La luz de los flashes cegaba a Tony Stark mientras bajaba de la limusina. Su sonrisa estaba perfectamente ensayada, y la forma en que movía su cuerpo, con pasos ligeros y fluidos, daba la impresión de que era casi demasiado fácil para él. Y tal vez lo era. Después de años en la cima de la moda internacional, sabía cómo mantener la atención en él, cómo hacer que todos quisieran algo más de Tony Stark.
Pero esa noche, sentía una incomodidad aguda bajo la piel, algo que no solía sentir. No era nerviosismo ante la prensa, ni el peso de las miradas hambrientas que lo seguían con insistencia, era otra cosa. Desde que había recibido esa nota amenazante días atrás, el mundo no se sentía tan seguro. Ni siquiera su ático de Nueva York, que siempre había sido su refugio, le parecía suficiente para mantener a raya el peligro.
—No tienes que estar aquí, Tony —le había dicho su asistente, Pepper, esa mañana, con una preocupación genuina en la mirada. Pero Tony era testarudo. No podía mostrar miedo; no podía darles esa satisfacción a quienes intentaban intimidarlo.
—Estoy bien —había respondido sin más, aunque dentro de él las dudas seguían bullendo.
Ahora, en la alfombra roja, donde todos podían verlo, donde los paparazzi gritaban su nombre, lo único que mantenía su compostura era la sensación de la figura alta y musculosa que caminaba a pocos pasos de él. James Barnes, su nuevo guardaespaldas, tenía una presencia que no podía ignorarse. No era simplemente su físico imponente, sino la forma en que sus ojos barrían la multitud, atentos a cualquier posible amenaza, como si fuera un soldado en una misión.
Tony había bromeado cuando le presentaron a Barnes por primera vez, soltando una línea sarcástica sobre lo cliché que era tener a un guardaespaldas Alfa cuidando de un Omega como él. Pero al final del día, sabía que lo necesitaba. Y aunque no lo admitiría en voz alta, tener a alguien como Barnes cerca le proporcionaba una seguridad que no había sentido en semanas.
—¿Todo bien? —La voz profunda de James lo sacó de sus pensamientos mientras se acercaban al teatro donde tendría lugar el evento.
Tony miró a su costado, encontrándose con los ojos claros de su guardaespaldas, quien lo observaba con seriedad, como si pudiera leer los temores que Tony intentaba esconder bajo su fachada arrogante.
—Perfectamente —respondió con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.
Barnes no dijo nada más, pero su presencia constante era tranquilizadora de una manera que Tony no esperaba. Había algo en la calma silenciosa de James que hacía que, por momentos, olvidara las notas de amenaza, las miradas insistentes, las dudas.
Sin embargo, Tony no podía evitar sentirse algo frustrado por la situación. No le gustaba depender de nadie. Y menos de un Alfa que parecía demasiado en control de sí mismo, mientras él fingía ser la estrella despreocupada.
Cuando entraron al teatro, las luces se suavizaron y la energía vibrante de la alfombra roja quedó atrás. Tony se permitió relajar los hombros, solo un poco, mientras caminaba hacia su asiento, sintiendo a Barnes a su espalda, imponente y alerta.
—Supongo que te pagan por mirar fijamente, ¿eh? —murmuró en un intento de romper el hielo, lanzando una mirada rápida hacia James.
El exmilitar no se inmutó. —Me pagan por mantenerte a salvo —respondió, con una seriedad que desarmó a Tony.
Tony rodó los ojos, pero no pudo evitar el pequeño tirón en sus labios. —Qué emocionante. Seguro que te lo estás pasando en grande.
James no respondió, pero por el rabillo del ojo, Tony creyó ver una ligera curva en la boca de Barnes. Tal vez. O tal vez solo lo estaba imaginando.
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La noche avanzaba y, aunque Tony mantenía su imagen impecable, no podía evitar seguir sintiendo esa incómoda sensación de vulnerabilidad. Cada vez que notaba un movimiento extraño en la sala, su mirada buscaba a Barnes, quien permanecía estoico en la parte trasera del salón, siempre vigilante.
Sin embargo, no fue hasta que el evento terminó y Tony se retiraba hacia su limusina que la amenaza real apareció.
Al salir por la puerta lateral del teatro, lejos del bullicio de la alfombra roja, un hombre se acercó demasiado rápido desde las sombras. Antes de que Tony pudiera procesarlo, James ya estaba frente a él, bloqueando el camino del desconocido con un brazo musculoso y una expresión de advertencia.
—Atrás —dijo Barnes, su voz baja pero cargada de una fuerza contenida.
El hombre vaciló, pero la mirada que lanzó a Tony fue suficiente para que el miedo latente en su pecho se agitara con fuerza.
—¡Tony Stark! —gritó el extraño, su voz cargada de furia. En su mano, algo brilló bajo la luz tenue de la calle.
Todo pasó en segundos. Tony dio un paso atrás, su respiración acelerada, mientras James se lanzaba hacia el atacante, inmovilizándolo en un solo movimiento, el cuchillo cayendo al suelo con un ruido metálico.
Tony no podía apartar la vista del cuchillo, de la forma en que la hoja había brillado amenazante a tan solo unos metros de él. Su corazón latía frenéticamente, pero cuando miró a Barnes, vio la tranquilidad absoluta en los ojos del Alfa, como si esto fuera solo un día más en la oficina.
—Vámonos —dijo James, su tono suave pero firme, mientras sujetaba a Tony del codo, guiándolo hacia la limusina. Tony no ofreció resistencia. Por primera vez en mucho tiempo, se sintió pequeño y vulnerable.
Cuando finalmente estuvieron dentro del auto, con las puertas cerradas y el caos dejado atrás, Tony se permitió soltar el aliento que había estado conteniendo. No sabía qué decir. Solo podía mirar a James, quien, a pesar del peligro, permanecía completamente sereno.
—Gracias —murmuró, rompiendo el silencio.
James lo miró, y aunque no sonrió, había algo en su expresión que hizo que Tony sintiera que tal vez, solo tal vez, estaba más seguro de lo que había estado en mucho tiempo.
—Es mi trabajo —respondió Barnes, pero había una suavidad en su voz que Tony no pudo ignorar.

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Bajo su protección; WinterIron.
FanfictionTony Stark, un famoso modelo Omega en el auge de su carrera, es conocido tanto por su innegable carisma como por su tendencia a atraer problemas. Después de varios incidentes que ponen en peligro su seguridad, su equipo de management decide contrata...