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Su ceño se frunció levemente al sentir los rayos de luz sobrepasar las espesas cortinas que su habitación posee

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Su ceño se frunció levemente al sentir los rayos de luz sobrepasar las espesas cortinas que su habitación posee.

—Por favor, quien haya abierto las cortinas le pido que vuelva a cerrarlas—Sunghoon murmura aún con sus ojos cerrados.

—Buenos días, alteza—aquella voz que conocía tan bien desde que tiene memoria, lo saluda haciéndolo sonreír entre sueños—. Lamento despertarlo, pero el Rey solicita su presencia en la nueva junta.

Bien, si quería empezar la mañana de buena manera claramente el comunicado de Rosé no fue un incentivo para salir de su cómoda cama. Solo pudo hacer que se aferre aún más a sus sábanas.

—¿Qué tan importante es como para interrumpir mi preciado descanso?—pregunta a sabiendas la respuesta que recibirá.

—Muy importante, solo eso puedo decir. Sabe que no se me tiene permitido decir más de lo necesario.

Sunghoon resopla y finalmente abre lentamente sus ojos, allí nota como la dulce mujer lo está observando con una media sonrisa. Si bien podría decirle que se fuese, tenerla a su lado le causa cierta protección y eso sucede desde el primer minuto en donde la conoció cuando tenía tan solo cinco años de edad.

Rosé es una de las pocas personas que tiene su verdadero aprecio dentro del castillo real.

—Rosé, ¿sabes si Heeseung ha despertado o...—sin embargo su pregunta queda en el aire cuando la puerta de su habitación es abierta, prácticamente, de un golpe en bruto.

Allí nota como su hermano menor aún poseía sus ropas de dormir y tenía un rostro de pocos amigos, algo no tan común en él pero si hablamos de despertar con buen carácter en las mañanas, Heeseung no entraba en dicha categoría. Por lo que, siempre lo evitaba hasta casi cerca del medio día dónde volvía a ser el alegre y sonriente príncipe Park Heeseung.

—Buenos días, Heeseung—Sunghoon toma la iniciativa y lo saluda.

Sin embargo no recibe respuesta alguna, lo único que ve es como él prácticamente se tira en su cama y cierra sus ojos dispuesto a dormir nuevamente.

—Muero de sueño—el menor de los Park murmura—. ¿Es realmente necesaria nuestra presencia en esa junta?

—Supongo.

Heeseung solo suelta un quejido y voltea hacia él para observarlo con sus ojos tan bonitos que posee, algo propio de su madre. Sí, lo heredó de ella y es algo que Sunghoon siempre envidió pero también se alegra al saber que aún puede verlos mediante su hermano.

—Sus altezas lamento interrumpir, pero realmente los necesitan en la junta y si no se apresuran posiblemente carguen con el enojo del Rey...—Rosé musita con cierta preocupación.

No era sorpresa que Rosé velaba por ambos hermanos, todos en el palacio sabían cuanto los quiere y aprecia.

—Lo sabemos, Rosé. Pero si eso es lo que te preocupa, ambos comenzaremos a prepararnos para ir a la junta.

Herederos [Park Sunghoon] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora