trece

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❝ say yes to heaven, say yes to me. ❞

narrador omnisciente

En cuanto Morena decide abandonar la mesa, un silencio incómodo se forma entre las únicas tres personas restantes que quedan en la mesa. Felipe suspira mientras se pasa la mano por el pelo, mientras que Matías está con su mandíbula apretada y una cara de orto indisimulable. Bianca solo se limita a mirarlos, no logra comprender del todo la situación, tampoco que es lo que hizo mal para que la pelinegra abandonará la mesa de esta manera. Felipe, dispuesto a romper el silencio incómodo, abre la boca para hablar, pero el sonido de la silla de Matías correrse hacia atrás mientras se levanta de la mesa lo hace primero.

— Les dejo mi parte de la cena —habla con frialdad, sacando unos billetes para dejarlos sobre la mesa bruscamente. Segundos después, la pareja observa desde lejos como cruza la puerta giratoria y se retira del lugar.

La rubia se voltea a ver a su pareja, el cuál parece estar igual de tenso que los demás. Se rasca la nuca con nerviosismo y se pone de pie, hasta que la mano de la chica rodeando su muñeca lo frena. Baja su vista y la mira, ella tiene el ceño fruncido.

— ¿A dónde vas? —pregunta confusa.

— Al baño —responde sin más, pero al notar como bianca no lo suelta, suspira y vuelve a hablar—. ¿Que pasa, Bian?

— ¿Te vas a verla, no? —pregunta nuevamente.

Felipe puede notar un tono algo molesto en la voz de su novia, pero eso es lo que menos le preocupa ahora. Se separa del agarre en su muñeca y habla, confuso.

— Me voy a fijar si está bien nomás ¿Que tiene? —replica, ahora era él el que fruncía el ceño.

Ella se muerde el labio inferior y niega, esbozando una sonrisa forzada en su rostro.

— No, nada. Es que tengo sueño, ya es tarde —dice con tranquilidad—. La cena estuvo re incómoda ¿Ya nos podemos ir?

— No la voy a dejar sola, Bianca —indica el castaño—. Es la novia de mi mejor amigo, no puedo dejar que se vaya sola cuando está así —hace una pausa, notando la mirada dudosa que le dedicaba la rubia—, estoy seguro de que Matías haría lo mismo si fueras vos la que está pasando por esta situación.

Bianca sigue dudando, pero al final termina asintiendo con la cabeza, y segundos después observa a Felipe a lo lejos subir las escaleras y lo pierde de vista.

El ojiazul sube las escaleras lo más rápido que puede y sigue de largo cuando pasa por el pasillo del baño, caminando hacia la entrada restringida que daba hacia la terraza. Observa el cartel que dice que está prohibido el ingreso por remodelación, pero poco le importa cuando lo único que necesita es ver si Morena está bien. Abre la puerta corrediza hacia un costado y pasa una pierna por arriba de la cinta color amarillo, para luego finalmente hacer un poco de equilibrio y terminar pasando la otra. La terraza está a oscuras y lo único que lo ilumina es la luz de la luna, y sus ojos de dirigen directamente a la figura femenina que está a lo lejos, de espaldas y con sus brazos apoyados sobre la baranda de metal, ocultando su rostro en estos.

Frunce el ceño cuando incluso desde lejos puede notar su respiración baja, su espalda sube y baja, y se logran escuchar unos sollozos ahogados. Felipe se acerca con cautela, observando su figura encorvada y como tiene su rostro oculto en sus brazos, y su corazón se ablanda completamente en cuanto escucha su llanto.

PROHIBIDO    ✵    felipe otañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora