-Carta de Félix sobre el perdón y la misericordia-
hermanos, amados en la fe, Que la paz de nuestro Señor Jesucristo esté con todos vosotros, y que su gracia infinita os guíe en este camino de santidad. Hoy os recuerdo sobre el don inmenso del perdón, que Dios en su infinita misericordia ha derramado sobre nosotros.
Yo os digo, que fui un criticador de la iglesia. ¡Pero gracias a la divina enseñanza he logrado ampliar mi amor a Cristo de una forma que no tiene sentido explicar!
Sabed, hermanos míos, que el corazón de Dios es más grande de lo que nuestros pensamientos pueden comprender. Él, que nos creó a su imagen y semejanza, no se cansa de llamarnos a volver a su presencia, aunque tantas veces nos hayamos alejado por el pecado. El perdón de Dios es como un océano inmenso, cuyas aguas no tienen fin ni medida; y aun cuando nos sintamos sumergidos en nuestras propias faltas, la mano de su misericordia siempre está extendida hacia nosotros.
No penséis que habéis caído tan bajo que Dios no pueda levantaros, ni os engañéis creyendo que vuestro pecado es demasiado grande para ser perdonado. El Señor es compasivo y lento para la ira, y grande en misericordia . Así como el padre del hijo pródigo corrió hacia su hijo para abrazarlo y restaurarlo a su hogar, así también Dios corre hacia cada uno de vosotros cuando os arrepentís de corazón. No hay pecado que supere el poder de su amor, ni mancha que su gracia no pueda lavar.
Os exhorto, pues, a no temer el arrepentimiento. Arrepentirse no es motivo de vergüenza, sino de valentía, pues al confesar nuestras faltas a Dios, reconocemos su señorío sobre nosotros y nos abrimos a la plenitud de su misericordia. No guardéis en el corazón la dureza ni la resistencia, porque cuanto más nos resistimos, más nos alejamos de su abrazo. Venid a Él con humildad y fe, sabiendo que su perdón no es una condena, sino una liberación.
Y aún más os digo, que no solo recibáis el perdón de Dios, sino que lo extendáis también a vuestros hermanos. Pues así como nos ha perdonado a nosotros, nos ha mandado que perdonemos a los que nos ofenden. Y os doy recuerdo de lo que Jesús les dijo: "Perdonad, y seréis perdonados".No endurezcáis vuestro corazón contra quienes os han causado dolor, porque el rencor es una carga que nos aleja de la paz de Cristo. Y como dijo Pablo:"compasivos unos con otros, perdonándoos mutuamente, como Dios os ha perdonado en Cristo" Hermanos míos, no olvidéis que el perdón no es solo un acto, sino un acto de amor y cariño en Cristo. Porque si en su cruz Él perdonó a aquellos que lo crucificaban, diciendo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen"¿Cómo, oh pecadores, no perdonaremos nosotros a los que nos hieren en algo insignificante?
Finalmente, os digo: no dejéis que el resentimiento y la terquedad arraigue en vuestros corazones. Así como una herida debe ser limpiada para que no se infecte, así el alma debe ser sanada por el perdón para que no se corrompa. Perdonad siempre, y en vuestro perdón hallaréis la paz que tanto anhela vuestra alma.
Dios siempre estará esperándonos en la puerta del reino de los cielos, un padre siempre amará intensamente a su hijo, aunque este haya tenido maldad en su corazón.
Que la misericordia de Dios esté siempre con vosotros, y que os conceda la gracia de perdonar de la misma manera que habéis sido perdonados. En Cristo, nuestra esperanza de gloria.
Recordad siempre que el Señor, en su infinita bondad, no solo nos perdona, sino que espera con los brazos abiertos. En cada latido de nuestro corazón, Él está presente, aguardando nuestro regreso con amor incondicional. No importa cuán lejos hayamos ido, cuántas veces hayamos caído o cuán heridos nos sintamos; su amor nunca se apaga.
¡El Señor es nuestro padre! que nunca deja de mirar hacia el horizonte, esperando que sus hijos regresen a casa. Cada lágrima que derramamos, cada momento de arrepentimiento, no son más que pasos hacia su abrazo.
Su corazón está lleno de compasión y deseo de restaurar,
recordándonos que siempre hay esperanza y redención en Él.
Así que, en los momentos de duda o desesperación, recordad: el amor de Dios es un refugio seguro, y siempre está listo para acogernos, restaurarnos y darnos una nueva oportunidad.
Amen el uno al otro, a sus peores enemigos, sin rencor, como Jesucristo lo ha hecho el día que fue crucificado. Somos imagen de cristo. Y recordad siempre...
Venid a Él, y hallaréis paz.
Que la paz del señor este siempre con vosotros.
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Las cartas de Félix (Obra de Un Solo Libro)
Espiritual______ Hermanos, en el presente actual hay muchas formas en que nos alejamos de Cristo. Por la tecnología, deseos impuros, que se ha vuelto más fácilmente pecar frecuentemente. Nos hemos olvidado de nuestro creador y tenemos que acercarnos nuevament...