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La fiesta ya había iniciado. El lugar olía a alcohol, no lo demasiado fuerte para ser desagradable, pero sí lo suficiente para tentar a la gente a seguir bebiendo.

Eran bastantes personas, fue un riesgo que Danielle aceptó al momento de pedirle a la
sociable Hanni Pham que hiciera la lista.

Haerin había llegado hace no tanto, estaba con sus amigas riendo cerca del ventanal que daba a la piscina. Y claro que Danielle estaba como perro ansioso por ir hasta ella y hablarle.

O pedirle matrimonio, también le servía.

Se habían saludado amorosamente y compartieron una sonrisita que Dani no pudo dejar pasar.

Tenía fe, y pruebas suficientes, de que Haerin veía algo en ella.

¿Cómo hacía para lograr besuqueársela esa noche? Pensó en los comunes juegos: la botella giratoria o siete minutos en el cielo, pero aquello le pareció un poco infantil y ridículo. Buscaba algo más especial.

Se decidió, tomando su segundo vaso, que se dedicaría a hablarle toda la noche a esa preciosa chica de falda para coquetearle e intentar dar el siguiente paso.

Hanni y Minji habían desaparecido, al igual que Hyein y Eunchae. Las maldijo por dejarla sola, pero otro grupo de amigos se acercó a charlarle y pudo dispersarse un poco de la emoción -ansiedad- que le inundaba al pensar en los labios de Kang.

En su tercer vaso, y aprovechando que Haerin se encontraba sola, preparándose una bebida, se acercó a ella por detrás.

—Hola —saludó, ocultando el nerviosismo.

Haerin se sobresaltó, pero rápidamente volteó hacia ella y sonrió, dejando el vodka sobre la mesa.

—Hola, chica sexo —rió y la australiana no pudo evitar hacerlo también.

¿Quién más que Danielle Marsh podía disfrutar de un apodo como ese?

—Nunca lo olvidarás, ¿no?

—Por supuesto que no, sigo riendo cuando lo recuerdo.

¡¿O sea que Haerin pensaba en ella?! Quiso gritar, saltar, llorar y rapear a la vez, como bien sabía hacer.

—Bueno, yo tampoco lo olvido. Fue... vergonzoso.

—Fue estúpido —la castaña formó un puchero, desanimada—. Estúpidamente tierno, no me preguntes por qué.

Ahora Marsh sonreía en grande.

—¿Quieres ir a sentarte? —propuso cuando la gente comenzó a amontonarse cerca de ambas para preparar sus cócteles.

—Vamos.

Danielle tenía el bobo e imposible deseo de, en ese instante, tomar su mano.

Y mierda, parece que Dios no la odiaba tanto, pues entre los cuerpos ebrios y sus bailes alborotados cuando pasaron por el lugar que utilizaban como pista de baile, Haerin se quedó atrás un segundo, y al momento en que Danielle giró para buscarla, la menor se apresuró en llegar a su lado y aprovechar de tomarle la mano.

Se excusó con que lo hizo para no perderse, pero tampoco habían cien personas en su salón. Haerin había sujetado su mano porque así lo quiso.

Definitivamente, la mejor noche de su vida, la noche que recién iniciaba. Lo confirmó al sentir la suave textura de la mano de la menor, como si fuese una nube, una entrada asegurada hacia el cielo de los santos. No aguantó y tiró de ella, juntando un tanto sus cuerpo.

Ya en el sillón, Danielle apoyó los pies en este mientras Haerin se volteaba hacia ella.

—¿Y cómo ha estado este inicio de año en Ador? Hanni me dijo que solías cambiarte seguido de escuela.

hola SEXOOOO | daerin auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora