Al día siguiente, los problemas en casa seguían,pero decidí despertarme temprano, aún con un leve dolor que había sentido los días anteriores, pero estaba decidido a no dejar que eso me detuviera. Me quedé unos minutos en la cama, mirando al techo, dándome tiempo para organizar mis pensamientos. Sentía que estaba perdiendo el tiempo de poder arreglar las cosas, estaba consumiendo cada parte de mí. Sabía que no podía seguir dejando que eso me afectará de la forma en que lo había hecho.
Pensé en la conversación que tuve con Melania, el anterior día,me habló de cómo había logrado enfrentar sus problemas con las adicciones. A pesar de que la charla fue larga, hubo algo que dijo que se quedó conmigo: "Las personas no cambian porque las obligues, cambian cuando deciden hacerlo por sí mismas. Lo único que podés hacer es cuidar de vos". Esa frase me golpeó fuerte. Hasta ese momento, había estado intentando arreglar todo, creyendo que si era más paciente o si decía las palabras correctas, las cosas cambiarían. Pero Melania tenía razón: no dependía solo de mí.
Después de un rato, me levanté y me dirigí a la cocina, donde mi mamá estaba preparando café. Había tensión en el aire, esa misma tensión que había sentido desde hacía semanas, pero esta vez no me afectó de la misma manera. Ya no iba a dejar que las discusiones y los problemas familiares empeorarán mi bienestar. Me senté en la mesa y respiré profundo. Sabía que el primer paso era intentar una conversación honesta, sin esperar que todo cambiara de la noche a la mañana.
— Mamá, tenemos que hablar —dije
—No puedo seguir así, con tantas peleas y discusiones. Todo esto me está afectando más de lo que pensás. Necesito que intentemos hablar, pero de verdad, sin que esto termine en otra pelea —le dije.
Su expresión cambió levemente, y por un segundo, pensé que tal vez ella también estaba cansada de todo. No respondió de inmediato, pero esa pequeña pausa me dio una chispa de esperanza. Era la primera vez en semanas que sentía que tal vez, solo tal vez, las cosas podrían mejorar.
A lo largo del día, las conversaciones con mi mamá y el resto de mi familia fluyeron con dificultad. Hubo momentos de incomodidad, silencios largos y algunas frases que se quedaron en el aire. Pero, poco a poco, sentí que algo empezabá a cambiar. No era una solución inmediata, pero sentía que al menos estábamos dando los primeros pasos para algo mejor. Pensé en lo que había leído en el infinito en un junco sobre cómo la palabra, incluso en tiempos difíciles, puede ser una herramienta poderosa para conectar. Quizás lo único que necesitábamos era empezar a hablar, y el resto vendría después.
Al final del día, cuando me fui a la cama, mi mente estaba más tranquila. No podía negar que todavía quedaba mucho por resolver, pero al menos ya no me sentía atrapado. Recordé algo más que Melania me había dicho en nuestra charla: "No importa cuánto te esfuerces por mantener la sonrisa, a veces es mejor dejar que las cosas caigan donde deben caer y encontrar tu propio equilibrio en medio del caos". Quizás, después de todo, ella tenía razón.
Miré el techo una vez más, pero esta vez sin sentir el peso abrumador que había sentido las noches anteriores. Sabía que no iba a cambiar todo de un día para otro, pero este era un primer paso. Un paso hacia algo. mejor.
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"Ecos del futuro"
RandomLa salud mental de uno es el pilar que mantiene su vida en rumbo.