Cap. 27

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"Antes la odiaba, ahora no puedo vivir sin ella"

"Antes la odiaba, ahora no puedo vivir sin ella"

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POV BECKY

Empieza como cualquier otro sueño erótico.

Unas manos fuertes y duras me recorren el cuerpo desnudo; sus palmas encallecidas me aprietan los pechos. Arqueo la espalda y noto la calidez de su piel, el peso de su cuerpo inmovilizándome contra el colchón. Con sus piernas me obliga a separar los muslos y su erección me roza el sexo; su prepucio se introduce entre mis pliegues y ejerce una ligera presión.

Gimo y me froto contra eso; se me tensan los músculos internos de las ganas que tengo de que me penetre. Jadeo, estoy completamente mojada y con las manos me aferro a su trasero y aprieto, trato de ejercer una fuerza para que me folle.
Se ríe, el sonido es como un murmullo seductor, y con sus grandes manos me coge las muñecas y me las inmoviliza por encima de la cabeza.

—¿Me has echado de menos Beck? —me murmura al oído y su cálido aliento me pone la piel de gallina.

«¿Beck?». Freen nunca habla en mis sueños...

Doy un grito ahogado y abro los ojos... y en la penumbra de la primera luz de la mañana, la veo.

Es Freen.

Desnuda y excitada, Freen está encima de mí y me sujeta en la cama. Tiene el pelo más corto que antes y su magnífico rostro está contraído por el deseo; le brillan los ojos como dos joyas.

Me quedo inmóvil y levanto la vista, el corazón me late con fuerza. Durante un momento creo que sigo soñando, que la mente me está jugando una mala pasada. La vista se me nubla y me doy cuenta de que he dejado de respirar, de que la sorpresa me ha cortado la respiración.

Inspiro hondo, aún inmóvil, y ella baja la cabeza para acercar su boca a la mía. Su lengua se abre paso entre mis labios, me invade, y ese sabor tan conocido hace que la cabeza me dé vueltas.
Ya no hay duda.
Es Freen de verdad: está viva y tan vital como siempre.

De repente, me embarga la rabia. Está viva... ¡lleva viva todo este tiempo! Todas estas semanas llorando su muerte tratando de reparar mi alma destrozada, y ella estaba viva y coleando, riéndose de mis intentos fútiles de seguir adelante, seguro.

Le muerdo fuerte el labio por las ganas que tengo de hacerle daño... de arrancarle la piel igual que ella hizo con mi corazón. El sabor ferroso de la sangre me llena la boca y ella se aparta con una palabrota; se le oscurecen los ojos de la rabia.

Pero no tengo miedo. Ya no.

—Suéltame —espeto con furia y forcejeando—. ¡Eres una hija de puta!¡No estabas muerta! No estabas muerta... —Para rematar la humillación, con la última frase se me escapa un sollozo y se me quiebra la voz.

Ella aprieta la mandíbula sin dejar de mirarme; la perfección de sus labios está empañada por la marca que le he dejado con los dientes. Me coge con facilidad, con el pene en la entrada de mi cuerpo. Furiosa, me echo a un lado para volver a morderla y ella me sujeta las muñecas con la mano izquierda para agarrarme del pelo con la derecha. Ahora ya no puedo moverme; solo puedo fulminarla con la mirada, con los ojos llenos de lágrimas de rabia y frustración.

Rosas y cenizas [freenbecky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora