Capítulo 4

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GRAYSON

Me quede sereno de pie al borde del campo de entrenamiento mientras veía entrenar a los miembros de mi manada.

Después de mi conversación con Kyle, necesitaba tiempo para procesar las cosas, así que me dejo solo y se fue a entrenar con los demás.

De repente, algo pequeño me rodeó la pierna. Mi primer instinto fue quitármelo de encima, pero entonces miré hacia abajo. Era Zoe.

Zoe sólo tenía cinco años y era una de las lobas jóvenes más revoltosas de mi manada.

No me sorprendió ver que, de alguna manera, se las había arreglado para escabullirse de la casa de la manada donde se suponía que estaban todos los cachorros más novenes. Zoe siempre encontraba maneras de meterse en problemas.

No dijo nada mientras se abrazaba a mi pierna como una especie de mono. Se limito a observar a los hombres lobo que teníamos delante, con ojos muy abiertos y llenos de interés.

Siempre me gustó Zoe, y yo parecía gustarle a ella. Ella fue una de las razones por las que quise tener hijos.

Creamos un vínculo hace tiempo, en cuanto pudo hablar, y acabamos pasando mucho tiempo juntos.

A menudo se colaba en mi despacho y me preguntaba qué estaba haciendo, interesándose constantemente por los asuntos de la manada.

Tenía la ligera sospecha de que, algún día, se convertiría en un miembro de mayor rango de una manada, tal vez incluso en alfa.

Mostraba todos los signos de ser una gran líder, excepto su desobediencia e incapacidad para seguir órdenes.

Suspiré. -Zoe, ¿Qué haces aquí? Se supone que deberías estar en la manada -dije agachándome para levantarla.

Zoe aparto la mirada de los guerreros. Sus ojos marrones se abrieron de par en par al verme. -Tienes los ojos rojos -me dijo con naturalidad. Su voz se convirtió en un susurro -. Pareces un demonio.

No pude evitar esbozar una sonrisa. Ni siquiera me di cuenta de que mi vampiro estaba a flor de piel, enrojeciéndome los ojos. Probablemente, se debía a toda la rabia que sentía.

Me sorprendió que, en lugar de asustarse, Zoe pareciera interesarse por mis ojos rojos. -Eso es porque ahora tengo un vampiro dentro de mí, igual que tú tienes un lobo. Tengo las dos especies.

Zoe asintió. -Sí, lo sé -dijo, encogiéndose de hombros con indiferencia, como si fuera lo mas normal del mundo -. Mi madre me lo dijo. Dice que eres muy fuerte porque tienes un vampiro y que es bueno tenerte como alfa. También por eso te convertiste en un gigante. -Extendió los brazos, tratando de expresar lo grande que me había hecho.

Me reí entre dientes. -Sí, he crecido bastante, ¿eh?

Zoe me agarro los hombros, inspeccionándolos. -Si, eres básicamente la persona más grande que conozco.

Me reí, pero antes de que pudiera responder a su afirmación, Zoe me puso las palmas de las manos a ambos lados de la cara. -Tu barba es áspera -dijo -. Como la de mi padre.

Asentí, divertido por lo rápido que sus pensamientos saltaban de un lado a otro. -Bueno...

-Oye, tu compañera es guapa. La he visto -interrumpió.

Me tense inmediatamente ante la mención de Belle. Zoe debía de haberla visto en algun momento antes de marcharse. Mi lobo gimió en mi pecho. -Gracias - respondí -. Yo también lo creo.

Zoe frunció el ceño y se aparto el desordenado pelo castaño de los ojos. -Estaba triste. Por eso tu lobo esta triste y por eso pareces tan enfadado.

Belle y Grayson: La Reina PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora