Capítulo 1: El Renacer del Lobo Solitario
El silbido de las balas era un sonido familiar para él, tan conocido como el latido de su propio corazón. Un campo de batalla en medio de la nada, un país del que apenas recordaba el nombre. Todo lo que importaba era cumplir con el contrato: eliminar al objetivo, sobrevivir, y desaparecer. Era lo que mejor sabía hacer.
Había sido un mercenario durante la mayor parte de su vida, un hombre sin lealtades ni banderas. Los gobiernos, las mafias, los revolucionarios, todos habían pagado por sus servicios. Su nombre, El Lobo Solitario, era temido en los círculos donde la violencia reinaba. No existía misión demasiado peligrosa, ni enemigo demasiado fuerte. Su destreza con las armas y su instinto de supervivencia eran legendarios. Hasta ese día.
Una bala perdida, o quizás un disparo bien dirigido, perforó su costado. El dolor fue intenso, pero lo que lo hizo arrodillarse fue el frío, el implacable frío que comenzó a apoderarse de él. Cayó de rodillas, sus manos temblaban mientras la sangre se escapaba de su cuerpo, empapando el suelo a su alrededor.
"¿Así es como termina?", pensó, mientras la vida se desvanecía de sus ojos.
El mundo se oscureció y todo acabó... o eso creía él.
...
El dolor desapareció. La sensación de frío, de muerte inminente, se desvaneció de repente. Cuando abrió los ojos de nuevo, no había oscuridad. En su lugar, un cielo azul radiante y un sol abrasador sobre su cabeza.
Se incorporó de golpe, jadeando. El terreno bajo él era suave, arenoso. ¿Dónde estaba? Tocó su pecho instintivamente, buscando la herida... pero no había nada. Ni cicatriz, ni rastro de dolor. Miró sus manos, y lo que vio lo dejó atónito. Eran manos jóvenes, ágiles, firmes... pero no eran las suyas. No podían ser.
"¿Qué demonios...?", murmuró, mientras se ponía de pie con torpeza. Sentía su cuerpo más liviano, más fuerte. Dio varios pasos, observando el paisaje a su alrededor. Estaba en una playa. Palmeras se balanceaban suavemente con la brisa, y el sonido de las olas llenaba el aire. A lo lejos, podía ver lo que parecía ser un pequeño puerto, con barcos de madera atracados y un pueblo en la distancia.
Esto no es la Tierra. Esto no es mi mundo. Era lo único que podía pensar mientras sus sentidos procesaban la información. Todo era demasiado irreal. Un destello de memoria le atravesó como un rayo: One Piece. Ese nombre, ese manga que solía leer cuando era más joven. ¿Podría ser...?
Decidido a encontrar respuestas, caminó hacia el puerto. Mientras avanzaba, comenzó a notar detalles que confirmaban su peor sospecha. Los hombres que cargaban cajas y barriles eran más altos y fornidos de lo que era normal. Uno de ellos tenía una cicatriz en forma de X en el pecho y usaba un garfio en lugar de una mano. Otros parecían gigantes, con músculos desproporcionados y cicatrices que contaban historias de batallas épicas. La ropa era extraña, variada, como si cada uno de ellos estuviera vestido para una aventura diferente.
"¡Rocks D. Xebec está reclutando a los mejores! ¡Pronto dominaremos el mundo!". Esa voz sobresalió de entre el bullicio. Fue lo que confirmó sus peores temores. Estaba en el mundo de One Piece, y si hablaban de Rocks D. Xebec, eso solo podía significar una cosa: estaba a pocos años de la legendaria Batalla de God Valley.
El mercenario, ahora en un cuerpo nuevo y un mundo nuevo, detuvo su marcha. ¿Rocks D. Xebec? Conocía ese nombre por las historias. Un pirata tan temido que el propio Roger y Garp tuvieron que unirse para detenerlo. Si esa batalla estaba a solo dos años de suceder, entonces este era uno de los momentos más turbulentos en la historia del mundo.
Se tomó un momento para evaluar su situación. Aunque estaba sorprendido, sus años de experiencia en combate lo hicieron adaptarse rápidamente. Esto no cambia nada. Pensó fríamente. Soy un mercenario, un sobreviviente. Si este es mi destino, entonces jugaré con las cartas que me han dado.
Ahora lo importante era reunir información y entender las reglas de este mundo. Había leído One Piece, pero eso solo le daba una vaga idea de los eventos por venir. Lo que importaba ahora era conocer su propio cuerpo, sus habilidades, y qué podía hacer en este mundo lleno de piratas, marines, y usuarios de frutas del diablo.
Buscó su reflejo en el agua del puerto. La imagen que lo devolvió no era la suya. Un hombre joven, de cabello oscuro, ojos afilados y una complexión atlética le devolvía la mirada. No reconocía el rostro, pero estaba claro que este era su nuevo cuerpo. Las ropas que llevaba eran simples, un pantalón de lino marrón y una camisa blanca remangada, con botas de cuero gastadas. Ningún indicio de sus antiguas armas, ni de su equipo. Todo empezaba de cero.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz.
—Oye, ¿tú también vienes por el reclutamiento? —dijo un hombre fornido que llevaba un parche en el ojo y una cicatriz profunda en el brazo—. Si buscas unirte a la tripulación de Rocks, te recomiendo que te prepares. Solo los más fuertes sobreviven ahí.
El Lobo lo miró, estudiándolo. Este hombre parecía un pirata experimentado, alguien que no titubearía en cortar una garganta si era necesario.
—Tal vez lo haga, pero primero necesito saber dónde estoy exactamente —respondió con frialdad.
El pirata rió entre dientes, mostrando unos dientes amarillentos.
—¡Estás en la isla de Fullalead, amigo! El refugio de los piratas. Si quieres probar suerte, este es el lugar, pero te advierto, más te vale tener algo bajo la manga.
Fullalead. El mercenario recordaba ese nombre. Hachinosu, la Isla de los Piratas. Un lugar donde solo sobrevivían los más fuertes y despiadados. No podía haber reencarnado en un lugar más peligroso.
Pero no era su estilo huir del peligro. Este era su nuevo campo de batalla, y como siempre, jugaría para ganar. Rocks D. Xebec... God Valley... Todo estaba alineándose en su mente. Había llegado en un momento crucial, y no iba a desaprovechar la oportunidad. Quizás podría cambiar su destino... y el del mundo.
"Si voy a sobrevivir aquí, tendré que ser más fuerte que cualquiera de ellos...", pensó, mientras observaba las imponentes figuras de los piratas que lo rodeaban.
Y con ese pensamiento, comenzó su nueva vida en el mundo de One Piece.
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Lobo Solitario
AdventureEl frío acero de una bala atravesó su pecho. Un mercenario solitario, conocido solo como "El Lobo", cayó de rodillas mientras la sangre escapaba de su cuerpo. Había vivido una vida al filo de la navaja, sobreviviendo guerras, traiciones y misiones i...