Prólogo

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Uno de los trabajadores de Jerichó estaba en su descanso junto al resto de sus compañeros y aprovechaban para beber una fría cerveza en aquel día tan caluroso. Brindaban y bromeaban con toda clase de chistes verdes cuando uno de ellos señaló con la cabeza.

—Argh, otra vez esos marginados...—echó un trago—son escoria...deberían prohibir que vinieran aquí—gruñó enojado.

—Si, míralos...tratando de hacerse pasar por gente normal—añadió otro—van creyéndose mejores a los demás.

—En eso estoy de acuerdo, te miran por encima del hombro—dejó la cerveza sobre una piedra—hasta me han quitado las ganas de beber.

—¿Sabéis?, se dice que el hijo de Hernán está saliendo con una de esas marginadas—comentó antes de rascarse el trasero sin disimular—pobre hombre, toda la vida currando para que ahora tu hijo decida salir con una marginada...hay castigos peores que el infierno.

Escucharon unos pasos y vieron al jefe aparecer. Se sentó junto a ellos a charlar y estos cambiaron sus expresiones, gestos y manera de hablar a una mucho más formal.

Ese día, los alumnos de Nevermore tenían día libre y no dudaron en marchar a Jerichó para disfrutar del día. Una chica de pelo rubio con puntas de colores iba acompañada de una igual a ella pero todo de negro. Sin duda resaltaban mucho entre el grupo. 

Miércoles Addams había cambiado su forma de ser, un poco más bien. Ahora no es que fuese más amigable, pero toleraba al grupo y se unía a ellos ya que la inspiración ese día escapaba de su atormentada mente. Para ella no era demasiado agradable ir a Jerichó y ver los escenarios donde estuvo con Tyler. Pero se consideraba una persona fuerte, no iba a dejarse ganar por algo tan simple como era el amor.

A su lado, Enid iba hablando con Divina y Yoko sobre lo que podrían hacer ese día en el pueblo ya que no terminaban por decidirse.

—Yo iré a la biblioteca a buscar unos libros de unos autores—dijo fría e inexpresiva—no te metas en líos o tendré que soportar tus llantos a la noche.

—Yo nunca me meto en líos roomie. Ve con cuidado y no mates a nadie—el humor de la gótica se había pegado a la loba quien soltaba algunos comentarios así ahora que eran más amigas.

Las tres chicas acudieron a la cafetería para hacer un poco de tiempo ya que Enid ese día tenía peluquería. Pero hasta entonces, tenía tiempo para charlar de chismes. Aunque tenían que sentarse un poco lejos del resto ya que las miradas del resto de la gente era demasiado incomoda para ellas. A pesar del tiempo y estar ya un poco acostumbradas, aún dolían un poco ya que lo único que deseaban, era estar allí sin molestar a nadie mientras charlaban tomando un poco de café y pastas.

En ocasiones deseaban ser frías como Miércoles para que esas miradas no les importase en lo más mínimo, pero no podían.

—Y entonces Samantha...—decía Enid muy emocionada contando el chisme.

—Enid la peluquería—interrumpió Yoko enseñando la hora.

—¡Ay Dios, debo irme!—les dejó el dinero y se marchó corriendo pues se había terminado ya el café.

La loba salió corriendo de la cafetería y llegó puntual a la peluquería pues no estaba demasiado lejos. Solamente a unos cinco minutos. Abrió la puerta, entró y saludó a la mujer joven con quien había hablado por teléfono unos días atrás. Ella era muy maja, era de las pocas personas que no odiaban a los marginados ni tampoco los consideraba monstruos.

—Buenos días—dijo Enid entrando con una gran sonrisa.

—Buenos días Enid, puedes sentarte ahí—contestó Ana—te atenderé enseguida.

Marginados y Normies-Enid x TnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora