Hate You | kookv

Te encontre.| prt 2.

Jungkook miró hacia arriba. Sus ojos encontraron los del castaño, que parecía igualmente sorprendido.

—Quiero la cabeza de ese maldito bastardo. Nadie se mete con mi mercancia. — Su voz ahora llena de rabia y determinación.

El Castaño asintió.

El joven jefe se centró en el joven rubio. Le tomó el pulso de nuevo y comprobó que estaba débil, pero estable. —Necesita un hospital... —dijo Jungkook—. Ahora mismo. El castaño sacudió la cabeza. — ¿Estas loco? No lo podemos sacarlo de aquí.—

—Llama a nuestro médico de confianza. Que venga aquí lo antes posible. El hombre asintió y se apresuró a hacer la llamada.

Mientras tanto, Jungkook se quedó junto al joven, aplicando presión en la herida para detener la hemorragia. Miró su rostro. —¿Quién diablos eres en realidad? —susurró Jungkook—. ¿Por qué te hizo esto?... — El rubio no respondió, pero pudo jurar que vio un destello de reconocimiento en sus ojos antes de que se desvaneciera de nuevo.

De repente, el castaño se acercó al jefe. —El médico está en camino —dijo—. Pero debemos considerar la posibilidad de que esto sea una trampa. Jungkook lo miró. —¿Qué quieres decir?

—Que quizás este joven no sea quien parece —respondió el castaño—. Podría ser algo más allá de lo que sabemos. El jefe frunció el ceño. —No importa —dijo—. No puede morir. Vale mucho. El Castaño asintió. —Estoy de acuerdo, pero debemos tener cuidado... esto pudo ser una advertencia... Jungkook asintió y se centró en el joven rubio.

El médico llegó rápidamente y comenzó a atender al joven rubio.

El jefe y el castaño observaban en silencio mientras el médico trabajaba para estabilizar la condición del joven. —¿Va a estar bien? —preguntó el jefe. El médico asintió. —Sí, pero necesita descanso y cuidados intensivos. La herida es grave; perdió mucha sangre, pero por suerte no es mortal. El jefe de alguna manera se sintió aliviado. Suspiró y se volvió hacia el castaño.

—Necesitamos saber la razón exacta del porqué ese bastardo lo quizo matar... —dijo—. El Castaño asintió. —¿Además, del hecho de que es hijo de Park Beakhyung?

—¿QUÉ?—

De repente, el joven rubio se movió y abrió los ojos. Miró a Jungkook y el castaño con confusión. —¿Dónde...? —tartamudeó. Jungkook se acercó a él; mantuvo un silencio un tanto incómodo.

—No importa donde estés. Agradece que no te deje morir.— Con una cara inexpresiva el jefe rompió con el silencio.

—¿Quienes son ustedes?— El rubio comenzó a desesperarse. No entendía nada.

Una vez que ambos vieron que el ruibio se encontraba estable, sin decir ninguna palabra más, salieron de aquella habitación. Estando afuera del improvisado cuarto, ordenó a sus hombres que lo amarraran. —Vigilenlo... porque si alguien más vuelve a tocar mi mercancia. Los mataré a ustedes. Fue lo último que dijo después de dejar a esos hombres con la palabra en la boca.

El castaño se acercó a Jungkook mientras caminaban por el pasillo.

—Jefe, ¿qué vas a hacer con él? —preguntó, refiriéndose al joven rubio. Jungkook no respondió de inmediato, su mirada fija en la distancia. —No lo sé —dijo finalmente—. Pero sé que no puedo dejar que muera. Es valioso. El Castaño asintió. —Sí, es hijo de Park Beakhyung. Eso lo hace muy valioso. Jungkook se detuvo y se volvió hacia el castaño. —¿Cómo supiste? —preguntó, su voz baja y peligrosa. El castaño sonrió. —Tengo mis fuentes, jefe. Y sé que Park Beakhyung no es alguien que debamos subestimar. Jungkook frunció el ceño. —No me importa quién sea su padre —dijo—. Lo que me importa es qué quiere alguien de él. El Castaño asintió. —Estoy investigando, jefe. Pero creo que esto va más allá de una simple venganza. Jungkook asintió. Se detuvo y miró alrededor. Necesitamos estar vigilantes. No sabemos quién más está involucrado. El Castaño asintió. —Estoy en ello. Pero debemos considerar la posibilidad de que el propio Park Beakhyung esté detrás de esto. Jungkook se sorprendió. —¿Qué? No, eso no tiene sentido. El castaño se encogió de hombros. —No lo sabemos. Pero debemos considerar todas las posibilidades. Jungkook asintió, su mente trabajando a toda velocidad. —Por lo pronto hay que encontrar a Cheng... —dijo—. Y vamos a hacer que pague.