Capítulo 2/3: Luna & Camila

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El amor que sentía Camila por Luna había nacido desde el mismo instante en que se conocieron en aquel patio del colegio, cuando se vieron por primera vez eran apenas unas niñas así que el revoloteo desesperado de mariposas en su interior no tenía nombre ni sentido para ellas. Lo que si quedó claro para ambas fue que una sería parte especial en la vida de la otra y viceversa. Se acompañaron, se aconsejaron, hicieron travesuras, se divirtieron, siempre juntas de la mano, permitiéndose descubrir poco a poco la verdadera naturaleza de sus sentimientos. No era solo una amistad o un deseo de compañía, era amor, del bueno, del bonito, del que te cambia la vida, del que dura para siempre. De ese que te va llenando en todos los sentidos y te hace volver a creer en los cuentos de hadas porque todo lo que deseas es un "felices para siempre" que te permita eternizar aquellos momentos que compartes con tu ser amado.

Luna era su persona, su alma gemela, el amor de sus vidas, Camila lo supo en cuanto vio la belleza de sus ojos y la ternura en su sonrisa, con el paso del tiempo solo confirmó esa primera impresión. Era su todo, su amiga, su consejera, el motivo de sus risas, su compañera de aventuras, su primera y única novia, no se imaginaba con otros dedos entrelazados a los suyos, besando otros labios o que alguien pudiera abrazarla con la mirada como lo hacía su chica. Le llenaba el alma y los sentidos, en sus brazos se sentía capaz de tocar el cielo con las manos y todo cuanto deseaba era compartir el resto de sus vidas con ella. Por eso estaba decidida a dar el siguiente paso, casarse, a pesar de su juventud las dos eran muy maduras y con las ideas muy claras del futuro que querían construir.

- Aun son muy jóvenes - le había comentado Nicole, su madre, el día en que le contó de sus intenciones - Puedes esperar un poco más.

- ¿Para qué, mamá? Si yo la amo con todas mis fuerzas - respondió Camila con los ojos cargados de la honestidad que desde siempre acompañaban sus palabras. No tenía sentido alargar la espera, el amor estaba ahí y no se iría a ningún lado, el deseo y los sueños tampoco.

- No sé, conocerse mejor, tal vez - comentó y su hija parecía no entender del todo su postura. ¿Conocerse? Si pasaron la mayor parte de su vida una al lado de la otra - El matrimonio es algo muy serio, Camila, es otro nivel de compromiso. No es como hacer un pinky promise o pasar un verano juntas, es una decisión de vida. ¿Por qué no conviven un tiempo? - abrió sus ojos muy grandes.

- Lo que quieres es quedarte sin hija, como le proponga que vivamos juntas sin estar casadas le daré a la señora Valentina la última razón que necesita para matarme y colgarme en la plaza - su madre soltó una carcajada y ella se contagió - Sabes que no lo permitiría, por muy liberal que quiera ser nunca estaría de acuerdo con algo como eso. Y la verdad es que yo tampoco, yo con Luna quiero todo, casa, niños, perros, gatos - hablaba con la voz llena de ilusión y una sonrisa que se negaba a no aparecer cuando pensaba en su ojiazul.

- Te prometo que lo entiendo, pero piensa en lo siguiente - la miró fijamente a los ojos - Tú acabas de ascender en el banco y Luna está terminando su maestría porque en poco tiempo también tendrá que asumir la dirección del emporio Carvajal, ambas están a la puerta de dar unos pasos gigantes en sus carreras, a pesar de ser tan jóvenes. ¿Crees que Luna esté preparada para casarse justo ahora? - algo hizo clic en la cabeza de Camila, algo de razón tenía su madre, a sus 25 años encaraban retos profesionales importantes y no estaba clara si pudieran afrontar también un matrimonio - Quiero que te quede muy claro que no me opongo a que te cases, sabes que adoro a Luna y sé que se aman profundamente, solo te pido que lo pienses bien porque es una decisión importante y no estaría bien que, sin querer, arrastraras a tu novia a dar un paso para el que no está lista - se puso de pie y besó su cabeza con infinita ternura - Te quiero - le dijo antes de irse a la cocina. Camila quedó reflexionando sobre lo que acababa de poner sobre la mesa su madre, tal vez tenía razón o tal vez no, realmente importaba la edad o el avance profesional tanto como para determinar si te unes o no a la persona que amas. Ellas creían que no, pero siempre era mejor hacer caso de aquellos que poseían experiencia en la materia llamada vida.

Destinadas tú y yo: Luna & CamilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora