EXTRA 2: UNA GRINGA EN VENEZUELA

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Desde que conozco a Alex y comenzamos a estudiar juntos, siempre me ha hablado maravillas de Venezuela, por eso, hicimos la promesa de que cuando nos graduáramos de medicina, viajaríamos toda la familia para celebrar nuestro muy merecido título.

En las últimas semanas Alex ha estado muy emocionado...demasiado diría yo.

Ni siquiera Sara lo aguanta.

Bueno, aunque eso ya es algo normal entre ellos. Y yo lo sé, algún día, cuando ambos dejen de ser tan orgullosos van a terminar casaditos.

Otro que le ha tenido bastante paciencia a Alex es Brant, el segundo le ha colaborado al otro en ayudarle para que todo salga excelentemente planificado.

Bueno, no tan excelente...Fire 96 no podrá venir, puesto que están de gira.

Y Thiago y Travis son otros que se suman al combo, tampoco pueden ir debido a su ajetreada agenda.

Mis padres por suerte si estarán, en este caso, Brant está un poco más impaciente, el chico quiere que todo salga bien ya que mis padres nos acompañan. Mis padres valoran su esfuerzo, y le han repetido un millón de veces que no debe esforzarse tanto, y que no debe impresionarlos, porque Brant ya se ha ganado su corazón desde hace mucho.

Es que... ¿Quién no lo haría?

Mi chico es el mejor de todos.

En realidad, no existe una palabra para describir lo fantástico que mi chico torpe.

Y hablando de mi chico torpe, miro de reojo a Brant, a ese pelinegro que se ha quedado dormido durante gran parte del viaje.

Acaricié su pelo, con una sonrisa en mis labios mientras lo observaba dormir.

Era tan tierno.

No en todo...

No comiences.

Es que, hermana, tu y yo sabemos que...

Ignoro a mi conciencia y escucho una voz, la del piloto, nos informa que hemos llegado a nuestro destino y estamos a punto de aterrizar.

Eché un vistazo por la ventanilla.

«Queridos pasajeros, hemos llegado al aeropuerto de Maiquetía. Por favor, permanezcan en sus asientos durante el aterrizaje»

—Brant—doy unos toquecitos en su hombro con mis dedos—, despierta, hemos llegado.

—Cinco minutos más...—dice, todo soñoliento. Uno de sus brazos me cubre en un abrazo.

Casi reí en ese momento.

Y cuando estoy a punto de intentar despertarle de nuevo...Alex, quien está sentado detrás de nosotros, le pega un grito casi que en la oreja a Brant, diciendo:

—¡MIRA, MAMAGUEVO, DESPIERTAAAA! ¡HEMOS LLEGADO A VENEZUELAAAA! —le sacudió el hombro.

Aquel grito no solo sorprendió y despertó a Brant, sino también al resto que se encontraban aún dormidos.

El pelinegro de mirada verdosa miró con rabia a su mejor amigo. Alex simplemente se reía.

—Ojalá te caigas bajando las escalares por marico—le respondió Brant.

Aquello debía ser un insulto para Alex, pero, en realidad, el chico simplemente siguió riendo porque el acento de alemán de Brant al pronunciar una grosería o tratar de ser un poco venezolano como su primo, solo le causaba gracia al castaño.

No pude evitar reír yo también.

Brant me miró con cara de pocos amigos y después de revolver su cabello con una de mis manos para molestarlo, el chico se limitó a rodar los ojos y reírse.

TU RESPLANDOR (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora