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Narra Juanjo

Otro día más en una vida que no sentía que era mía, no me gustaba lo que estudiaba pese a que fuera el mejor de la clase y sentía que a mi alrededor se estaba derrumbando, pero debía ser fuerte por mi familia.

-¡Juanjo! hazme caso maricón, te he dicho que tenemos que apuntarnos al amigo invisible, mira está todo lleno de carteles, menos mal que me lo ha hecho Ruslana, porque con segunda de bachillerato me la paso disociando de un lado a otro

-Pero que dices Álvaro, estoy yo para amigos invisibles, vamos no me jodas

-Pero Juanjo, te llevas un amigo si o si, además, te vendrá bien entretenerte con algo.

-Álvaro, que te he dicho que no! Espera ¿Ruslana es la pelirroja que va siempre con Martin?

-Ah, del niño es así que quieres hablar ¿no?

-Álvaro ¿tú crees que sería raro invitarlo a mi cumple?

-Pero Juanjo, si solo quedan tres días para tu cumple ¿no es muy precipitado? vas a espantar al chaval, mejor vamos al amigo invisible y nos sentamos con él y sus amigos.

-No sé Álvaro, me lo pienso ¿cuando es?

-Hoy séptima

-¡Hoy a séptima! joder voy a tener que ir ¿no?

-Si quieres ver a tu novio, sí, maricón

-vete a la mierda.

Estos tres cumpleaños sin Martin no han acabado de ser felices para mí sentía que faltaba algo o más bien, alguien que me hiciese fotos con su cámara de juguete o digital, que me propusiera los mejores juegos, que fueron a abrazarme ilusionados solo porque había soplado las velas, o mi parte favorita que se quedase toda la noche en vela conmigo para celebrar mi nuevo año, igual ese algo que me faltaba tenía nombre y apellido.

(Hace nueve años)

-¡Que no lo voy a invitar- gritaba Javier por toda la casa.

-¿Pero qué más te da? Es sólo un niño más. Además, así yo puedo jugar con alguien.

-¡Que no! Que ese niño es un rarito. Mis amigos me dijeron que hasta iba a ballet, como las niñas.

¿Martin? ¿Iba a ballet? No me lo había dicho. Esta última semana habíamos estado pasando recreos juntos. No sé cómo lo hacíamos, en realidad. Siempre empezábamos el patio con nuestros respectivos amigos y lo acabábamos juntos. Como si tuviéramos un iman. Además, el otro día le ayudé a él y a mi hermano a hacer su trabajo. Se podría decir que más que el trabajo de Martin y Javier, era el trabajo de Martin y Juanjo. Me daba rabia que no lo invitaran. ¿Qué más le da? Así no tendría que aguantar otro cumpleaños con los amigos idiotas de mi hermano. Que sólo se preocupaban de ser idiotas y de ir a por una pelota.

-Javier, retira eso. Martin no es raro.

-Claro que lo es, seguro que hasta se pone una faldita rosa.

De repente empujé a mi hermano al suelo y empezamos a pelear a base de arañazos, codazos, patadas y tortazos. Me hervía la sangre, si Martin se quería ponerse una falda, ¿quién éramos los demás para juzgar que se ponía?

-¡Juanjo! ¡Javier!- gritaba enfadada separándonos a ambos- ¿Se puede saber qué hacéis? ¡Estáis castigados!

-¡Pero mamá!- gritábamos al unísono

Me tenía que hacer con el control de la situación. Así, a lo mejor podría hacer que viniese Martin, además, sabía que a mi madre lo amaba.
Javier se fue corriendo a su habitación llorando de rabia, mientras yo me acerqué con lágrimas en mis ojos a mi madre. No era justo que se metieran con Martin, y menos mi propio hermano.

-¿Que ha pasado cariño?

Mi madre sabía que no solía llorar con facilidad, y menos a causa de una pelea con mi hermano.

-Es que no me gusta que se metan con Martin- Entonces rompí a llorar.

-Pero cariño, ¿quién se mete con Martin?- Me contestó mientras me abrazaba.

