No dejaré que la muerte me atrape

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La celda fría en el último piso de la torre le era irreal, el eco de las gotas entre las paredes se mezclaban con el ruido de las patas de las ratas arañando el piso inacabado y lleno de hedor. Parecía que ella se había convertido en una de las villanas de los cuentos de hadas que al final eran derrotadas y condenadas a un fin miserable. Ubicada en la celda más alejada de la torre más alta – donde los nobles eran encarcelados – se encontraba ya desde hacía días cumpliendo con su condena después de un juicio tan injusto.


¿Cuándo se había echado a perder todo? ¿En el momento que sacó ventaja subiéndose la falda hasta arriba de las rodillas para seducir aún con una herida de gravedad y un grito ahogado en la garganta al emperador del imperio de oriente? ¿O cuando le robó el marido a la emperatriz más benevolente y correcta del imperio? Tal vez ahí se torció un poco, pero él se encargó de que todo saliera bien a pesar de sus fechorías y simplemente... se confió.


¿Tal vez cuando empezó a desear más y tener la obediencia ciega e ilimitada de la gente que estaba a su alrededor? No lo sabría con exactitud, al parecer todo había estado mal desde un principio y solo ahora se percataba de ello, su raciocinio nunca fue el más correcto viviendo entre esclavos y nobles cero benevolentes. Aprendió a sobrevivir sin importarle cómo lo lograba mientras eso significara que ella estaría bien.


Pero, aún así, en el momento que Sovieshu le dio rienda suelta a sus bajos instintos y la dejó ser sin jamás detenerla, ella pudo haberse detenerse sola ¿verdad? Y no lo hizo, decidió seguir hasta ver en qué momento paraba o era detenida por él, y en algún punto se volvió un juego enfermizo de intentar competir de quién podría más. Qué ilusa, fue un juego que desde el inicio jamás pudo ganar y pese a ello luchó aún más fuerte sabiendo que todo lo hacía estaba mal... Volviéndose mala persona.


De amante, su poder se debía al amor incondicional que tenía el emperador por ella, era profundo pero inestable, aumentaba y se reducía de acuerdo al temperamento de Sovieshu así que nunca pudo decir que era un poder real. Al hacerse emperatriz, solamente –como lo había prometido Sovieshu – fue un título de papel que nunca pudo fungir ya que no le fue permitido, fue un títere que quería Sovieshu poner en su estante más hermoso mientras confabulaba un plan para darle el título de princesa heredera a su única hija y después traer de vuelta al mayor orgullo de Oriente, Navier... Y ella... ¿Qué hubiera hecho con ella después? ¿Arrebatarle a su hija para que la criara otra mujer mientras ella era olvidada en un rincón anexo de algún castillo lujoso? Tal vez ese era el plan. Así que realmente a él no le interesó mucho lo que hacía en el intermedio en que se desarrollaba todo y por eso jamás le dio la autoridad digna que le correspondía y que bueno, porque no sabía a qué nivel habría llegado de haber tomado tanto poder entre sus dedos. 


Estaba sola en un mundo de lobos sin la educación pertinente, sin valores, llena de inseguridades, un pasado traumático y un amante intermitente con el que no podía contar, nunca tuvo oportunidad... el emperador nunca le puso un alto a sus atrocidades y ella fue perdiendo su humanidad poco a poco y solamente al estamparse al final con una pared llena de sus delitos es que fue arrastrada hacia su condena sin siquiera una mirada del hombre al que había amado.


¿Alguna vez la amó a ella? ¿Ese instinto libidinoso de casi tomarla en el coto de caza fue solamente un ardiente deseo pasajero o realmente vio algo en ella? En todo el tiempo que estuvo como amante Sovieshu jamás visitó los aposentos de Navier, así que al principio pensó que era desahogo carnal y lo vio como una ventana de oportunidad y conforme aumentaron sus encuentros las miradas y palabras dulces que le dedicaba así como sus fuertes brazos que la sostenían entre las noches... como defendía sus palabras aunque fueran mentira y como protegió su integridad al darle un estatus la terminó eclipsando pensando que realmente se había enamorado de ella –al igual que ella de él –y pensó, lo había logrado, sentía que estaba envuelta en un cuento de hadas donde la esclava había capturado el corazón del máximo representante del imperio y el poder del amor lo podía todo. 

What if La emperatriz divorciada; Rashta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora