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El gusto metálico se le mezclaba con la saliva. Lisa pasaba la saliva con asco y dificultad. Cree haber tenido un ataque de pánico que llevó a que se autolastimara, sin embargo, no olvidaba la figura masculina en la entrada de su habitación antes de haber podido cerrar sus ojos. La idea de haber sido una alteración de su cabeza la llevó a cuestionarse si realmente se encontraba bien psicológicamente, quizás Marco tuvo razón cuando le gritó que estaba loca y que iba a terminar sola.

O quizás solo lo veía de esta forma porque no le quedaba otra opción más barata.

Se tocó los labios mientras se ponía de pie y caminaba hacia el baño, tenía un tajo en ellos, parecía un corte que se había podido realizar ella misma con sus propios dientes. Cansada de tanto alboroto interno, suspiró mientras sacaba de su mini botiquín agua oxigenada, gasas y algunas cosas más para limpiarse la herida. Una vez que terminó de realizar su limpieza, se puso una curita.

Salió del cuarto adentrándose esta vez de nuevo a su habitación. Miró el reloj que tenía colgado al costado del ventanal que la llevaba al balcón. No habían pasado más de veinte minutos desde que se había dormido, seguramente en un rato estaría con un dolor insoportable de cabeza por haberse cortado el sueño ella misma.

Miró a su alrededor, el ambiente se sentía tenso y algo incómodo. Buscó su celular, pero no recordaba en donde lo había dejado, cuando dio un paso para acercarse a su escritorio, escuchó unos pasos, unos que no estaban entrelazados con los suyos. Caminó a pasos acelerados y rápidamente marcó al número de su amiga, quién, por suerte y bendición, le respondió al segundo tono.

- Hola cariño, ¿Que haces? -la voz dulce de su amiga le generó mucha tranquilidad.

Lisa miró a su alrededor.

- Hola Nini. -le habló con el apodo que le había puesto hacia poquito, no solía usarlo mucho porque a la castaña no le gustaba-. ¿Estás ocupada?

- Mgh, no -respondieron del otro lado del teléfono-. ¿Por qué? ¿Necesitas algo? ¿Quieres que salgamos? Todavía no almorcé, podríamos almorzar juntas. Me olvidé de decirte antes de que te dejara en tu casa que podríamos ir a almorzar en lo de los padres de Tae, dicen que abrieron un restaurante de comida cacerita.

- Lo siento -se disculpó antes de esquivar lo que su amiga le hablaba-. Necesito que vengas a buscarme, creo que alguien se metió en mi casa -lo último fue expresado en voz baja.

- Voy enseguida.

La llamada fue finalizada.

La pelinegra empezó a grabar con el grabador de audio lo que sucedía a su alrededor, por si el destino le jugaba en contra y sea quien sea el que estuviera allí, le llegara a hacer daño. Dejó el celular adentro del bolsillo de su pantalón. Luego, rebuscó su billetera y la llave de la entrada de su casa. No miró el pasillo que la conectaba con el baño y la otra habitación que tenía para practicar danza. Solo pasó de largo y bajó las escaleras con exaltación, pidiéndole a lo que sea que la escuchara en ese momento; que nadie le llegase a hacer daño.

Cuando su pie tocó el último escalón, escuchó los pasos acelerados detrás de ella y no dudó en correr hacia la puerta principal, donde, curiosamente, el picaporte no tenía puesto el seguro.

Lo habré olvidado.

Y cuando quizo abrir la puerta, sintió un toque en una parte de su nuca y lo último que observó, fueron los zapatos negros, ya que era lo único que su visión le permitió observar.

[...]

Sentía el ruido de unas sirenas, más un escándalo de choques metálicos en el lugar. Había una luz que le impedía abrir los ojos, sin embargo, alguien le acariciaba la mano. Cuando logró separar de a poco sus párpados, a su costado derecho se encontraba Jennie; su mejor amiga. Y del otro lado, se encontraba Taehyung, el chico que trabajaba en la empresa donde ambas eran parte del personal, él se dedicaba a la parte de seguridad en el estacionamiento del personal.

Heal | jjkk ;; lsmn ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora