Prólogo

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Como le dices a tú corazón, que a veces la solución más dulce es la que amarga el alma. 

Estoy en mi cama, rodeada de envolturas de chocolates que ya no saben a dulzura, con mi colcha de florecitas que solía abrazar con felicidad. Mis ojos están hinchados, reflejando el desgarro de un corazón roto, que ahora se siente como un rompecabezas con piezas que no encajan. 

Y si, está soy yo, desde que me enamore del chico que jamás imagine.

A veces, las personas creen que a los dieciséis años somos como mariposas recién nacidas, revoloteando sin rumbo en un jardín de ilusiones y sueños. Sin embargo, lo que no comprenden es que, en nuestro pequeño mundo, el amor florece con la misma intensidad que en cualquier otra etapa de la vida. A esta edad, nuestros corazones son como semillas sembradas en la tierra fértil de la adolescencia, listas para germinar y crecer, anhelando el sol y la lluvia de emociones auténticas. El amor no conoce límites ni edades, es un río que fluye dentro de nosotros, llevándonos en sus corrientes a descubrir paisajes insospechados.

¿Quién lo iba a pensar? Jamás imaginé que me enamoraría del chico que llevó alcohol al colegio, un evento tan terrible que lo condenó a no participar en las intercolegiales. Sin embargo, ese mismo chico se convertiría en alguien tan importante para mí. Arrogante, creído, estúpido, egocéntrico e impulsivo; no encajaba en la lista de mis "tipos ideales".

Era totalmente lo contrario a él. Yo era más de estar con mis libros como compañía, leyendo hasta que mis ojos suplicaban descanso, podía pasar horas hablando por teléfono con mis amigas, compartiendo risas y secretos, mientras las compras se convertían en una aventura emocionante. Mis permisos para salir eran limitados, un reflejo de esa vida "fresita" que llevaba. Mientras él era un torbellino de impulsividad y despreocupación, yo era la calma en medio del caos, una chica que jamás imaginó que se vería atrapada en las redes de su encanto.

Miré a mi alrededor y vi lo desordenada y melancólica que estaba mi habitación, como diría mi mamá "un reflejo de mi estado emocional". Luego desvié la mirada hacia el espejo de mi tocador y vi mis ojos ojerosos e hinchados, el significado de toda la noche que estuve llorando sin poder dormir. Mi cabello marrón, en un estado terrible, caía desordenado sobre mis hombros, como si también él sintiera el peso de la tristeza que me envolvía.

Cogí mi laptop para mirar nuevamente los resultados del examen de admisión. Sabía que ese "NO ALCANZÓ VACANTE" no era un reflejo de su falta de esfuerzo, sino más bien de la distracción que lo consumía. Con el tiempo, me fui enterando de que no la pasaba nada bien, especialmente con su situación familiar.

Ya había tomado una decisión, rápidamente busque el chat de mi mejor amiga y le textee._ Emmy ya lo pensé y creo que es lo mejor, le voy a terminar.

Capaz sonaba egoísta de mi parte, porque me necesitaba en estos momentos, pero yo no era de ayuda motivacional, sino una distracción, capaz su distracción favorita, pero la que no le permitía avanzar.

Ambos éramos conscientes de que veníamos de mundos distintos, de que éramos diferentes en tantas maneras. Sin embargo, nunca supimos lo que el destino tenía preparado para nosotros, como dos piezas de un rompecabezas que, a pesar de ser distintas, encajaban de una manera inesperada.

Más Allá de lo Perfecto"Where stories live. Discover now