Entonces, ¿Que hacemos?

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Al haber subido todo y todos a la camioneta, está arrancaría encaminada al hogar de las tres señoritas, siendo conducida por la más delgada, poniendo su musica para cantar en el camino, ya que bueno, con todo el estrés que había estado pasando, necesitaba sacarlo de alguna forma, además de que eso también le solía gustar a sus compañeras.
El camino tenía baches y piedras, por lo que no era para nada suave y debido a las habilidades de la conductora, tampoco era algo que se sintiera menos, sin embargo, sus compañeras ya estaban acostumbradas a eso, los que no, eran los hombres que estaban en la cajuela.

-Mira nomás... ¿Quien diría que el destino te pondría frente a mi? Atado e indefenso. -dijo con un tono que demostraba su enojo y al mismo tiempo una extraña emoción en aquel hombre ojiverde, mientras se acercaba aún más al atado, tomándolo del cuello con sus manos.

-Bueno, tarde o temprano terminaría a tu merced... ¿No Liu?... Aunque no se que tanto vale esto...

Eso molestaría más a aquel hombre y comenzaría a apretar su agarre, intentando asfixiar al quemado mientras decía casi gruñendo como animal salvaje.

-¿¡Que tanto vale!? ¡Tú no tienes el más mísero valor Jeff! ¡Eres una escoria que no merece misericordia alguna!

Alterado, más no gritando para no llamar la atención de las mujeres, el de múltiples cicatrices, elevaría un poco al otro, acercándolo ligeramente a él, solo para estirar bruscamente los brazos para golpearle la cabeza contra el metal de la cajuela, cosa que claramente el otro sintió y se quejo al respecto, pero al tener la respiración limitada ante su agarre, no se escucharía mucho al respecto, estaba resistiendo bastante, pero pronto se le podría acabar el oxígeno y perder el conocimiento, sin embargo, de parte del cielo o no sabemos quien esté apadrinando al deformado, pero un tope sin avisar, haría que la parte trasera de la camioneta brincara tan fuerte que haría que el hombre de ojos verdes girara y cayera fuera del vehículo, rondando por la tierra del camino.
El golpe fue tan fuerte que hasta las chicas lo notaron, y de hecho, Tere logro verle los pies al caer desde uno de los espejos.

-oh? ¿¡Que fue eso!? -pregunto la conductora mientras bajaba un poco la velocidad y el volumen de la música.

-¡Liu se cayó! -grito el hombre atado seguido de una carcajada.

Ahí, las tres se miraron preocupadas y atentas a los espejos o mirar directamente hacia atrás, esperarían a ver el cuerpo del hombre y efectivamente, después de la nube de tierra, se encontraría el, caminando en dirección a la camioneta, notablemente rabiado, viéndose tan amenazante como la primera vez que lo vio Ada, cosa que la hizo esperarse completamente quieta y habiendo apagado ya la música. A los minutos el hombre se detendría justo al lado de la puerta del conductor, la abriría y con un tono de voz que demostraba su fastidio total diría:

-Quitate. Yo conduzco.

La mujer de enormes ojos negros, prácticamente tendría una mirada de perrito junto con una sonrisa nerviosa y casi agachando un poco la cabeza le respondería

-Ok...

-Yo voy en la cajuela, No te preocupes. -comento la otra morena mientras salía del asiento del copiloto para después subirse a la cajuela, está si sentándose hasta el suelo y lo más pegada posible a la parte frontal.

Ahí Ada se recorrería al medio de los asientos y todos continuarían el camino, ahora siendo bastante más suave debido a que este hombre si sabía conducir muy bien.

-Entonces... ¿Son hermanos?

Pregunto la morena al hombre atado, el cual había puesto su cabeza de lado, teniendo entrecerrados los ojos, que si tuviera un poco más de párpados, los podría cerrar, ya que bueno, la capucha de su sudadera se había desacomodado con el golpe e intento de asfixia de su hermano. Él simplemente se quejaría con un ligero suspiro y tras verla, nuevamente desviaría la mirada.

Las Anomalías Se Terminan Encontrando Donde viven las historias. Descúbrelo ahora