Capítulo 1: La deuda.

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La taberna "El Dragón Descansado" era un lugar donde las historias comenzaban y terminaban entre jarras de cerveza espumosa y el denso humo del tabaco. Las paredes de madera envejecida crujían con cada movimiento, y las lámparas de aceite proyectaban danzantes sombras sobre las mesas abarrotadas de viajeros y lugareños. Las risas y conversaciones llenaban el aire, pero una mirada furtiva entre los parroquianos revelaba la tensión que se escondía debajo del bullicio.

Cerca de una esquina oscura, Aldrin, un hechicero, pasaba las páginas de un tomo antiguo, buscando respuestas entre los misterios del Éter. Su semblante, aunque relajado, mostraba la concentración de alguien que ha visto más allá de lo común. De cabello oscuro y ojos verdes, parecía distante, abstraído del bullicio que lo rodeaba, aunque no podía evitar lanzar miradas ocasionales hacia su amiga, que parecía estar metida en otro lío.

Lyra, una mediana, amiga de Aldrin, estaba en medio de su más reciente "espectáculo". Con su laúd en mano y su pelo dorado alborotado, saltaba de mesa en mesa, entonando una canción provocativa sobre unos héroes que habían humillado a un grupo de bandidos torpes. Sus ojos chispeaban de diversión mientras desafiaba a los parroquianos a seguirle el ritmo. Algunos reían, pero otros no estaban tan contentos. Entre ellos, un grupo de mercenarios, liderado por un hombre corpulento y cicatrizado, se alzaba como una sombra amenazante.

—¡Basta de estupideces, pequeña!- gruñó el líder del grupo, derribando una jarra sobre la mesa con un golpe seco.

En lugar de detenerse, sonrió con más descaro rasgueando las cuerdas de su laúd con más fuerza. —¿Qué pasa, grandullón? ¿No te gusta la música? Quizá porque te recuerda lo torpe que eras antes de ganarte esa cicatriz.

Aldrin, que ya había levantado la vista de su libro. —Aquí vamos otra vez...—murmuró para sí mismo, preparándose para lo inevitable.

El mercenario,que no tomó la broma a la ligera, con un rugido, empujó la mesa hacia un lado y avanzó hacia Lyra, alzando su puño como si fuera un martillo listo para golpear. Sin embargo, con la agilidad de su pequeña estatura, esquivó el golpe con una risa burlona.

—¡Vaya, qué lento! gritó, saltando a una mesa cercana, desatando una carcajada entre los espectadores.

Pero la diversión no duraría mucho, ya que dos de los compañeros del matón se levantaron rápidamente, uno desenfundando una daga mientras el otro se lanzaba hacia Lyra.

La taberna, en cuestión de segundos, se convirtió en un campo de batalla improvisado. Jarras se rompían, sillas volaban, y las risas se convirtieron en gritos de sorpresa.

Aldrin, ahora completamente involucrado, se levantó de su asiento, agitando una mano en el aire. Las palabras arcanas salieron de sus labios mientras el aire a su alrededor crepitaba con energía etérica y justo antes de que el hombre armado con la daga pudiera acercarse a Lyra, lanzó un pequeño destello de luz que cegó temporalmente a sus oponentes. Pero, como aprendiz de magia, su hechizo no fue lo suficientemente fuerte para detenerlos completamente, pero si lo suficiente como para que Lyra saltara de la mesa justo a tiempo para evitar una puñalada, aunque sus movimientos la llevaron hacia una esquina, donde quedaba atrapada. —¿Un poco de ayuda, Aldrin?— gritó, ya sin esa chispa confiada de antes.

Uno de los matones, cegado pero furioso, recuperó su compostura y se abalanzó hacia Aldrin, que no tenía más hechizos preparados para el momento.

Las cosas estaban a punto de complicarse cuando las puertas de la taberna se abrieron de golpe, y una figura alta e imponente se recortó en el umbral.

Seraphine, una semielfa alta e imponente, se recortó en el umbral de la taberna con tal autoridad que el caos se detuvo por un instante. Su armadura de placas, adornada con intrincados grabados familiares, relucía bajo la luz tenue de las lámparas. Su rostro, marcado por una mezcla de cansancio y firmeza, y sus ojos azules penetrantes revelaban la determinación de una protectora nata. Avanzó sin dudar hacia el centro de la taberna, con cada paso resonando con propósito.

Bajo un cielo cambianteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora