El timbre de la preparatoria resonó por los pasillos, anunciando el fin de las clases por ese día. Hana como siempre espero a que el bullicio de los alumnos impacientes por salir de clases se dispersaran y ajusto la correa de su mochila. De reojo vio a Ren hacer lo mismo. Él se sentaba un par de sillas adelante, pero no podía evitar desviar su mirada hacia él más de lo usual. Era inevitable, siempre terminaba mirándolo cuando creía que nadie la veía. Yui no había asistido a clases por estar resfriada, así que solo serían ellos dos de regreso a casa. El silencio no era incómodo, pero de alguna forma no parecían relajarse en compañía del otro sin haber terceros de por medio. Era como si entre ambos flotara algo no dicho que se había acumulado desde el momento en el que se conocieron en la ceremonia del primer día de clases.
Ren era alto, a comparación de los chicos en su salón. Fue superficial, pero desde que lo vio, pensó que era el más atractivo. Pero en ese momento, solo había sido un pensamiento pasajero, el cuál no tenía la intención de profundizar. Hana no estaba interesada en más complicaciones. No en ese momento.
Fue su mejor amiga Yui, quien resultó ser hermana de Ren, quien los unió. Al principio, solo eran tres buenos amigos, siempre juntos en los recesos y después de clases. Pero poco a poco, conforme la convivencia aumentaba, Hana notó que algo en su forma de mirar a Ren había cambiado. No era solo su altura o su sonrisa tranquila lo que le llamaba la atención. Era la forma en que él, sin decir mucho, siempre estaba presente, actuando como todo un caballero alrededor de ella. Y esa amabilidad la desconcertaba.
—¿Hana? — La voz de Ren la sacó de su ensimismamiento. Ella parpadeó y notó que se había quedado parada mirando hacia la ventana del salón, mientras él la esperaba en la puerta, listo para irse juntos a sus casas.
—Lo siento, estaba pensando en... nada importante. —Se apresuró a alcanzarlo, sintiendo un leve calor en sus mejillas. Era extraño cómo su propia torpeza aparecía solo cuando él estaba cerca.
Ren sonrió de esa forma tranquila que siempre la desarmaba, y por un instante, Hana sintió que su corazón dio un pequeño brinco en su interior. Ojalá pudiera expresar lo que sentía. Pero no, no había espacio para perder el tiempo con ese tipo de cosas en su ya complicada vida. Y por lo que Yui le había contado en confidencia, Ren también estaba en la misma situación. Así que era mejor guardar silenció e ignorar la extraña tensión que siempre surgía entre ellos dos.
Caminaban de lado a lado por las calles de Fujiyoshida rumbo a la estación de trenes. Mientras avanzaban, los árboles de cerezo a lo largo de la acera estaban en plena floración, sus pétalos rosa flotando en el aire, hacían de la vista algo agradable. Hana sonrió, recordando los días en los que cada que podían, los tres iban a sentarse bajo los árboles a disfrutar de las vistas y la compañía, sin estrés alguno por los exámenes de curso. Pero ahora que estaban en último año, no podían relajarse tan a menudo como antes, los exámenes de entrada a la universidad estaban cerca, y para Hana ese era su único boleto de salida. Ren la miró, y por un instante, el silencio entre ellos se sintió cómodo, reconfortante, como si Ren también supiera en lo que Hana estaba pensando. Cada uno tenía sus razones para querer salir del pueblo que los vio crecer y por eso había aún más significado en ese silencio compartido.
Llegaron y se detuvieron por un momento en el parque Shiroyama, el lugar ofrece unas vistas espectaculares del monte Fuji. Hana entendía completamente el porqué tanto turista venía de paso. Ella siempre encontraba paz allí lejos del bullicio de la escuela y las cosas en casa, además cuando se armaba de valor. Probaba suerte con algún entranjero y practicaba su inglés.
—Lindo, ¿no? —preguntó Hana, mirando a Ren.
—Sí —respondió él —. Siempre me quita el estrés ver el paisaje. Es relajante.
Continuaron su camino por la Avenida Minami, donde era más notable el bullicio de la ciudad que comenzaba a mezclarse con su tranquilidad. Las tiendas estaban llenas de gente, principalmente turistas, pero en ese momento, solo existían ellos dos.
Finalmente llegaron a la estación, dondé sus caminos se separaban. Estaba llena de estudiantes que se despedían y se encontraban, pero Hana y Ren solo tenían ojos el uno para el otro. Era un ambiente acogedor.
—Bueno, creo que este es mi tren —dijo Ren, mirando la pantalla de información.
Hana sintió un nudo en el estómago, aún no quería regresar a casa, pero tampoco había motivos para que Ren se quedará más rato. Por lo menos al siguiente día lo vería en clase.
—Nos vemos mañana —dijo, tratando de sonar casual, aunque su voz tembló un poquito.
—Sí, mañana —replicó Ren, sonriendo de nuevo con una pequeña reverencia. — Asegúrate de abrigarte bien, no te vayas a resfriar igual que Yui.
Hana no pudo evitar pensar que era demasiado correcto, demasiado atento. En algún punto, tal vez podría haber bromeado con él sobre eso. Pero ahora, la forma en que su pecho se apretaba cada vez que él le sonreía lo hacía imposible. Mientras Hana esperaba su tren, no podía evitar preguntarse si las cosas serían diferentes en Tokio, una vez que entraran a la universidad. Porque ya sospechaba que lo que sentía por Ren, estaba lejos de ser un simple capricho.
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Flowershing Love
RomantikHana y Ren han sido amigos cercanos desde la preparatoria. Siempre ha habido una tensión extraña entre ellos, hasta que Hana decide confesar sus sentimientos al inicio de clases en la Universidad, solo para ser rechazada por Ren. A pesar del rechazo...