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El pasado de Jimin: Parte 1

Cuando Jimin apenas tenía seis años, su vida ya estaba marcada por las dificultades.

Vivía con su madre en un pequeño y deteriorado departamento en uno de los barrios más desfavorecidos de Seúl. Las paredes, desgastadas y llenas de marcas del tiempo, eran testigos silenciosos de su lucha diaria. La lluvia, al golpear los viejos ventanales, servía como una banda sonora melancólica, acompañando sus días llenos de incertidumbre.

Su padre, había fallecido en un accidente trágico justo antes de su nacimiento. Esto dejó a su madre y a él en un mundo que muchas veces, parecía hostil y frío. Sin embargo, su madre siempre había sido su refugio, la persona más hermosa y fuerte que conocía. Su sonrisa tenía la capacidad de iluminar incluso los días más oscuros. Jimin la amaba profundamente; era su heroína, siempre encontrando maneras de hacerle sonreír a pesar de las adversidades.

Su madre, Park Tan Hee, trabajaba como mesera, a pesar del duro trabajo, los ingresos apenas alcanzaban para cubrir el alquiler y comprar algo de comida. A pesar de las penurias, su amor incondicional iluminaba incluso los días más grises.

A menudo el menor, acompañaba a su madre al restaurante donde trabajaba. No podía quedarse solo en casa, ya que su vecindario estaba lleno de peligros. El bullicio de la ciudad, con risas y conversaciones de los clientes, creaba un ambiente vibrante pero abrumador para un niño tan pequeño. A pesar de su corta edad, Jimin era un modelo de obediencia. Se quedaba jugando cerca de la puerta, donde su madre podía verlo, entretenido por la sinfonía de colores y sonidos que lo rodeaban.

Un día lluvioso y frío, mientras jugaba con un cochecito de juguete en la acera, se distrajo tanto que terminó chocando accidentalmente contra un hombre. El impacto lo hizo caer al suelo, y por un breve instante, el mundo pareció detenerse. Al levantar la mirada, lo que vio lo dejó sin aliento. El hombre era alto y de complexión robusta, con un porte elegante que lo hacía parecer casi de otra época. Su traje, perfectamente ajustado, brillaba con un lujo que Jimin nunca había visto.

Pero lo que más lo impactó fueron sus ojos, eran fríos, intensos y casi penetrantes, como si pudieran leer cada uno de sus pensamientos. Aunque Jimin sintió un leve cosquilleo de incomodidad al ser mirado por aquel extraño, su inocente corazón no lograba captar la verdadera intensidad de aquella mirada. Sin saberlo, estaba atrapado en la red de fascinación que el hombre había comenzado a tejer a su alrededor.

-¿Estás bien? -preguntó el hombre mientras lo levantaba y aprovecho acariciar suavemente las mejillas del pequeño, cautivado por su belleza.

Jimin parpadeó, aturdido por la cercanía y el toque inesperado en su rostro. En ese instante, su madre, visiblemente preocupada, salió corriendo hacia él, dejando de lado su trabajo.

-¡Jimin! -dijo fuertemente la mujer preocupada, tomando a su hijo en brazos-. Lo siento mucho, señor. Mi hijo no lo vio...

El hombre miró a la madre de Jimin con una sonrisa suave y cálida, una expresión completamente diferente a la mirada intensa que había dirigido al niño momentos antes.

-No se preocupe -respondió él, mientras sacaba un billete de su bolsillo-. Aquí tiene, compre algo bonito para su hijo. Se nota que lo necesita.

La madre de Jimin, sorprendida por la generosidad, aceptó el dinero con gratitud. Sabía que podría usarlo para comprarle un abrigo nuevo, ya que el invierno se acercaba y Jimin apenas tenía ropa abrigadora. El billete se sentía pesado en su mano, una promesa de que, al menos, tendrían un poco más de calor en los días fríos que se avecinaban.

-Gracias, de verdad -dijo la mujer, inclinando la cabeza en señal de respeto.

El hombre asintió con una sonrisa y, antes de marcharse, deslizó una tarjeta en la mano de la madre de Jimin. Al mirar la tarjeta, ella pudo leer claramente el nombre del misterioso desconocido: Lee Soo-hyuk.

-Llámame si alguna vez necesitas algo más -dijo, con un tono amable.

Jimin, aún aferrado a su madre, no podía apartar la vista de aquel hombre. Sentía una mezcla de curiosidad y admiración. Había algo en su manera de hablar y en su porte que lo intrigaba, aunque no entendiera del todo por qué. Esa extraña atracción fue suficiente para que su inocente corazón comenzara a confiar en él.

Con el paso del tiempo, Soo-hyuk se convirtió en un cliente habitual del restaurante. Cada vez que aparecía, la madre de Jimin sonreía más. Había algo en él que la hacía sentir segura, como si la vida estuviera mejorando lentamente. Pronto comenzaron a hablar con más frecuencia, y lo que comenzó como una relación amistosa se transformó en algo más íntimo.

Soo-hyuk era amable con Jimin, trayendo pequeños regalos y tratándolo con dulzura frente a su madre. Tan Hee, no podía contener su felicidad al ver la sonrisa de su hijo cada vez que el hombre le traía regalos, sin saber que detrás de esos gestos había una intención oculta.

Finalmente, después de varios meses de cortejo, Tan Hee aceptó la oferta de Soo-hyuk para mudarse a su casa. La hermosa mujer se sentía como si hubiera ganado la lotería; estaba al lado de un hombre rico, atractivo y aparentemente perfecto, quien además aceptaba a su hijo como si fuera propio. Era como si Dios le hubiera enviado un ángel para cuidar de ella y de su pequeño. Para ella, esta nueva etapa en su vida era un sueño hecho realidad. Jimin, lleno de emoción ante la idea de vivir en un lugar nuevo y más espacioso, no se daba cuenta de las oscuras sombras que comenzarían a cernirse sobre su vida.

El día de la mudanza, cuando llegaron a la enorme casa de Soo-hyuk en una zona acomodada de Seúl, Jimin sintió que todo era mágico. La casa era más grande de lo que había imaginado, con un jardín donde podría jugar sin preocuparse. Mientras admiraba la imponente estructura, su corazón se llenaba de esperanza.

Sin embargo, en el fondo, una pequeña parte de él sentía un ligero escalofrío cada vez que Soo-hyuk lo miraba. A pesar de sus dudas, la alegría por la nueva vida y la posibilidad de tener una familia completa eclipsaban cualquier inquietud.

Con cada día que pasaba, la madre de Jimin parecía más feliz, perdida en la ilusión de su nuevo romance. Así, mientras se acomodaban en su nueva vida, el pequeño niño se acurrucó en su cama, mirando el techo de su nueva y lujosa habitación. La emoción lo envolvía, sin saber que el infierno estaba a punto de comenzar, oculto tras la sonrisa perfecta de un hombre que parecía tenerlo todo bajo control. La vida que había soñado se convertiría en un oscuro laberinto, y Jimin, con su inocencia intacta, estaba a punto de perderse en él.

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¡Hola a todos!

Espero que estén disfrutando de la historia. Si les está gustando, no olviden dejar su voto; su apoyo realmente me motiva a seguir compartiendo nuevas actualizaciones. Planeo subir nuevos capítulos entre sábado o domingo y me encantaría que me acompañen en este viaje.

El pasado de Jimin será muy triste y fuerte, y lo iremos descubriendo poco a poco en los próximos capítulos.

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⏰ Última actualización: Oct 06 ⏰

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