02: La confusión de Sim Jake

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—Puedes hacerlo, no seas cobarde.

Odiaba las agujas, había superado su miedo a ellas hace años y se habían convertido en viejas aliadas, sin embargo no apreciaba en lo absoluto recibir una inyección. 

Jake suspiró y con mucho cuidado dejó que la aguja se enterrara en la piel. Era un experto, una inclinación de cinco a quince grados, justo sobre la glándula de alfa. Empujó el émbolo intentando encontrar un punto medio entre lentitud tortuosa y rapidez irresponsable pero el líquido del somnipresor ardía con fiereza mientras invadía su cuello de todas formas, la piel en la zona de inmediato se enrojeció y un momentáneo pero agudo dolor de cabeza lo invadió (cortesía de su lobo resistiéndose). 

Era algo que hacía casi toda la semana y le ayudaba a lidiar un poco con las interacciones diarias, lo dormía por dentro. Con molestia Jake tomó un pequeño spray, no medía más de quince centímetros y lo roció por todo su cuerpo, era perfectamente consciente de que apestaba y esperaba que esta nueva marca de supresor en spray le ayudara a ocultar el aroma de su alfa rebelde. Olía a eucalipto y menta, fuerte, como medicina, Jake odiaba ese aroma profundamente pero entendía que era preferible oler a farmacéuticos y no a "odio". 

Dejó caer su dosis de supresores inyectables en la parte trasera de la mochila junto al spray y tras asegurarse de que su ropa estaba perfectamente lisa, sin arrugas molestas salió de su apartamento y apresuradamente se dirigió a las escaleras. Vivía en un tercer piso, el último departamento al final del pasillo y sus vecinos de piso eran todos betas, el  edificio tenía siete plantas y había un elevador; sin embargo, Jake no lo utilizaba si le era posible. 

No estaba vetado de usarlo, pero cuando el dueño del edificio le dijo "Por favor usa a discreción el elevador durante horario familiar", el muchacho simplemente ya no tuvo deseos de subirse. Era demasiado joven y demasiado sensible para enfrentar más miradas de desagrado y siendo muy honesto no deseaba darles una excusa a otros inquilinos para ir a quejarse con el dueño. Casi nadie usaba las escaleras, estaban mal iluminadas y eran demasiado estrechas, era perfecto para Jake.

Con los auriculares puestos, Jake emprendió su viaje a la universidad. Quedaba a sólo una hora de distancia: Tomaba un bus, unas cuantas estaciones en tren subterráneo y caminaba por diez minutos antes de toparse con el enorme encercado de la escuela. El viento le golpeaba el rostro esa mañana, el otoño llegaba y el clima estaba templado. La noche anterior la lluvia golpeteando contra la ventana lo arrulló hasta dormir y un agradable olor a tierra húmeda aún prevalecía en el aire. 

Faltaban quince minutos para su primera clase cuando Jake llegó al salón S-36, los asientos de la ventana estaban ocupados, por lo que esta vez tomó un asiento cerca de la puerta. «Entre más cerca, más rápido podré huir», pensó. 

Su decisión parece alterar la disposición de los alumnos a sentarse al frente y Jake cae en cuenta que aunque el salón se llenaba rápidamente, los asientos a ambos lados de él están vacíos. Sentía un pequeño pinchazo en el pecho cada que alguien entraba, ponderando que asiento usar y pasaba de largo buscando un lugar al fondo o lo más lejano posible a él; Jake pretendía no prestar atención y repasaba los apuntes de la clase pasada, hacía pequeños  garabatos en las zonas sin cubrir de su cuaderno y entonces... algo cambió.

Su estuche cae, regando por el piso algunos bolígrafos y útiles que se encontraban dentro. Jake levantó la vista con fastidio, por su mente pasa la idea de quizá había sido a propósito, pero Park Sunghoon le devuelve la mirada con nerviosismo y mágicamente, la expresión de Jake se suaviza y con arrepentimiento abre la boca con intención de disculparse pero la voz no le sale.

—Disculpa. la boté con la mano sin querer —Dice Sunghoon, Jake se pregunta porqué sintió la necesidad de disculparse en primer lugar si era él quien había golpeado su estuche. 

¡Fuera de aquí, alfa! [Jakehoon]Where stories live. Discover now