Estuve un rato llorando en brazos de mi madre, pensando en que había niños crueles que se podían meter con mi Martin, solo porque bailaba.

-Es que Javier se ha metido con Martin, y decía que era una niña por hacer ballet- Dije mientras sollozaba- Además, no le quiere invitar a su cumpleaños porque dice que es un raro.

-¿Que Javier qué? No te preocupes cariño, yo hablo con él, y ten por seguro de que Martin irá al cumpleaños de Javier. Pero a ti también te tengo que castigar con algo.

-Lo sé mamá, y siento haber pegado a Javier.

-Muy bien cariño, voy a hablar con tu hermano.

(Vuelta a la actualidad)

Álvaro, Bea y yo entramos por la puerta del aula donde se repartían los nombres del amigo invisible. Las mesas eran grandes, y en cada una había seis sillas. Mis amigos y yo nos dispusimos a sentarnos en la que estaba vacía, ya que el maravilloso plan de Álvaro era que Martin y sus amigos se sentaran con nosotros.

-Tú no te preocupes maricón, en nada tendrás a tu amiguito a tu lado.


Narra Martin

Por fin se habían terminado las clases. Ahora Rus, Kiki y yo vamos de camino al aula, donde iba a ser el reparto de papeles para el amigo invisible.

-No te preocupes Martin, ya he hablado con trece personas de bachillerato, por si les toca a Juanjo. Eso sí, Álvaro no, no vaya a ser que nos delate.

-¿Trece personas? Ruslana seguro que se entera. ¡Qué va! que es gente, o de fiar, o que me debe una.

-Joder, Ruslana.

-Yeah, Rus is the best- Dijo Kiki.

Mis amigas y yo entramos al aula, donde había gran parte ocupada por otros alumnos.

-¡Ruslana! sentaos con nosotros si queréis- Dijo Álvaro.

Espera, ese es Álvaro, el famoso amigo de Juanjo, que iba a la academia de inglés con Ruslana. Y a su lado está Juanjo. Dios, me va a dar algo. De repente, mis piernas van solas dirección al maldito sitio libre al lado de Juanjo.

-Hola Juanji, digo, Juanjo, quería decir Juanjo.

Mierda, una palabra y ya le había jodido la conversación. Seguro que estoy color tomate, y Juanjo pensará que soy un idiota por llamarle por el apodo que le puse cuando teníamos ocho años. Mierda.

-Hola Pumuki- me contestó con la sonrisa más bonita del mundo.

Nos quedamos mirando un rato, como si estuviéramos memorizando nuestras nuevas imágenes adolescentes. En realidad, Juanjo decía igual, alto y fingiendo que por dentro no era la persona más cariñosa y buena de este mundo. Al parecer, fue bastante tiempo, ya que cuando nos quisimos dar cuenta, el aula estaba lleno y el profesor había empezado a hablar.

-Vale, chicos y chicas, voy a explicar la dinámica del amigo invisible para los que no estuvieron el año pasado, pero seguro que la mayoría lo explicaría mejor que yo. Vale, los alumnos de primero solo les pueden tocar a alumnos de segundo, y los de segundo igual, solo alumnos de primero. Muy bien, esto es muy sencillo. Hemos ido apuntando vuestros nombres mientras entrabais, y ahora mi compañero os va a repartir un papelito donde pone el compañero que va a apuntar vuestros nombres. Por favor, si sale vuestro nombre, decidlo cuanto antes. Dicho esto, empecemos.

El profesor empezó a repartir persona por persona, hasta que me tocó a mí. Y despliegue el papel. Pablo Delgado, ¿quién coño es Pablo? Miré a mis amigas para intentar analizar sus caras. Pero en sus caras no pude leer Juanjo. ¡Mierda! Había que recurrir a los trece contratos de Ruslana. Tras diez minutos, ya volvíamos a estar todos fuera del aula. Apenas habíamos cruzado palabra, ya que estábamos con el grupo de Juanjo.

El Amigo Invisible | JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora