Desesperadas noches pasé desvelado, recorriendo los senderos de mi memoria para poder darme una respuesta sobre dónde pudieses estar, pensando en volver a tomar tu mano como lo hacía en aquel entonces.
Corría el rumor sobre tu voz en la muerte, pero un pánico me sofocaba a contra pared cuando mi deseo era que siguieras con vida.
Pero grata fue mi sorpresa, al infortunadamente, saber que ellos portaban consigo la verdad sobre la situación.
Y grande, fue mi impresión, al recordar, que:
Tu cadáver aún yacía intacto en aquel callejón el cual fue cómplice de mi acto tan atroz.