A la edad de solo 7 años, me preguntaba si el universo era algo ya escrito y predeterminado, sin nada que yo pudiera hacer para cambiarlo. En mi mente, si hacía un movimiento aleatorio de manera rápida, eso no estaba escrito, porque no habría manera alguna de predecir algo así. De ese modo, me burlaría del tirano destino al ser el único que se salió de él. Sí, así funcionaba mi mente curiosa. A partir de ahí, empecé a cuestionarme cada vez más cosas. Por ejemplo: ¿cómo era posible que un huevo, un líquido ordinario, tuviera la capacidad de ordenarse y agruparse célula por célula hasta formar un ser vivo? Algo incomprensible para mí, bueno, al menos hasta hace unas semanas.
Desde joven he asistido a la iglesia. No iba por obligación ni porque mis padres me llevaran, era más un movimiento visceral; me bañaba, me arreglaba y salía solo. Eso desde que tengo memoria, sin mis padres, porque no les gustaba mucho ir, y fui hijo único hasta los 16 años. La iglesia no quedaba muy lejos de la casa, así que no había mucho problema en salir solo. Ahora que escribo esto, me doy cuenta de que mi alma siempre se ha sentido atraída por esta energía que llamaremos "Dios". En cada aspecto y cada etapa de mi vida, nunca he podido sacarlo de la ecuación; siempre que la despejo, ahí está, oculto entre los números, los actos, entre el aire.
Lo más interesante es que nunca he asistido a una sola iglesia. Fui a la católica, protestante (varias iglesias), judía (había una sinagoga en el pueblo) y también a los testigos de Jehová. Ese impulso de conocimiento y curiosidad me llevó de un lugar a otro, no porque no encajara o no pudiera adaptarme, sino por un deseo de conocer, de ver desde otros ojos y contemplar, siempre con una pregunta en la cabeza y una necesidad de cuestionarlo TODO. Nunca fui capaz de aceptar algo como verdad si no había pasado por el proceso escrupuloso en mi mente, de entenderlo y preguntarme si era cierto. Aunque al crecer me decían que la verdad es relativa, ahora sé que no lo es.
Siempre he sido excelente con los números; las matemáticas eran más fáciles para mí que hablar o leer. Recuerdo que desde los 8 años mi padre me regalaba enciclopedias más pesadas que yo y libros de ciencia que olían a épocas pasadas. Eran de muchos temas, desde anatomía hasta física mecánica. Prefería quedarme leyendo en lugar de salir a jugar con los otros niños. Un día, mi padre me llevó varios libros que le había comprado a un viejo que los vendía de segunda mano en una acera del parque. Lo sé porque siempre que pasábamos por ahí, me decía que escogiera uno. Me gustaba la idea, pero me daba miedo el viejo, porque me miraba con lástima. Siempre me pregunté por qué me miraba de esa manera. Tal vez veía a través de mi alma y veía algo que no podía decirme, o solo era el lunar de mi frente que le molestaba. Ahí, sentado con su barba amarillenta y su olor a cigarro mojado, me pasaba el libro que yo escogiera.
Entre los libros que me regaló ese día mi padre, llegó uno que me llamó la atención al instante. Era sobre códigos, encriptaciones y mensajes ocultos. Pasé horas y horas tratando de entender esos garabatos y números. Aprendía a hacerlo muy rápido. Siempre he sabido que tengo talento para estas cosas. De inmediato, mi mente recordó algo que me daba vueltas en la cabeza desde hacía un tiempo. Desde que tengo memoria he notado que por mi autismo podía ver cosas que los demás no veían, porque siempre observo todo de manera detallada, y había notado que las gotas de lluvia no caían de manera aleatoria; formaban un patrón.
Me di cuenta de que si lo organizaba, se creaba un código como los del libro. Era algo sencillo el patrón, pero no visible a simple vista. No tardé más de 30 minutos en decodificarlo. Al descifrar el último dígito, sentí que no estaba solo, que algo o alguien me hablaba a través de la lluvia. Más que asombrado, quedé intrigado, porque no tenía sentido alguno lo que decía, al menos para mí en ese momento; Lo hice una y otra vez, pero siempre salían las mismas 4 letras, como un bucle infinito. Realmente no sé si fue para mi suerte o desgracia, pero ahí empezó todo, con letras en la lluvia que sólo años después entendería lo que significaban. Y que desde entonces no dejo de verlo cada vez que llueve, una y otra vez las mismas 4 letras que dicen: "YHWH."
Querido lector, disculpa si te agobio con estos relatos de la infancia aburrida e insignificante de un joven enclenque y rarito, pero necesito que entiendas principalmente que este libro no es una casualidad, que lo que leerás a continuación es verdad, que esa atracción y curiosidad de este niño por los números y lo intangible llevaron a la humanidad al siguiente escalón: a conocer el secreto de la vida y el universo.
Mi nombre es Luka y esta es la historia de cómo descubrí el código mismo del universo, descubrí el lenguaje de Dios. Empecemos...
**chicos, hola, soy miguel y es primer libro que me animo a escribir, para mi, sería de mucha ayuda sus comentarios o valoraciones porfa, para saber si sigo escribiendo o no vale la pena**
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El código del universo
General FictionLuka, un niño de mente curiosa y brillante, fusiona su fe con la ciencia. Sin saber si es por casualidad o destino, comienza a notar pequeños detalles a medida que se adentra más en la ciencia y las matemáticas. Descubre un lenguaje oculto en los nú...