Día siete

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—Félix, joder. Aléjate cinco segundos que me estás hostigando y no voy a dudar en soltarte un puñetazo en esa jodidamente bella cara que tienes. — Lo reprendí, alejó su cara de mi cuello y sus manos que antes acariciaban mis muslos dejaron de hacerlo cuando escuchó como me quejaba.

—Esta es la única forma que tengo para aliviar mi deseo de cogerte.

—¡Cierra la boca! — Dije avergonzada mientras volteaba a ver hacía dónde estaba mi mejor amiga. Aquella nos veía horrorizada y se rascaba la nuca a pausas extremadamente lentas.

Arrugué la nariz para ver a Félix irritada — Perdón, Alana. — Susurré, aquella negó con la cabeza moviendo las manos en el aire tratando de aliviar el ambiente.

—Claro, ustedes… Sigan hablando, de hecho es súper tarde, ya debería de estar en casa. — Dijo dándose la medía vuelta para salir de la habitación, hace minutos estábamos hablando de ropa hasta que Félix llegó con la frente ardiendo y un par de cosas más, me obligó a sentarme en su regazo y cuando traté de seguir hablando con Alana comenzó a frotarse contra mi recibiendo un par de golpes en el costado de mi parte.

Habían pasado aproximadamente siete días desde que hicimos la apuesta -la primera semana, todavía faltaban otras tres- y Félix no paraba de provocarme, yo tampoco podía parar de provocarlo.

Tal vez sería bueno ceder ante él ya qué el que terminaría siendo mi esclavo sería él y yo ya me estaba dando por vencida, me arrepentí de estipular tres semanas en vez de una. No dude de mis capacidades para resistir y eso fue lo peor que pude hacer en la vida. Lo extrañaba.

Extrañaba sus besos, sus manos, sus caricias y la forma en la que su cuerpo encajaba con el mío de forma casí imposible, pero lo hacía.

— Félix. Bésame. — Le dije, levantandome para darme la vuelta dejándome al alcancé e sus manos morbosas, me vió con la mirada iluminada.

No lo pensó ni dos segundos cuando agarró mis mejillas con ambas manos y presionó agresivamente sus labios contra los míos, comenzamos a besarnos con una furia desalmada y sentí como mi corazón comenzaba a palpitar aceleradamente y una que otra cosa más comenzaba a hacerlo al mismo tiempo. Escupí un gemido mientras Félix deslizaba su lengua por mi labio inferior tratando de introducirla en mi boca.

Clavé mis uñas en sus hombros llena de éxtasis, lascivia, deseo. Respiré pesadamente por la nariz mientras su lengua recorría mi cavidad bucal con agresividad. Fruncí el ceño tratando de concentrarme y seguirle el paso, pero Félix estaba tan desesperado que me resultaba imposible.

Cuando se separó de mis labios pude saborear el oxígeno, había olvidado como se sentía respirar.

Mi labial rojo vino estaba esparcido por sus labios y probablemente yo estaba igual, estaba completamente agitado como si hubiera corrido un maratón conmigo cargada en los brazos.

— Carajo — Exhaló, solté una carcajada y me abalancé sobré él empujándolo hacia el colchón.

— ¿Quieres esto? — Le susurré presionando mis caderas contra las suyas, me vio fíjamente con los ojos entrecerrados, conteniendo un jadeó. Reí internamente al ver la posición tan agitada y afectada en la que se encontraba.

— Preciosa, lo deseo tanto...

— Puedo guardar el secreto y la apuesta seguirá en pie después de esto si decides portarte bien. — Le dije suavemente al oído, me vió fijamente por unos segundos hasta que soltó un suspiro pesado por la nariz, me tomó por el cuello con una mano para guiar mis labios a los suyos, solté un gemido de sorpresa ante el repentino movimiento.

Me hizo rodar en el colchón hasta que me apoye contra él y terminó encima de mi devorando mis labios de forma violenta.

Deslizó su boca hasta mi cuello de forma pesada mientras se apoyándose en sus antebrazos para no aplastar a su esposa. Solté un jadeó mientras trataba de sostenerme de sus hombros, su boca iba en dirección descendiente de mi cuello hasta mis clavículas, llegó hasta mi escote donde dejó un par de besos. Le desabroché los pantalones torpemente y tiré su cinturón hacía otro lado huyendo de la responsabilidad que supondría tener que olvidar este sentimiento. Llevaba un par de días estresada por los estudios, los eventos de clases sociales altas a los que estábamos obligados a ir, organizar un evento que mi mamá me pidió que hiciera para el cumpleaños de mi sobrina y un par de cosas más, estaba segura de que esto me serviría mejor que un masaje o una siesta.

Amaba a Félix y a la habilidad que tenía en las manos para hacer que me olvidara de todo lo que sentía aún que sea por un momento.

Me quitó la camiseta rápidamente dejándola caer en el colchón y me observó con deseo por unos segundos, después de la pequeña pausa que tuve para respirar hundió su cara entre mis senos besando mi piel expuesta por el escote del sostén de encaje que llevaba puesto ese día.

— Me encanta que uses ese color... — Susurró suavemente cuando separó su cara de mi piel mientras desabrochaba mi ropa interior.

— Sabía que ibas a pedirme esto hoy. — Dije mientras lo veía tirar la prenda rosa al suelo, sonrió divertido y me jaló los shorts de mezclilla apretados que llevaba, desnudandome poco a poco a una velocidad increíble.

Me vió fijamente mientras se arrodillaba entre mis piernas para quitarme mejor la prenda, me sonrojé. No pude evitarlo.

Aquél desvío la vista a mi abdomen y sonrió mientras acariciaba con el pulgar el piercing que me decoraba el ombligo de forma sutil. Acercó su boca al área para dejar un beso mientras se bajaba lentamente el boxer.

Anhele ver esa parte de su cuerpo, pero se quitó la camiseta rápidamente. La puerta de la habitación se abrió y solté un grito, Félix me cubrió con su camiseta rápidamente apoyándose sobre mí, ambos volteamos a ver  a la misma dirección.

Alana estaba parada en la puerta viéndonos con la boca completamente abierta.

— ¿¡Qué tú no ya te habías ido!? — Me queje

— ¡Vine a despedirme!

Suspiré y desvíe la mirada hacía Félix quien tenía la cara hundida en mi cuello, muriendo de risa. — ¿¡De qué te ríes!? — Proteste avergonzada y le di un empujónsito.


































































 — ¿¡De qué te ríes!? — Proteste avergonzada y le di un empujónsito

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