El cielo, ennegrecido por el humo y el fuego, cubría la capital de 소확행 (sohwakheng). Las torres que alguna vez se alzaban orgullosas estaban ahora reducidas a escombros. El aire estaba saturado de cenizas, y el grito lejano de los soldados resonaba como ecos de la muerte misma. Las banderas del reino, que antes ondeaban como símbolos de esperanza, yacían rasgadas sobre la piedra ensangrentada.La luna teñía el cielo de rojo, como si llorara por el reino moribundo de Javiera. Las llamas devoraban las torres, los estandartes caían uno tras otro, y el estruendo de la guerra se apagaba, reemplazado por los gritos de los conquistadores. La reina se mantenía firme en lo alto de lo que quedaba de su fortaleza, su capa ondeando en el viento como un símbolo de resistencia, aunque todos sabían que la derrota ya estaba escrita.
Han apareció entre las sombras, con el ceño fruncido, su semblante tenso pero decidido. Sabía lo que había que hacer, aunque cada paso le pesaba como mil cadenas.
"Tenemos que irnos," le dijo Han con voz grave, casi como un ruego. "Lino te acogerá... en su reino, estarás a salvo.".
Han: "Javiera," —su voz era baja, un ruego ahogado en resignación— "no puedes quedarte aquí. El reino ha caído, ya no queda nada."
Javiera, herida pero inquebrantable, apretaba las manos en los restos de su trono, su mirada fija en las ruinas.
Javiera: "Me quedaré. Moriré luchando." —Su voz era feroz, llena de la dignidad de una reina que prefería caer de pie antes que arrodillarse.
Han dio un paso más cerca, con el corazón desgarrado. Sabía la verdad que ella no quería admitir. Los invasores no la matarían, no sería un final glorioso en batalla. No. Sería un trofeo, una esclava, una burla viviente de lo que alguna vez fue. Una reina reducida a un objeto de conquista.
Han: "No te matarán." —Su voz se endureció, su dolor trasluciendo— "Te humillarán, te romperán, te usarán para mostrar su victoria... como un trofeo de su conquista."
Los ojos de Javiera se llenaron de fuego. Negó con la cabeza, firme.
Javiera: "Prefiero morir antes que arrodillarme."
Han sintió su propio corazón temblar. La amaba, de una manera silenciosa, y su lealtad a ella era más profunda que cualquier otro vínculo. No podía soportar ver lo que le harían. Ella, una reina, su reina... sometida a un destino peor que la muerte. No.
Se acercó a ella, su mano temblando al empuñar su espada, una sombra oscura sobre su rostro.
Han: "Entonces, morirás como una reina." —Sus palabras fueron suaves, pero cargadas de tristeza. El viento silbaba entre los muros rotos, y el eco de las llamas que consumían su reino parecía opacar el mundo entero.
Javiera lo miró, comprendiendo finalmente lo que él pretendía hacer. Hubo un momento, un instante fugaz de entendimiento. Cerró los ojos, su respiración agitada. No había marcha atrás.
Javiera (con un susurro): "Hazlo."
El acero de Han se levantó, temblando en su mano. Y con un golpe rápido y misericordioso, la oscuridad envolvió a Javiera.
La oscuridad la envolvió, profunda y sin fin. No había dolor, solo silencio, como si el mundo entero hubiese dejado de existir con un único golpe. Javiera sintió su cuerpo caer, pero no el impacto. Era como flotar, sin peso ni tiempo.
Y entonces, lentamente, el silencio se rompió. El susurro del viento, el murmullo de las hojas al moverse, y el calor... el calor suave del sol acariciando su rostro. Abrió los ojos, parpadeando, mientras la imagen borrosa de un cielo azul brillante se expandía sobre ella. El olor a hierba fresca llenaba el aire.
No estaba en el palacio. No había sangre, ni fuego, ni dolor.
Estaba... ¿en casa?
Con un sobresalto, se levantó, y su corazón dio un vuelco al reconocerse no como la reina herida en su trono destruido, sino como una niña de doce años, vestida con su simple ropa de verano. Sus manos pequeñas, sus pies descalzos tocando la hierba suave bajo ella.
El campo frente a la colina del castillo de su infancia. La colina que siempre había sido su refugio, su lugar secreto. Pero... ¿cómo? ¿Era un sueño? No podía ser...
Su respiración se entrecortó mientras un sonido le llegaba, interrumpiendo sus pensamientos. Risas. Voces. Una en particular, alta y cargada de arrogancia juvenil.
"¡Javiera!"
Se giró instintivamente hacia el sonido y lo vio. Lino, el mocoso ruidoso, con su cabello despeinado y su mirada brillante, corriendo hacia ella como un torbellino, los pies cubiertos de barro, arrastrando una rama enorme a modo de "espada".
Javiera (pensando): Oh no... ahí viene otra vez...
Lino, con apenas trece años en ese entonces, ya era más alto y fuerte que la mayoría de los niños de su edad, y no había pasado un solo día desde que llegaron al castillo en que no intentara impresionar o, en su mente infantil, conquistarla.
Lino: "¡Javiera, mira lo que he cazado! ¡Y te enseñaré cómo luchar como un guerrero!"
Ella recordaba perfectamente ese día. Cómo había llegado al campo a buscar tranquilidad, solo para que él irrumpiera, ruidoso y lleno de energía, creyendo que la manera de cortejarla era con batallas imaginarias y mostrando su fuerza... cuando todo lo que ella quería era que se quedara callado y dejara de asustar a los animales.
Él no lo entendía, claro. No entendía que su entusiasmo, que su deseo de parecer fuerte, la intimidaba y la hacía sentir incomprendida. Para él, ser fuerte y ruidoso era la única forma de demostrar valor. Y, por supuesto, esa primera impresión no mejoró cuando la "espada" que blandía acabó casi aplastando las flores que ella tanto cuidaba.
Javiera (pensando): Por Dios, era tan ruidoso...
Lino: "¡Javiera, pelea conmigo!" —gritaba, agitando su "espada", sin notar el nerviosismo en su rostro, el ligero paso hacia atrás que ella daba.
Javiera (pensando, a sus 12 años): ¿Por qué tiene que ser tan... bruto?
Se quedó paralizada, observando cómo Lino se abalanzaba sobre ella, con la mejor de las intenciones, sin darse cuenta de que lo único que lograba era asustarla. Su idea de cortejo era mostrar fuerza, mientras que Javiera solo deseaba paz, calma... y comprensión.
Javiera (pensando): Este es el chico con el que supuestamente voy a casarme algún día...
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Compromiso por Elección
FanficEn un reino donde el poder y la guerra moldean el destino de sus habitantes, la joven reina se encuentra atrapada entre la lealtad a su pueblo y la traición que amenaza con desmoronar su hogar. Tras la caída de su reino, la oferta de salvación lleg...