La oscuridad envolvía la habitación, y la atmósfera estaba cargada de una tensión palpable.
Había un aroma en el aire... sándalo. Una fragancia que le resultaba desconocida, pero agradable de algún modo.
"¿Dónde estoy?"
- \Está despertando.\ - Una voz grave y distante cortó la neblina en su mente.
- \¿Quién es?\ - Preguntó otra voz, esta vez más cerca.
- \Hay que revisarlo, puede estar en shock.\ - Las palabras de un tercero flotaron en el aire.
Selene abrió lentamente los ojos. La luz era tenue, pero lo primero que notó fue que había un grupo de personas observándola. Doce, tal vez más, todos vestidos con ropas que no reconocía. Sentía cada uno de sus músculos adormecidos, como si no fueran realmente suyos. La confusión comenzó a apoderarse de ella, pero lo que más la inquietaba era el cuerpo que habitaba. ¿Dónde estaban sus propias manos, su propio rostro?
Se obligó a respirar hondo.
- \¿Dónde...? - murmuró, su voz apenas un susurro, extraña incluso para sus propios oídos.
- \Qué bien que ya despertó.\ - Una mujer de pie a su lado, vestida con ropas tradicionales que a Selene le parecían anticuadas y extrañas, la miró con una sonrisa amable. \Ya está consciente, ¿tiene mareos? ¿Ganas de vomitar? ¿Fatiga?\ - La mujer parecía preocupada, pero el tono de su voz era casi como el de alguien que hablaba por hábito.
Otra persona se acercó: un hombre de unos treinta años, con una expresión dura y formal.
- \Debería pararse ya. No es digno de un LAN quedarse en cama una vez consciente,\ - dijo con frialdad, casi como si fuera una orden.
Selene entrecerró los ojos. ¿"LAN"? ¿Qué significaba eso? Las palabras del hombre resonaban en su mente, pero no encajaban con nada de lo que conocía. Miró a su alrededor, analizando a cada uno de los presentes. Las ropas, los rostros, todo era nuevo para ella. Estaba atrapada en un cuerpo que no era el suyo.
¿Cómo había llegado hasta aquí?
Mientras su mente trabajaba en silencio, comenzó a formarse una sensación de amenaza. Los murmullos entre los discípulos llenaban el aire, su incomodidad era palpable. Estaban desconcertados, incapaces de comprender qué había sucedido con Lan Sizhui, y quién era esta figura que ahora ocupaba su lugar.
El doctor, más irritado, se acercó de nuevo, esta vez con más reproche en su voz.
—¡Levántate de una vez! Deberías comportarte como un LAN y no dar espectáculos como este —espetó, inclinándose hacia ella con gesto despectivo—. ¡Lan Sizhui jamás actuaría así!
El sonido de ese nombre, "Sizhui", detonó algo en Selene. Su desconcierto comenzó a mezclarse con una creciente ira. No era Sizhui. No era "un LAN". ¿Quiénes se creían estos mortales para ordenarle algo? La mirada del hombre, cargada de exigencia y reproche, era suficiente para hacerle entender que no solo la subestimaban, sino que intentaban controlarla.
Su mente, entrenada en la supervivencia, reaccionó de inmediato.
"Amenaza."
Sus ojos, fríos y calculadores, se fijaron en el doctor con una intensidad gélida. No necesitaba palabras, su mirada era suficiente para hacer que el hombre retrocediera. Pero el miedo que comenzaba a formarse en sus ojos ya llegaba demasiado tarde.
Selene movió su mano, casi como un reflejo. Sus uñas se alargaron en afiladas garras, y en un solo movimiento, cortó la garganta del médico antes de que pudiera terminar de respirar. El hombre intentó gritar, pero solo un burbujeo de sangre brotó de su garganta. Cayó al suelo, sus ojos abiertos en una mezcla de sorpresa y terror mientras la vida lo abandonaba.
El sonido sordo de su cuerpo golpeando el suelo resonó por toda la habitación. El charco de sangre comenzó a extenderse lentamente, empapando las túnicas blancas de los discípulos cercanos.
El silencio que siguió fue casi ensordecedor.
La habitación se quedó paralizada. Las miradas de los demás discípulos y médicos se congelaron en horror, incapaces de procesar lo que acababan de presenciar. LAN Sizhui, el joven siempre tan tranquilo y gentil, acababa de matar a sangre fría. Pero aquellos que lo conocían más sabían que esto no podía ser él. Algo terrible había ocurrido.
Un discípulo más joven desenvainó su espada con manos temblorosas.
—¡Alto! —gritó, aunque su voz era más temerosa que firme—. ¡No eres LAN Sizhui! —Sus palabras estaban llenas de incredulidad y miedo.
Selene lo observó con indiferencia, su mente ya analizando la situación. No conocía a estas personas, no sabía quién era este "Sizhui", pero sí entendía una cosa: la violencia era la única forma de imponer respeto. Con la misma precisión fría, se lanzó hacia el discípulo. Sus movimientos eran casi imposibles de seguir para los presentes. En un instante, lo esquivó con facilidad y, en un solo gesto, atravesó su pecho con sus garras.
El caos se desató.
Los discípulos gritaron, otros desenvainaron sus armas con desesperación. Intentaban rodearla, algunos atacaban torpemente, mientras otros simplemente quedaban petrificados por el miedo.
Selene los fue eliminando uno a uno. No eran más que obstáculos, sus vidas eran insignificantes para ella. Cada muerte era rápida, precisa y letal. Ninguno podía igualar su velocidad o su fuerza. Sus cuerpos cayeron al suelo uno tras otro, creando una escena de carnicería.
Diez muertos. Dos vivos.
Los dos sobrevivientes, un médico y un discípulo, quedaron acorralados en una esquina, temblando de terror. No intentaron moverse, sabían que no tendrían ninguna oportunidad de sobrevivir si lo hacían. Selene los observó, evaluando si merecían vivir o morir.
Justo cuando levantó su mano para acabar con ellos, uno de los sobrevivientes gritó desesperadamente:
—¡Zewu-Jun! ¡Por favor, Zewu-Jun, ayúdanos!
Selene detuvo su ataque por un breve instante. "Zewu-Jun". No sabía quién era esa persona, pero el miedo en la voz del hombre le sugirió que debía ser alguien importante. Quizás, una verdadera amenaza. Por ahora, decidió no acabar con ellos. Era mejor esperar y medir mejor a su enemigo.
Bajó lentamente sus garras, su rostro mostrando una máscara de indiferencia.
—Consideren esto una advertencia —dijo con voz gélida—. La próxima vez, no habrá misericordia.
Con una calma imperturbable, se dio la vuelta y caminó hacia la puerta, dejando atrás una escena de muerte y destrucción. Pero algo le decía que este "Zewu-Jun" sería su próximo obstáculo, y Selene ya estaba lista para enfrentarlo.