Vínculos frágiles

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Días después del incidente, Tomioka volvió a casa del hospital. Aunque la herida física no había sido tan profunda, el dolor emocional seguía latente. Kyojuro y Uzui no lo dejaban solo ni por un momento, turnándose para acompañarlo, asegurándose de que no hubiera un resquicio de soledad que pudiera atraparlo de nuevo.

Tomioka se sentía abrumado, pero también aliviado. Sabía que estaba en buenas manos, pero no podía evitar el peso en su pecho, esa sensación constante de que seguía siendo una carga. Sin embargo, cuando despertó una mañana, encontró a Kyojuro sirviéndole el desayuno con una sonrisa tan cálida que, por un instante, el dolor pareció desvanecerse.

—Buenos días, Giyuu. —Kyojuro puso la bandeja sobre sus piernas, acercándose a darle un suave beso en la frente—. ¿Cómo te sientes hoy?

Tomioka suspiró y levantó la vista. Sus ojos, aunque aún reflejaban tristeza, brillaban con un toque de agradecimiento.

—Mejor... —respondió en voz baja, aunque no pudo evitar morderse el labio, como si sus palabras fueran insuficientes para describir lo que realmente sentía.

—Eso es lo que importa. Uzui volverá más tarde, tuvo que ir a la academia, pero dijo que no tardaría mucho —agregó el rubio mientras se sentaba a su lado, tomando su mano con cuidado.

Tomioka asintió, sin saber muy bien cómo expresar lo que su mente le gritaba: que no merecía tanto cuidado, que les estaba robando energía. Pero cuando Kyojuro entrelazó sus dedos con los suyos, esa pequeña conexión le dio la paz que tanto necesitaba.

—Kyo... no quiero seguir siendo un problema... —comenzó, pero el rubio lo interrumpió suavemente, apoyando una mano en su mejilla.

—Tú nunca serás un problema para nosotros, Giyuu. Esto no lo hacemos por obligación, lo hacemos porque te amamos. Siempre estaremos a tu lado, no importa lo que pase —susurró con convicción.

Tomioka cerró los ojos, dejando que esas palabras calaran profundo. Había estado tan acostumbrado a la soledad, al silencio, que tener a alguien que le recordara su valor era algo que aún no terminaba de asimilar.

Un rato después, el sonido de la puerta principal se oyó y, sin mucha sorpresa, Uzui entró en la casa. Su presencia siempre era vibrante, pero esta vez estaba más sereno. Lo primero que hizo fue acercarse a la cama donde estaban Kyojuro y Tomioka. Con una sonrisa tranquilizadora, se sentó al borde, mirando a Giyuu.

—¿Cómo está nuestro chico hoy? —preguntó, con una mezcla de dulzura y confianza.

—Está mejor —respondió Kyojuro, acariciando el cabello de Giyuu—. Aún necesitamos un poco más de tiempo, pero vamos bien.

Uzui asintió, y sin dudar, se inclinó para besar a Tomioka en los labios, con una ternura que contrastaba con su naturaleza usualmente exuberante. Después de ese gesto, se recostó en el borde de la cama, al lado de Kyojuro, dejando claro que los tres formaban un equipo inquebrantable.

—Sabes, Giyuu, tenemos un plan para ti —dijo Uzui, cruzando los brazos detrás de su cabeza mientras una sonrisa astuta se dibujaba en su rostro—. Kyojuro y yo hemos decidido que, en cuanto estés listo, vamos a tomarnos unos días libres, los tres. Nada de trabajo, solo tiempo para nosotros.

—¿Unos días libres? —preguntó Tomioka, con un deje de sorpresa.

—Exacto —respondió Kyojuro, con ese entusiasmo contagioso que siempre lo caracterizaba—. Pensamos en una pequeña escapada a un lugar tranquilo, solo para relajarnos. Nada de estrés ni de responsabilidades. ¿Qué te parece?

Tomioka se quedó en silencio unos segundos. La idea de irse lejos, de alejarse de todos los problemas, sonaba tentadora, pero también le generaba ansiedad. ¿Podría realmente desconectar y dejar de pensar en todo lo que había pasado? Sin embargo, cuando vio las miradas de Kyojuro y Uzui, supo que lo harían todo lo más fácil posible para él.

—Me parece... bien —dijo finalmente, esbozando una pequeña sonrisa.

Kyojuro y Uzui se miraron satisfechos, como si su plan hubiera sido un éxito incluso antes de llevarse a cabo.

—Perfecto —dijo Uzui, levantándose de la cama—. Entonces está decidido. Será una escapada espectacular, ya verás.

Sin embargo, justo cuando la conversación se había relajado, el teléfono de Uzui vibró en su bolsillo. Al revisarlo, su expresión cambió. Sin decir nada al principio, se dirigió al pasillo para contestar. Kyojuro y Tomioka se miraron, sabiendo que algo había pasado.

Minutos después, Uzui volvió, con una mirada seria.

—Era información sobre Kaigaku —dijo, directo al grano—. Parece que el idiota ha estado alardeando sobre la fotografía que dice tener. Quiere usarla para presionarnos. Ya había oído algo, pero ahora está confirmando los rumores. No podemos dejar que esto siga adelante.

Kyojuro apretó los labios, la tranquilidad que había mostrado hasta entonces se desvaneció un poco.

—¿Qué está diciendo? —preguntó Tomioka, sintiendo cómo su cuerpo se tensaba de nuevo.

—Nada que no podamos controlar —respondió Uzui, arrodillándose frente a Giyuu y tomando sus manos—. Ese niñato cree que puede jugarnos, pero ya sabemos cómo manejar esto. No te preocupes, Giyuu. Yo y Kyojuro lo solucionaremos.

—Ya hablé con algunos contactos —añadió Kyojuro, su mirada encendida de determinación—. Nadie más verá esa fotografía, lo prometo.

A pesar de la seguridad que ambos mostraban, Tomioka no pudo evitar sentir una mezcla de miedo y culpa. Había aprendido a confiar en ellos, pero sabía que las sombras de su pasado seguían persiguiéndolo. Sin embargo, esta vez, decidió no alejarse ni encerrarse en sí mismo. Se apoyó en Uzui, que lo abrazó, mientras Kyojuro lo rodeaba también.

—Gracias... a los dos —murmuró.

Ambos lo abrazaron con fuerza, como si con ese simple gesto pudieran alejar todos los problemas del mundo. Porque, aunque había amenazas externas, ellos sabían que mientras permanecieran juntos, eran más fuertes.

La depresión puede parecer tranquila (giyujuro/giyuzui/giyutan /kyojuzui )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora