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Daniela's POV

Entramos a la casa del Felipe y lo primero que me siento es el olor familiar a la comida que siempre prepara la tía.

—Llegamos —grita el Feli, dejando las llaves colgadas en la puerta y caminando directo a la cocina.

—Hasta que llegan oye, se demoraron caleta—la voz de la tía resuena desde el comedor, acompañada de su risa. Asomo la cabeza y la veo cocinando como siempre, moviéndose de un lado a otro con una facilidad que me da hasta envidia.

—Holi tía, ¿qué va a hacer hoy de almuerzo? —le pregunto con una sonrisa, mientras me saco la chaqueta y la dejo colgada.

—Puré con carne mi niña. Vayan a sentarse al sillon nomás, déjenme cocinar tranquila —me responde, agitándose las manos como siempre que nos quiere echar de la cocina.

El Felipe ya estaba tirado en el sillón, con el control de la tele en la mano. Yo me acerqué y me dejé caer al lado suyo.

—¿Qué vemos? —me pregunta, pasándome el control. Pero antes de que pueda decir algo, el David aparece por el pasillo, con esa cara de que acaba de despertar de una siesta eterna.

—Hola, cabros —dijo el David, rascándose la cabeza y caminando hacia la cocina medio dormido.

—Buena po, bizcochito —le respondió el Felipe, tirándole un cojín desde el sillón.

El David lo esquivó apenas, sonriendo. Yo lo miré desde el sillón y traté de mantenerme neutral, aunque siempre me aparecían las mariposas, o parásitos como le digo yo. por dentro al verlo.

—Hola tati —me saludó el David cuando se dio cuenta de que estaba ahí, y a su vez me dió una sonrisa que le devolví.

—Hola bambi.

Se hizo ese silencio raro que siempre aparecía entre nosotros. No incómodo, pero definitivamente no era el de antes. El Felipe, que cachó altiro, prendió la tele para cortar la tensión.

—Oye, ¿vamos a ver una serie o qué? —preguntó el Feli, cambiando los canales sin mucho interés—. O podríamos jugar algo, si les tinca.

El David volvió con un vaso de agua y se dejó caer en el sillón frente a nosotros. Me fijé en lo desordenado que tenía el pelo, como siempre cuando se despierta, solo que ahora estaba mucho más desordenado, y me reí para mí misma.

—¿De qué te reí'? —me preguntó David, arrugando su nariz, pero con una media sonrisa que demostraba curiosidad más que molestia.

—Nada, es que... —traté de disimular, pero no pude evitarlo—. Te vei' chistoso con el pelo así.

El se llevó la mano al pelo y lo intentó arreglar, pero la cagó más. Eso me sacó una risa más grande, y hasta el Felipe terminó soltando una carcajada.

—Puta la wea —dijo David, rendido, pero sonriendo igual—. Déjenme en piola weón, Me acabo de despertar.

—Ya, ya —dije entre risas, alzando las manos en señal de paz—. No lo molestamos más al bizcochito. —añadí entre risas.

El David se relajó y sonrió, esa sonrisa que siempre me da vuelta el mundo. Era raro vernos así de tranquilos, riéndonos de tonteras, sin ese peso de todo lo que estaba en el aire. Por un momento, todo se sentía normal.

El Feli, siempre atento a cualquier atao, se levantó del sillón de repente.

—¿Les tinca que juguemos uno? —preguntó, con una sonrisa traviesa—. Así aprovechamos de webear al David, que siempre pierde.

+Q1 Jenner; Kidd voodooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora