5. El maldito amo del conde (5)

6 0 0
                                    


"Si dices una palabra más, te mataré aquí mismo".

"... ... ."

"Sal ahora".

Ya sabía que las familias reales y los nobles guardaban armas en sus

dormitorios para defenderse. Pero me pregunto de dónde diablos salió algo que

no existía hasta hace un momento.

Y lo decía en serio. Aunque sabía que ese no podía ser el caso, tragué saliva

seca sin darme cuenta cuando me encontré cara a cara con los ojos turbios que

parecían mirarme directamente.

"Está bien, entonces echaré un vistazo a tu ropa interior".

Después de enderezar mi espalda, salí de la habitación, sosteniendo la pila de

ropa que había sido recogida a un lado. Por supuesto, tan pronto como cerré la

puerta, mis piernas perdieron la fuerza.

Me deslicé y me senté frente a la puerta. Mi corazón latía con fuerza. La

sensación del hocico tocando mi frente es clara. ¿Realmente quisiste disparar?

¿Por qué pasaste por alto esto?

El dueño de la casa del conde aquí es verdaderamente un loco.

Lenica pareció un poco sorprendida cuando le entregaron la canasta llena de

ropa sucia. Pareció sorprendido de que yo, que siempre traía solo una funda de

almohada o sábanas con una expresión cansada en el rostro y ropa desordenada,

me hubiera dado una ropa perfecta hoy.

Ella era una de las pocas personas que veía todos los días desde que llegué a

esta mansión. Todas las mañanas venía personalmente al anexo para lavar la

ropa y traer cosas nuevas para usar.

"Parece que las cosas salieron bien esta vez".

"Gracias al maestro".

Gracias a ti, estoy pasando por un momento difícil.

No podrás ver mi cara de todos modos debido a mi flequillo, pero levanté la

comisura de mi boca que aún estaba expuesta. Incluso si me quejaba de que era

difícil, no sabía cómo se escucharían las palabras, así que tenía que fingir que

estaba bien. Lenica me miró de arriba abajo como si me hubiera vuelto a ver,

luego tomó la ropa sucia y se fue hacia el edificio principal.

Una vez que ella se fue, suspiré y caminé hacia el interior.

Esa es toda la cosecha de esta mañana. El desayuno, como siempre, acabó

con un giro inesperado. Lo recordé apuntándome con una pistola a la frente, así

que esta vez no pude ser contundente. Anoche tampoco comí nada, pero a él no

le importó.

Por eso mi cuerpo es tan delgado. No comió adecuadamente. ¿No es fantástico

que una vez que traes algo lo tires?

Gracias a eso, me correspondía a mí deshacerme de la comida que él no

La doncella secreta del condeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora