El clima en el vestuario había cambiado después del enfrentamiento entre Rhea y Dominik. Aunque todos intentaban actuar como si nada hubiera pasado, era evidente que la tensión había dejado una marca. Mientras Dominik evitaba a Jey y Rhea en los días siguientes, sus interacciones en el ring también se veían afectadas. Aquella sincronización perfecta que solían tener parecía desvanecerse poco a poco.Rhea sabía que Dominik necesitaba tiempo, pero cada vez que lo veía, una punzada de culpa la invadía. No quería perderlo como compañero, pero tampoco podía ignorar sus propios sentimientos por Jey. Mientras tanto, el mundo de la lucha libre seguía su curso implacable, y no había espacio para distracciones personales.
Era el día de un nuevo evento en vivo, y la cartelera había puesto a prueba a Rhea y Dominik. Los habían emparejado en un combate por equipos, algo que normalmente no hubiera sido un problema, pero ahora las cosas eran distintas. Rhea no había hablado en profundidad con Dominik desde su discusión en el vestuario. Había tratado de darle espacio, pero ahora no podían evitarse más.
En el vestuario, antes del combate, Rhea decidió enfrentar la situación de una vez por todas. Sabía que necesitaba hablar con Dominik antes de salir al ring. Lo encontró en un rincón, ajustándose las vendas en las muñecas, su expresión era de concentración, pero también de distancia.
Rhea: Dom —comenzó ella, acercándose con cautela—. Necesitamos hablar.
Dominik no la miró de inmediato, sus manos seguían ocupadas ajustando el equipo. Finalmente, levantó la vista, pero sus ojos no tenían el brillo amistoso de antes. Había algo apagado en su mirada, una mezcla de tristeza y resentimiento.
Dominik: ¿De qué quieres hablar, Rhea? —preguntó en un tono neutral, aunque ella podía percibir la frialdad.
Rhea se sentó en un banco frente a él, buscando las palabras adecuadas.
Rhea: Mira, sé que las cosas no han sido fáciles desde lo que pasó la otra noche... —dijo, refiriéndose al beso con Jey. Dominik tensó la mandíbula al escuchar la mención, pero no interrumpió—.
Rhea: Pero no quiero que esto arruine lo que tenemos en el ring. Eres un luchador increíble, y cuando trabajamos juntos, somos imparables. No quiero que eso cambie.
Dominik soltó un suspiro profundo, como si hubiera estado conteniendo el aire durante demasiado tiempo. Se pasó una mano por el pelo, claramente frustrado.
Dominik: Lo sé, Rhea. Sé que soy profesional y que puedo separar las cosas, pero... —hizo una pausa, como si no estuviera seguro de cómo continuar—.
Dominik: No voy a mentirte. Todavía me duele. Y cada vez que los veo a ti y a Jey juntos, solo me recuerda que... bueno, que nunca tuve una oportunidad.
Rhea sintió la sinceridad en sus palabras, y eso solo hizo que su sentimiento de culpa aumentara. Sabía que Dominik tenía que pasar por su propio proceso, pero también sabía que el tiempo en el que podían dejar las emociones de lado se estaba agotando. Tenían que trabajar juntos esa noche, y necesitaban estar en la misma página.
Rhea: Lo siento mucho, Dom. De verdad. Nunca quise hacerte daño —dijo Rhea, su voz cargada de honestidad—.
Rhea: Pero te prometo que nada de esto afectará lo que somos como equipo. Si necesitas espacio, lo entiendo, pero esta noche tenemos que estar enfocados.
Dominik la miró por un largo momento, como si estuviera decidiendo si podía seguir adelante o no. Finalmente, asintió lentamente, aunque el dolor seguía presente en su rostro.
Dominik: Haré mi trabajo —respondió—. Esta noche, vamos a ganar. Después de eso... ya veremos.
Rhea entendió que era lo mejor que podía esperar en ese momento. No podía forzar las cosas, y sabía que sería un proceso largo. Le ofreció una leve sonrisa, aunque seguía sintiendo el peso de la situación.
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El combate esa noche era importante. Estaban programados para enfrentarse a un equipo fuerte, compuesto por Finn Bálor y Damian Priest. Aunque normalmente Rhea y Dominik habrían dominado con facilidad, la tensión entre ellos era evidente desde el inicio. La falta de comunicación, los tiempos imprecisos en los relevos y los errores mínimos se acumulaban.
Desde su esquina, Rhea veía cómo Dominik luchaba con energía, pero algo en su estilo era más errático, menos enfocado. Lo conocía bien, y podía notar que estaba actuando bajo el peso de sus emociones. Cada vez que intercambiaban miradas, Rhea podía sentir el muro que Dominik había levantado entre ellos.
En un momento crucial del combate, Dominik intentó hacer un relevo a Rhea, pero lo hizo demasiado tarde. Finn Bálor lo atrapó en medio del ring y lo lanzó con un **sling blade** que lo dejó tendido. Rhea levantó la mano, pidiendo desesperadamente el relevo, pero Dominik, desorientado por el golpe, no logró alcanzarla a tiempo. Damian Priest entró en el ring y terminó el trabajo, conectando su devastador **South of Heaven** sobre Dominik para la cuenta de tres.
El público quedó en silencio por un momento, sorprendido por la derrota inesperada. Rhea, frustrada, entró al ring para ayudar a Dominik a levantarse, pero él la apartó suavemente, sin mirarla a los ojos.
La derrota había sido un golpe no solo para ellos como equipo, sino también para la relación que habían construido en el ring. Aunque Rhea sabía que no era el fin, no podía evitar sentirse responsable. Sabía que el beso con Jey había sido el catalizador de esta tensión, y ahora todo parecía desmoronarse a su alrededor.
Cuando llegaron al vestuario, Dominik apenas dijo una palabra. Se dirigió directamente a su taquilla, sin siquiera mirarla. Rhea se quedó allí de pie, sintiendo que había perdido mucho más que una lucha esa noche.
Jey apareció poco después, preocupado por cómo había ido todo.
Jey: ¿Qué pasó? —preguntó, notando la tensión en el ambiente.
Rhea suspiró, sintiéndose atrapada entre dos mundos.
Rhea: Es complicado. Dominik no está bien... y creo que no va a estarlo por un tiempo.
Jey la miró, con comprensión en sus ojos. Sabía que la situación no era fácil para Rhea, pero también entendía que no había mucho que pudiera hacer más que apoyarla.
Jey; Estoy aquí, Rhea. Siempre lo estaré —dijo el, tomando su mano.
Rhea asintió, agradecida por el apoyo de Jey, pero su mente seguía con Dominik. Sabía que las cosas nunca volverían a ser como antes, y ese pensamiento la perseguía mientras el vestuario caía en un silencio incómodo.
Lo que no sabían era que ese era el comienzo del plan de Dominik Misterio