13.Rompehogares, maldito rompehogares

19 2 0
                                    

Si, si, si, mucho beso, mucho amor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Si, si, si, mucho beso, mucho amor. Ahora es momento de volver a la realidad, la realidad donde me deje besar...

¡No seas cobarde, Alexis! Yo también lo besé. Hay que admitir la complicidad.

Las ganas de llorar me consumieron. Mientras sentía los ojos arderme ante la imposibilidad de derramar alguna lagrima alejé a Jasper con un poquito más de fuerza de la necesaria.

—¿Alex?

—No, no, no. Esto está mal.

—Espera, Alex, hablemos.

—No.

Antes de que pudiera decir algo más me levanté del suelo y eché a correr lejos de Jasper. Debía ir a la casa de los Cullen por mis cosas, disculparme con Alice y nunca más volver. Lo mínimo que podía hacer era desaparecer de sus vidas, dejar de ser un problema.

Mientras esquivaba los troncos y ramas ideaba a dónde podría mudarme. Tal vez Argentina, tenía décadas sin pisar aquel país y estaba bastante lejos de Forks. Si, pudiese vivir en algún pueblito solitario, en alguna cabaña alejada del ajetreo citadino.

Estaba tan concentrado planeando mi nueva vida que apenas fui consciente de los agiles pasos con los que estaba por encontrarme. Frené en seco al ver a Alice corriendo hacia mí. No lucia molesta, triste o decepcionada, al contrario, rebosaba de alegría y alivio. Se abalanzó contra mí, enrollando sus brazos alrededor de mi cuello y sus piernas en mi cintura.

—¿A dónde diablos pensabas ir? Ni me lo digas, en realidad ya lo sé.

Concluyó su abrazo bajándose, mas, no me soltó; inspeccionó mi cuello, mis hombros y mi rostro, cerciorándose de que seguía en una sola pieza y no me iba a desmoronar (literalmente). Aunque yo por dentro sentía que me partía a pedazos.

—Alice...—susurré con la voz temblorosa. —Lo lamento tanto, en serio, lo siento. Tú has sido tan buena conmigo y yo... Dios, estoy tan avergonzado, me siento terrible. Yo... te prometo que nunca más volverás a saber de mí, no voy a interferir...

—Ey, ey, ey, Alex. —sus dedos, delgados y pálidos, se deslizaron sobre mis labios, mandándome a callar.

Obedecí, sintiéndome abrumado por la belleza que Alice desprendía. Era preciosa, de eso no había ni la más mínima duda, Alice era la criatura más perfecta jamás creada, me era imposible pensar en la existencia de alguien que no fuera a caer rendido ante sus pies.

Sin prestar mucha atención a mis propios gestos solté una risita, pensando en lo tonto que era Jasper por besarme, ¿yo valía lo suficiente para arriesgarse a perder su relación con Alice? No, ni un poco.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó, sonriendo también, esperando el chiste.

—Que mi atractivo es incomparable al tuyo, no poseo ni la cuarta parte de tu belleza y aun así Jasper...

Lo que el amor esDonde viven las historias. Descúbrelo ahora