexander.

–Silencio Daphne

Él la miró y le susurró algo, ella quedó sorprendida.

Estaba trabajando para un proyecto, verdaderamente concentrada, por cierto, pero escuchaba atentamente lo que pasaba a mi alrededor, incluida la conversación de los chicos al lado de mi mesa. Mis padres me dicen que soy buena escuchando, cuando me conviene claro.

Guardé mi laptop y colgué mi bolso. Salí de la cafetería y me dirigí hacia mi casa.
Era tarde, y yo había quedado con proyectos pendientes.

Todo esto de la universidad nueva y toda esa mierda me tenía muy agotada, necesitaba un poco de acción en mi vida.

Mi madre había hecho lo posible para que yo entrara a la mejor universidad de mi condado, era muy quisquillosa con el tema de mis estudios.

Llegué por fin a mi casa después de pedalear tanto. Pero para mi sorpresa, llegué justo en medio de una discusión de mis padres, entré incómoda y ellos lo notaron. Rápidamente pararon de discutir, en un silencio incómodo mamá se fue a la cocina y se sentó en uno de los taburetes de la isla de la cocina dándome la espalda, por otro lado, papá se tiró al sillón, suspiró e intercambiamos miradas.
Yo lo entendía, no era fácil convivir con una mujer cómo mamá, pero la amábamos y nos dejábamos mandar fácilmente por ella.

Subí a mi habitación, tiré mi bolso al sillón de mi cuarto y me tiré derrotada a la cama. Saqué mi celular del bolsillo de mi pantalón y me puse a ver una película o eso intenté, pero fácilmente caí dormida.
Tuve una sensación rara, fue como si mi almohada me estuviera consumiendo, como si mi sueño se hubiera acumulado después de tantas noches con insomnio y sin poder dormir bien. Mis párpados pesaban un montón y aunque lo intentara, no me podía resistir a ese sueño profundo.

Hubiera querido que el 14 de febrero, mis padres tuvieran una cena romántica o algo por el estilo, pero así no pasó.
Estaban más cerca de la separación que del casamiento, y eso me dolía, aunque prendía que no me importara...

Después de un par de horas, mi padre subió a mi cuarto lentamente, me sacó mis zapatos para que durmiera más cómoda, me tapó con una cobija que estaba doblada en la silla de mi cuarto, seguidamente apagó la luz de mi cuarto y tras de él cerró la puerta de mi habitación.

Que día.

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⏰ Última actualización: Oct 26 ⏰

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