Capítulo 3

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Viernes 01 de julio, 2022
Mañana

Han pasado cinco días desde la discusión con Josiah. Cada día, mi celular suena con sus mensajes recriminándome por haber bailado con otros chicos. Me siento agotada, y la frustración crece en mí. ¿Por qué no entiende que nunca metí a nadie en nuestra relación? Soy yo quien ha sido clara, y sin embargo, aquí está, atacándome como si fuera la culpable.

Respondo con firmeza.

Jannie
Si no puedes dejar esto atrás y seguir adelante, tal vez deberíamos replantearnos las cosas.

No puedo seguir aguantando su falta de confianza. No es solo que se sienta herido; está siendo injusto. Él es quien ha cruzado límites, quien ha dejado caer la violencia en nuestra relación.

Jannie
No quiero estar con alguien que recurre a los golpes. No es lo que merezco.

Lo que no sabe es que cada mensaje suyo me recuerda todo el dolor que me ha causado. Aunque intento ser fuerte y mantener la calma, en el fondo estoy planeando mi respuesta. Estoy cansada de sus juegos, y sé que eventualmente le devolveré todo lo que me ha hecho sufrir. Este es solo el comienzo; la calma antes de la tormenta.

Me despierto con el sonido suave de mi alarma y me estiro en la cama, disfrutando de la sensación de tener el día libre. Estoy de vacaciones y eso significa que no tengo que preocuparme por clases ni tareas. Con una sonrisa en el rostro, me levanto y me dirijo al baño.

El agua caliente cae sobre mí mientras me ducho, la sensación es reconfortante. Me lavo el cabello y me dejo llevar por los pensamientos. Josiah sigue ocupando un rincón de mi mente, pero intento sacudírselo. Lo importante hoy es disfrutar, aunque sea solo por un rato. Mientras me enjugo, recuerdo el baile del lunes y a Raúl. Nunca pensé que conocería a alguien así. Ha sido un soplo de aire fresco, con su sonrisa contagiosa y esa energía que me atrajo de inmediato. Desde el miércoles, hemos estado hablando por Instagram. Me hace reír y me recuerda que hay cosas mejores allá afuera.

Termino de ducharme y me envuelvo en una toalla, sintiendo cómo la calidez del agua me ha revitalizado. Me seco el cabello con cuidado y empiezo a pensar en qué ponerme. Elijo unos shorts de mezclilla que me quedan ajustados pero cómodos, un top blanco que resalta mi figura y una sudadera negra para darle un toque desenfadado. Me miro al espejo y me siento bien, lista para lo que venga.

Bajo a la cocina, donde el aroma del café recién hecho me da la bienvenida. Mi madre está ahí, preparando el desayuno. La veo con su cabello recogido y una sonrisa cálida.

—Buenos días, Jannie. ¿Tienes planes para hoy?— me pregunta, mientras revuelve los huevos en la sartén.
—Solo voy a salir un rato— le respondo, tratando de sonar casual. Pero, por dentro, hay un pequeño nerviosismo. No estoy segura de si Raúl realmente vendrá a visitarme. Anoche me dijo que lo haría, pero me cuesta creerlo. Tal vez sea solo un comentario para mantener la conversación viva.
—¿Con quién vas a salir?— me pregunta mi madre, levantando una ceja.
—Con un amigo— digo, tratando de evitar entrar en detalles. No quiero que se emocione ni que empiece a hacer preguntas incómodas. Ella parece satisfecha con mi respuesta y vuelve a concentrarse en el desayuno.

Me siento a la mesa y empiezo a comer, disfrutando de la comida casera. Hago un esfuerzo consciente por no pensar en Josiah y sus constantes mensajes. En lugar de eso, mi mente se llena de imágenes de Raúl, de su risa y la forma en que me miró en el baile. Es refrescante hablar con alguien que no está cargado de inseguridades.

Termino de desayunar y ayudo a mi madre a limpiar. Mientras friego los platos, me pregunto si Raúl realmente vendrá. En nuestra conversación de anoche, él me dijo que le encantaría verme, que quería pasar tiempo juntos. Pero una parte de mí se resiste a emocionarse demasiado. He sido decepcionada antes.

Tarde

El teléfono vibra, y mi corazón se acelera. Es Raúl.

Raul
Voy en camino.

Una mezcla de emoción y escepticismo me envuelve. ¿De verdad vendrá?

