epígrafe | 𝟎𝟎. diez años atrás !
FELL'S CHURCH, 𝟏𝟗𝟗𝟗.
PARTE I... El diablo y yo !
,, capítulo cero. Esa noche lo cambió todo ''ERA MEDIA NOCHE CUANDO sus ojos se abrieron lentamente. Los rayos de la luna se abrían paso por su ventana iluminando su habitación, pero pese a eso se sentía una tensión en el aire, un miedo embriagador que la hacía estremecerse debajo de las sabanas de seda, acurrucándose en un rincón de la cama. Su mirada viajaba de un lugar a otro, recorriendo la habitación por completo, en busca de algún peligro, pero al parecer todo era parte de su imaginación puesto que no había nada de que temer.
Cierra nuevamente los ojos, recordando las veces en que padre le decía que en su habitación estaba a salvo, «nadie se atreve a entrar a la habitación de la princesa y ¿adivina qué? Tú eres la princesa de este castillo» decía su progenitor con ternura mientras acariciaba su cabello con delicadeza para que la infante volviera a dormir, «papá está a tu lado, ningún monstruo te lastimará» susurraba cuando ella ya estaba somnolienta casi dormida por completo. Ella le creía, creía ciegamente en sus palabras porque su padre jamás mentía, no a ella, siempre le hablaba con la verdad, incluso si era dolorosa.
Su respiración tomó un ritmo más tranquilo y lentamente comenzó a quedarse nuevamente dormida hasta que un grito desgarrador llamó su atención, sobresaltándola en su propia cama casi como si hubiera pegado un brinco. Restregó sus dedos sobre sus ojos, debatiéndose internamente si debía bajar a verificar que era lo que estaba pasando, el miedo no la dejaba levantarse, pero la curiosidad le ganaba por lo que sus pies tocaron el frío suelo de mármol antes de elevarlos para sostenerse en las puntas de estos y estirar su mano, tomando el conejo de peluche que estaba encima de la cama, colocándolo debajo de su brazo antes de encaminarse hasta la puerta sintiendo el frío recorrer su cuerpo desde la punta de los pies hasta el inicio de su cabeza.
Abandona el interior de su habitación, entrecerrando los ojos en busca de alguna señal que le indicará peligro, pero el largo y amplio pasillo lo único que le ofrecía era una dulce, fría y suave oscuridad. Pasa saliva apresurando su paso al sentir que los cuadros estaban observándola por lo que baja rápidamente las escaleras sosteniéndose de la baranda de la izquierda; —¿Papi? —lo llama en voz alta. Su voz temblando del frío mientras miraba a sus laterales en busca del antes mencionado—. ¿Mami?
No hubo respuesta, pero un grito horrorizado provino de la cocina y con pasos lentos se dirigió hasta el lugar. Pasaba saliva de vez en cuando, mientras que los nervios y el miedo hacían un recorrido por todo su cuerpo, apenas podía mantenerse de pie. La oscuridad se llevaba su valentía, y no era solamente que estuviera todo oscuro sino que también había un silencio asfixiante, no había nada que ver ni nada que oír, mientras más caminaba más perdía el valor y sentía que el lugar en el que había estado creciendo se hacía cada vez más pequeño, como si algo quisiera atraparla en aquellas paredes de color gris de la vieja residencia de los Lebedev.
—Mamá...—apenas fue un susurro el que abandonó sus labios, pero tuvo que detenerse ante lo que sus estaban presenciando. La luz de la luna iluminó el suelo de mármol de la cocina y el pánico se apoderó de su cuerpo inmediato.
Dejó de respirar en aquel instante quedándose paralizada en el marco de la puerta. Había un hombre de cuclillas cerca del cuerpo de su padre, él estaba apoyado en las puntas de sus pies para mantener el equilibrio mientras su cuerpo se inclinaba hacía el cuello blanco del hombre tendido en el suelo. A Valeska se le entrecortó el aliento cuando el hombre alzó la cabeza, posando la mirada en ella, sus ojos eran tan negros como la noche, en ellos se podían ver el triunfo que sentía, la satisfacción que le concedía el beber la sangre de los humanos, esos ojos que habían sido testigos de muchas cosas, de muerte, dolor, guerra... a través de los siglos había visto innumerables situaciones incluso si se mantenía escondido en las sombras.
El olor habitual del hogareño hogar fue remplazado por hedor caliente de la sangre, un temor enorme embargo a la infante. Sus ojos se movían por su alrededor, notando como debajo del cuerpo de su madre había un enorme charco de sangre color carmesí, la mujer pelirroja tenía los ojos abiertos, mirando a un punto fijo mientras que su mano derecha se encontraba extendida por el suelo, como si intentara llamarla, sin embargo, no se movía puesto que estaba muerta, había perdido la suficiente sangre como para no sobrevivir.
Por otro lado los ojos de su padre se movían debajo sus párpados, su vientre se inflaba lentamente antes de que exhalara el aire que intentaba retener en su cuerpo, una clara señal de que seguía vivo. Aunque no por tanto, sus ojos captan el momento exacto en que el hombre voluptuoso sonríe de lado, una sonrisa macabra que mostraba sus dientes embarrados de sangre espesa y fresca que resaltaba en el blanco intenso de sus dientes, los segundos se vuelven minutos y el tiempo es tan lento que a penas puede pegar un parpadeó cuando el hombre alzó su brazo dejando ver el arma afilada antes de penetrar el corazón de su padre con esta misma.
El hombre pudo sentir el frío aceró recorrer su interior cómo una ráfaga de viento, como el arma se hundía cada vez en él hasta que perdió fuerzas y con una última lágrima resbalando por su mejilla murió. Desde lo más profundo de su garganta soltó un grito aterrador, tan doloroso que lastimaron sus cuerdas vocales soltando el conejo de peluche mientras las lágrimas se abrían pasó furiosamente fuera de sus ojos color marrón claro.
Pensó en atacarla a ella también puesto que su blanco cuello era tentador para él, pero no tuvo tiempo dado que la puerta principal de la residencia se abrió de golpe mientras un par de vecinos exclamaban el nombre de la niña con fuerza, aunque ella seguía de pie, quieta en su lugar sollozando y gritando al mismo tiempo. Lo último que vió fue al hombre de ojos negros como la noche sonreírle de lado antes de desaparecer tan rápido como había llegado.
Los gritos se abrían paso en su garganta, y cuando todos vieron aquella escena se quedaron paralizados por un momento hasta que uno de los hombres toma a la infante en sus brazos, cubriendo sus ojos con una mano mientras ella seguía sollozando, optó por sacarla de la residencia intentando calmar su llanto, pero esa noche todos supieron que nada volvería a ser igual para Valeska. Esa noche, fue la noche en que lo perdió todo y la misma en la que nadie le creyó una sola palabra. Fue la noche en que fell's church la catálogo cómo una loca traumatizada.
Todo por culpa de aquel hombre.
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is it a crime ♱ the vampire diaries books
Fanfictionno te puedo dar más que eso, seguramente lo quieres de vuelta