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Agatha

Los rayos de sol calentando mi rostro, el viento soplando fuerte haciendo bailar mi cabello, el canto de los pájaros meciendome como canción de cuna...

- Señora. - Escucho como habla uno de los guardaespaldas cerca de la banca donde me encuentro.- El señor la espera en su oficina

- Dile que en un momento iré.- Lo escucho retirarse.

Cada día me siento más agotada, todos los días de mi vida son iguales desde que cumplí los 19 años. Desde el día donde me obligaron a casarme con el hombre el cual ahora me espera.

Me levanto de la banca en la que me encuentro, salir a tomar el sol al jardín es lo único que me hace sentir mínimamente viva.

Camino hacia la oficina de mi "esposo", cuando me encuentro frente a la puerta toco 2 veces.

- Pasa. - Paolo habla desde adentro.

- Me dijeron que querías verme. - Él ni siquiera dirije su vista hacia mí, sigue enfocado en los documentos de su escritorio.

Me dedico un rato a verlo. Con su barba ligeramente en su mentón, sus ojos avellanas concentrados en los documentos, lleva un traje azul hecho a la medida. Es perfecto físicamente, pero su personalidad...

- Ésta noche debo ir a una cena de negocios. - Habla al fin. Dirije su vista hacia mí. - Ponte el vestido que las empleadas te van a dar y maquillate, te ves muy mal.

Dios, tal vez decirme algo lindo en su país sea ilegal.

- Claro. Me retiro. - Paolo no me contesta, decido salir de la oficina y me dirijo a mi habitación.

Al llegar a mi habitación veo una caja en la orilla de la cama. La tomo y comienzo a abrirla. En ella se encuentra un vestido como azul marino con un forro lleno de cristales plateados. Es hermoso.

Me dirijo a tomar una ducha para después vestirme y maquillarme.

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La cena de negocios realmente no es nada diferente a las que he estado en todos los años anteriores. Muchos hombres queriendo reafirmar su masculinidad con el dinero y las mujeres bellas que los acompañan.

Lo único diferente a todos los días de mi vida de casada, es el guardaespaldas nuevo que me sigue a todos los lugares donde voy. Paolo nunca ha considerado importante quedarse sin guardaespaldas él, para dármelos a mí, por lo que supongo, él es alguien contratado especialmente para mi cuidado.

Me dirijo a la salida que lleva a un jardín alejado de todo, cruzó a esconderme en un kiosko, para verificar si el guardaespaldas me sigue.

- No debería esconderse de mí señora, mi deber es cuidarla. - Escucho como una voz muy ronca habla atrás mío. Es un hombre bastante alto, cabello rubio, unos ojos verdosos completamente penetrantes y piel trigueña.

Es el hombre más guapo que he visto, pero lo que dice me molesta.

- Así que Paolo sí me contrató una niñera. - Le digo de manera burlona.

- En realidad, soy su nuevo chofer, William Eliot, para servirle. - Sonríe de una manera amistosa, pero sus ojos llenos de picardia.

Mariposa Italiana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora