CAPÍTULO CUATRO

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Jin parecía cualquier cosa, menos cómodo, con un viejo chándal de Sunoo. Sentado en el borde del sofá, con la espalda recta pero la cabeza inclinada, parecía listo para escapar.

NamJoon se sentó sobre la mesa, enfrentándolo.

—Jin, algunas personas vendrán a verte mañana.

Un estremecimiento breve comenzó en el cuerpo delgado, pero se detuvo rápidamente.

—Los complaceré como desees, Amo.

NamJoon sacudió la cabeza. Debería haber imaginado que Siwon compartiría a su esclavo.

—Solo quieren hablar y yo quiero que les contestes honestamente.

—¿Sobre qué? —la respiración de Jin se aceleró, casi jadeando.

—Sobre tu padre adoptivo y sobre tu antiguo Amo. —NamJoon mantuvo su voz severa. Esta sería la primera, verdadera prueba de la obediencia de Jin—. ¿Entiendes?

Los dedos de Jin retorcieron el material de los pantalones de deporte.

—Sí, Amo.

El reconocimiento fue un mero susurro mientras sus hombros temblaban.

—Jin, mi nombre es NamJoon. Dilo.

—Amo NamJoon.

—No, solo mi nombre. —NamJoon se levantó y luego se movió hacia el sofá, junto a Jin—. Escúchame

Giró el cuerpo, así podía ver el perfil de Jin.

—Estas personas de mañana, preferiría que no sepan que soy tu Amo. Por mi negocio, mi trabajo, necesito que hagas eso. Si no puedes decir mi nombre, entonces no me llames de ningún modo. Sería más fácil si pudieras llamarme NamJoon. —Pasó una mano por la tensa espalda de Jin—. Inténtalo.

—NamJoon... —la palabra fue susurrada como una caricia.

—Bien. —tomando la barbilla de Jin, la levantó hasta quedar frente a frente. Inclinándose sobre él, NamJoon colocó un beso suave sobre sus labios—. Muy bien.

NamJoon se recostó sobre la cama con un suspiro agotado. Le extrañó sentirse tan cansado, considerando que había dormido la mayor parte de la tarde. La tensión de la situación no ayudaba. Metió a Jin en la cama de Sunoo y lo instruyó para quedarse allí. Dejó muy claro que no quería una repetición de esa tarde. La boca del hombre era una maravilla, pero tenía que aprender disciplina.

Mañana no iba a ser fácil. Si tan sólo Jin pudiera pasar por la entrevista sin desmoronarse. Los pensamientos de NamJoon se agitaban en su cabeza, evaluando todos los resultados posibles. Demasiadas cosas podrían salir mal, pero la entrevista era necesaria.

El sueño no llegaba a pesar de su agotamiento. Bajando de la cama, agarró la bata que colgaba del respaldo y se dirigió hacia la sala de estar. Abriendo la ventana, respiró el aire fresco de la noche. Su casa estaba en un vecindario tranquilo, al menos para lo que era Nueva York. Los sonidos del tráfico eran distantes, pero NamJoon estaba acostumbrado a bloquearlos. Los pasos suaves detrás de él parecieron ruidosos comparados con los sonidos de la noche.

NamJoon no se giró, sino que siguió mirando fijamente por la ventana.

—Jin, deberías estar durmiendo.

—Lo siento, Amo. ¿Me castigarás? —su tono parecía casi esperanzado.

—¿Quieres que te castigue? —NamJoon se giró para mirarlo. Después de todo lo que Jin había vivido, su petición dejó a NamJoon atontado.

—Si lo deseas, Amo.

—¿Y qué deseas tú? —dijo NamJoon alejándose de la ventana.

Un rayo de luz, de la farola en la calle, cubría a Jin. Vestido con un holgado pantalón de deporte y una camiseta, su excitación tensaba el frente de sus pantalones. Tragó con fuerza mientras su cuerpo se estremecía.

30 Días - NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora