Mentiría si dijera que no estoy nervioso por ver al demonio. La ansiedad se me enreda en el estómago, un nudo apretado que no me deja disfrutar del desayuno. Despego del suelo y asciendo hacia los cielos, busco una paz que parece siempre un paso más allá. La brisa fría golpea mi rostro y giro en círculos, el mundo girando a mi alrededor, hasta que el mareo amenaza con desplomarme. Finalmente, cierro los ojos y dejo que la gravedad reclame su dominio, sintiendo el vacío abrazar mi cuerpo. El aroma a pino me llega como un susurro, y abro los ojos justo antes del impacto, extendiendo las alas en un movimiento instintivo. Aterrizo en una de las ramas más altas de un viejo pino, acaricio la corteza, buscando consuelo en su rugosidad.
Las risas de una pareja abajo interrumpen mis pensamientos. Adán gira a Eva con gracia, como si la naturaleza misma marcara su ritmo. Cuando él la sostiene por la cintura e inclina su rostro hacia el suyo, siento una punzada de melancolía. La conexión entre ellos brilla intensamente, un faro en medio de mi propia oscuridad.
-Andas aprendiendo, ángel- sisea la serpiente, deslizándose por el tronco con una elegancia inquietante.
-Solo los observo- respondo, casi sin pensar, mi mirada fija en la pareja. Crawley, que se ha transformado y se sienta a mi lado, contempla la escena con una mezcla de diversión y nostalgia.
-Nunca están solos- comenta, su voz suave pero firme.
-¿Por qué lo estarían, si pueden estar juntos?- murmuro, sintiendo una chispa de frustración. Le miro de reojo, buscando respuestas en su rostro.
Antes de que pueda reaccionar, la corteza se rompe y empiezo a caer. Quiero aletear, pero las ramas me golpean de un lado a otro, impidiéndome tomar el control. Cierro los ojos, esperando el impacto contra el suelo. Justo cuando el pánico se apodera de mí, siento una mano firme tirando de mi hombro y un golpe de aire fresco. Abro los ojos y me encuentro con Crawley, aleteando furiosamente mientras me sostiene con fuerza. Está tan cerca que puedo ver la preocupación en sus ojos.
-Casi te rompes el cuello- dice con una risa nerviosa mientras me baja suavemente al suelo.
Asiento, aún agitado y avergonzado, acariciando su mano por un breve momento.
-Es bueno, aprendemos algo nuevo cada día, las ramas no soportan mucho peso- intento bromear para ocultar mi incomodidad.
Crawley asiente, pero sus ojos, normalmente burlones, muestran una emoción más profunda.
-Ven, tengo algo que mostrarte- me dice, tirando de mi ropa con una urgencia que me contagia. Me arrastra hacia el sur del Edén, con pasos rápidos y decididos. Nos detenemos frente a un pequeño lago. Crawley camina alrededor, su mirada fija en el agua como si allí hubiera un secreto.
-No sé mucho sobre esto, pero algo he aprendido- frunzo el ceño, curioso.
-Para entender el amor, primero tienes que entender lo que sientes- dice, con una chispa en sus ojos. Justo en ese momento, algo me pincha en la espalda y suelto un quejido.
-Eso es sorpresa- se burla, riendo entre dientes antes de empujarme al agua.
-¡Ey!- protesto, saliendo a la superficie, empapado y confundido.
-O tal vez enojo- se lanza tras de mí, nadando hasta quedar frente a mí, sonriendo con esa expresión traviesa que tan bien conozco.
-¿Por qué me empujaste?- pregunto, sin poder evitar reírme.
-Hay que aprender a identificar lo que sientes, para no confundirlo- responde, estirándome la mano. La tomo, esperando que me ayude a salir del agua, pero no se mueve. Se queda mirándome, más serio de lo que esperaba. -¿Aguantas la respiración?- pregunta de repente. Asiento, aunque no entiendo a dónde va con eso. -Necesitas ver esto- me dice, y ambos inhalamos profundamente antes de sumergirnos en el lago.
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¿Cómo sabes si es amor? "Good Omens"
FanfictionDentro del inefable Edén hay un ángel curioso, que observa con anhelo cada cosa a su alrededor, y como cada cosa produce una emoción en si mismo. Pero existe una cosa que no pudo experimentar además de la muerte, el amor. Escuchó a Eva hablar de eso...