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Antes de iniciar con este fic, es necesario saber varios puntos:
1. No usaré a los personajes de Shuumatsu no Valkirie.
2. Me gusta mezclar personajes de series o videojuegos, pero las principales serán de Fate Gran Order, Twisted Wonderland y Fire Emblem Heroes.
3. Usaré a los dioses del Olimpo y dioses Azteca e Inca. No me meteré con sus mitos, porque es una historia moderna, pero si sus nombres.
4. Soy dislexica así que perdona....

Sabiendo esto, podemos comenzar. Espero les guste.

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Cuando tenía 9 años, mis padres me comprometieron con Ares, el hijo mayor del gran empresario Europeo Zeus. Era un padre soltero de dos hijos (Ares y Hefesto) debido a que su esposa había fallecido al dar a luz a Hefesto, su hijo pequeño. Desde ese momento, comencé a frecuentar su hogar y por supuesto, me convertí en una integrante más de esa familia debido a que su padre era bastante educado conmigo.
Claro, no negare que era un mujeriego de primera, pero nunca me faltó el respeto.

Sin embargo, Ares era muy diferente a su padre. No voy a negar que nunca fue grosero conmigo, pero podría decirse que jamás me vio como su prometida. Y hacía de todo con tal de no estar a solas conmigo.

Me dolía su rechazo, porque yo intentaba hacer de todo para que me viera como su futura esposa. Incluso confieso que, cuando cumplí mis 20 años intenté seducirlo para hacer que se acostara conmigo, pero no tuve éxito, terminó por sacarme de su habitación.

No entendía el porqué de su desprecio, hasta una noche antes de mi matrimonio. hefesto, mi cuñado de 18 años, fue a verme a mi casa y bastante preocupado y triste me dijo:
—Lo siento Quetzalcóatl, Ares se fue con Afrodita. Intenté detenerlo, pero fue demasiado tarde.

Afrodita era su prometida y tal vez estaba devastado por su engaño. Hefesto la quería, pero ella era una m*ldita pe**a con él.

Al escucharlo, no sabía que hacer. Intenté llamar a Ares varias veces, pero su teléfono me mandaba directo a buzón.
—¡Hijo de su...! -intente mal decirlo, pero ni siquiera se merecía un insulto de su parte.

—¿Mataras a mi hermano, cierto? -me pregunto mi cuñado. Yo le mostré una enorme sonrisa bastante malvada.

—¿Matar? ¡Jaj! ¡Yo diría que haré de su vida un infierno!

Pobre Hefesto, jamás me había visto así. Estaba que, echaba chispas de lo molesta que estaba. Intenté tranquilizarme y pensar en que tal vez se arrepentiría al último momento. Era un joven universitario al igual que yo, y no tenía a donde esconderse por mucho tiempo, por lo que debía volver.

Una vez que me calme, le indique a mi cuñado que regresará a su hogar. Muy probablemente Ares estaría al amanecer con su traje de novio y una cara de arrepentimiento. Mi cuñado acepto y regreso a su casa.

¡Pobre Ares! Si no regresaba, mis padres arremeterian contra su padre. Y siendo honesta, el no merecía pagar por las est*pideces de su hijo. Era un hombre bastante agradable.

Con toda aquella presión no pude pegar el ojo, sabía perfectamente que si no me casaba con él, mis padres me entregarían al id*ota de Illapa. Un estup*do joven inútil de 20 años que era un mujeriego y le gustaba hacer de todo, menos trabajar. Era uno de los mejores amigos de mi primo Tlaloc, y por supuesto, mis padres lo aprobaban.

Por supuesto, al amanecer tuve que tomar un montón de chocolate para no parecer un zombie y así, poder aguantar un poco.

Sin embargo, al llegar la hora de comenzar a arreglarme una tristeza me invadió al no recibir un mensaje de Ares 
—¿Qué voy a hacer? -le dije a Xochiquétzal. Ella era la prometida de mi hermano Tezcatlipoca. A diferencia de mi, mi hermano le correspondió de inmediato. Y era “la luz que iluminaba su oscuridad”.

Si no es contigo, es con tu hermano (Hefesto x Quetzalcóatl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora