Corrió llegando a su casa dispuesto a tomar unas pequeñas cosas, ojala aún tuviera el dije en forma de piano con las "A" entrelazadas, aquel símbolo de alianza y de promesas con Arthur para cumplir aquel viejo sueño, aún con la fantasía de que fuera la música lo que los volvería a unir en algún momento.
Subió los muros de su casa como bien había aprendido, sabiendo que relieves eran precisos y lo suficiente grandes para colocar sus manos y pies con firmeza. Al fin alcanzó la ventana a su habitación y con sumo cuidado forzó el seguro y la abrió metiéndose lo más sigiloso posible.
Hace mucho que había perdido ese dije, pero al menos podría tomar aquella fotografía que estaba en su escondite, aquella que sabía bien que su madre miraba con rencor cada vez que la descubría al lado de su cama o entre sus brazos al dormir, ella antes había adorado a su mejor amigo, pero después de un tiempo cuando la riqueza los envolvió dejó de ser esa mujer amable que una vez fue.
Tomó la fotografía acomodándola en una pequeña mochila y junto con esta algunos papeles de una cuenta bancaria a parte, si al menos dejaría a Natasha sería un caballero con ella y cumpliría la promesa de ayudarla a salir de ese embrollo económico, no es como si ambos no supieran gracias a las palabras sinceras de la rubia, que su familia no la tenía fácil y esa alianza era la única salvación, su familia necesitaba el apellido de una familia rica, y la de ella necesitaba volver a su antigua gloria.
Estaba a punto de escapar por la ventana cuando el sonido de la puerta le alertó, sin poder hacer mucho al respecto se quedó quieto topándose con los ojos azules de su padre quien lo miró con completa sorpresa, él solo le dio una sonrisa incómoda y se preparó para escapar pero el mayor de los Jones se lo impidió en apretarlo en un abrazo que le hizo sentir las lágrimas en su garganta
Culpa y remordimiento por pensar más en la muerte que en su vida.
—Papá. -Su voz salió como aquellos años en los que se permitía ser un niño llorón, un poco mimado por su padre que siempre fue igual de sentimental que él, muy contrario a su regordeta madre. —Lo siento tanto por decepcionarte.-Las lágrimas comenzaron a salir sin permiso mientras su padre acariciaba su cabello y su espalda, haciendo un sonido tranquilizante con su boca y repitiéndole que le alegraba verlo.
Intentó explicarse, sin saber que decir sobre todo lo que le había sucedido, pero su padre solo se alejó de él y le pidió silencio mientras señalaba hacia abajo dando por entendido que su madre estaba ahí.
—Mi niño.-El patriarca envolvió de nueva cuenta a su pequeño hombre, suspirando aliviado. —Tenía tanto miedo que nos odiaras. Perdona a este tonto Padre. -Antes de que siquiera pudiera negar las palabras de su progenitor, este le miro con nostalgia mezclada con algo de severidad, negó con la cabeza y atrajo de nueva cuenta a su sangre. —Debí hablar, no debí ceder ante tu madre. -Al fin se vio libre de los brazos del canoso quien lo miro con duda antes de hablar. —Sabía que serías infeliz casándote con esa chica, no cuando tú aún estabas enamorado.
Se quedó petrificado al escuchar eso de su padre quien solo negó con esa expresión que decía claramente que por algo era carne de su carne, lo conocía bien y sabía que él ya había tenido su felicidad y ahora mismo se arrepentía de siquiera tratar de negar la verdad. Observó como su padre llevaba la mano a su bolsillo y después tomaba la suya dejando un objeto pequeño en su palma.
—Tu madre lo ocultó, creyó que si te olvidabas de tus cosas con Arthur con el tiempo dejarías de estar tan "apegado" a él. Justamente pensaba ponerlo en la ventana esperando que ten llamara a volver. -Una sonrisa nostálgica se posó en los labios del mayor y Alfred solo sentía su corazón saltar y las lágrimas volver a sus ojos azules. -Como si algo clavado en tu corazón se fuera a ir ¿Verdad, mi niño?