Decido no dejar que la ansiedad me consuma. En lugar de eso, me levanto y voy a arreglarme un poco más. Me paso el cepillo por el cabello y le doy unos toques con la plancha, dejando que caiga en suaves ondas sobre mis hombros. Miro mi reflejo de nuevo, buscando esa chispa que me haga sentir lista.

Mientras estoy perdida en mis pensamientos, escucho un sonido que me hace sobresaltarme: el ronroneo de una moto se detiene frente a mi casa. Mi corazón late más rápido y me pongo un poco nerviosa. ¿Puede ser Raúl? Salgo rápidamente a la puerta, el pulso acelerado y una mezcla de emoción y ansiedad llenando mi pecho.

Cuando abro la puerta, ahí está él. Raúl, con una sonrisa amplia y su cabello ligeramente despeinado, se baja de su moto.

—Hola— dice, y su voz suena relajada.
—Hola— le respondo, tratando de que mis nervios no traicionen mi voz.

Ambos nos sentamos en la acera, disfrutando del clima cálido de la tarde. La conversación fluye sin esfuerzo, entre risas y anécdotas. Me siento a gusto con él, como si nos conociéramos de toda la vida.

Mientras hablamos, el sol comienza a bajar, tiñendo el cielo de colores naranjas y rosas. Raúl me cuenta sobre sus pasiones, su amor por las motos y su deseo de explorar nuevos lugares. Yo le comparto mis propias experiencias y lo que me gusta hacer en mis días libres. Con cada palabra, la conexión entre nosotros se siente más fuerte.

—Sabes— dice Raúl mientras me mira—, te ves muy bonita hoy— Mis mejillas se sonrojan y, aunque trato de parecer indiferente, no puedo evitar sonreír.
—Gracias— respondo, bajando un poco la mirada, nerviosa por el cumplido.
—Y tus ojos—continúa—, me encantan. Tienen un brillo especial.— Esas palabras me ponen aún más nerviosa, así que solo sonrío.
—Ya lo sé— digo, intentando actuar como si sus elogios no me afectaran. Pero en el fondo, mi corazón late más rápido.

A medida que conversamos, los elogios siguen fluyendo.

—De verdad, Jannie, eres increíblemente atractiva— dice, y aunque intento mantener la calma, no puedo evitar sentir que me sonrojo de nuevo.
—Gracias— digo de nuevo, sintiéndome un poco incómoda pero a la vez halagada. La forma en que me mira me hace sentir especial, pero también me deja un poco perdida. Es difícil no dejar que esos sentimientos me afecten.

El tiempo pasa volando. Antes de darme cuenta, son casi las 10 de la noche. La brisa se vuelve más fresca, y la luz de la luna comienza a iluminar la calle. Me siento feliz, despreocupada. Ha sido una tarde mágica, lejos de las sombras de mi pasado.

Mientras nos despedimos, algo en el aire cambia. Raúl se inclina hacia mí y, antes de que pueda procesar lo que está sucediendo, me roba un beso. La sorpresa me paraliza por un momento. Dudo, sintiendo un torbellino de emociones. Pero después de unos segundos, la incertidumbre se disipa y sigo su beso. Es suave y dulce, y disfruto cada segundo. Sin embargo, un escalofrío me recorre la espalda cuando, de reojo, veo un carro que se detiene en la esquina. Es idéntico al de uno de los amigos de Josiah, y de repente, el miedo se apodera de mí. No estoy lista para una discusión sobre ese beso, ni sobre la confusión que siento. Al menos no todavía.

A pesar del miedo, la sensación del beso me abriga. Raúl se separa lentamente, mirándome a los ojos. Hay un brillo en su mirada que me hace sonreír, pero la inquietud sigue latiendo en mi pecho.

—Hasta luego— digo, sintiendo que, a pesar del miedo, algo ha cambiado en mí.

Esa noche, me acuesto pensando en lo que ha sucedido. El beso, la conexión con Raúl, la forma en que huele, como si llevara consigo la frescura de la tarde y un toque de algo irresistible. Me paso toda la noche en la cama, reviviendo cada momento, cada risa, cada palabra. La sensación de comodidad que tengo con él es como un refugio en medio del caos.

A medida que cierro los ojos, dejo que esos pensamientos me envuelvan. Tal vez esté lista para dejar atrás el miedo y abrirme a lo nuevo. Pero, por ahora, me quedaré con el recuerdo de esa tarde y del dulce beso que me hizo sentir viva.

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