Sanemi Shinazugawa avanzaba a través del espeso bosque, el sonido de la lluvia repicaba contra su haori y el suelo se volvía cada vez más lodoso bajo sus pies. La misión era clara: rastrear y eliminar a un demonio que había estado aterrorizando las aldeas cercanas. Sin embargo, mientras caminaba bajo la tormenta, algo captó su atención. Bajo un arbusto, apenas visible entre las ramas y las sombras, una pequeña figura negra temblaba de frío. Sanemi se detuvo, sus sentidos agudizados por años de caza, pero lo que vio no era un demonio ni un enemigo.
Era un gatito, empapado y tembloroso, con ojos azules tan profundos como el cielo despejado que ahora parecía tan lejano. El felino lo miraba fijamente, acurrucado bajo los arbustos, buscando protección del aguacero que caía incesante.
El albino frunció el ceño. "¿Qué hace un animal tan pequeño aquí?" pensó, sus manos listas para cualquier cosa, pero el gatito no representaba ninguna amenaza, solo vulnerabilidad.
Sanemi observaba al pequeño gatito durante unos segundos más, incapaz de apartar la mirada de esos ojos azules que parecían implorar ayuda. Sin embargo, no tuvo tiempo para reflexionar demasiado, ya que un súbito escalofrío le recorrió la espalda. La presencia que había estado rastreando finalmente se revelaba.
Con un rugido desgarrador, el demonio emergió de entre los árboles, su piel pálida contrastaba con los oscuros matices del bosque. Sus garras se alargaban mientras la criatura lanzaba una mirada sedienta de sangre hacia el pilar, deseoso de devorar lo que tuviera delante.
Sin pensarlo dos veces, el peliblanco soltó un gruñido de irritación. Con movimientos rápidos y precisos, se despojó de su haori y lo lanzó suavemente sobre el pequeño gato, cubriéndolo por completo para protegerlo de la inminente batalla. El tejido empapado por la lluvia cayó sobre el animal, proporcionándole un refugio improvisado.
—No te muevas —murmuró Sanemi, aunque sabía que el gatito no entendería sus palabras.
Con una mano en la empuñadura de su katana, este se posicionó entre el demonio y el arbusto. El viento silbaba a través de los árboles mientras el cazador de demonios desenfundaba su espada Nichirin con un destello feroz.
—Vas a lamentar haber venido aquí —dijo, con su usual tono desafiante, mientras el demonio gruñía y se lanzaba hacia él con furia.
El enfrentamiento comenzó de inmediato. Sanemi esquivaba con agilidad los golpes salvajes del demonio, aprovechando cada oportunidad para atacar con precisión. La lluvia caía más fuerte, pero él no se inmutaba, concentrado en acabar con la amenaza lo más rápido posible para poder regresar al pequeño gato, que seguía escondido bajo su haori.
El demonio lanzó un golpe devastador, pero el cazador lo interceptó, su espada resonando en la oscuridad como un trueno. Con una sonrisa temeraria, se preparó para dar el golpe final.
El otro, al principio ciego por su furia, de pronto notó algo que cambió su estrategia. Su mirada se dirigió al pequeño bulto negro bajo el haori de Sanemi, como si percibiera la vulnerabilidad del gatito. Una sonrisa macabra se dibujó en su rostro deformado por el hambre.
—¿Protegiendo a esa insignificancia, cazador? —se burló con una voz rasposa, antes de lanzarse en dirección al arbusto con una velocidad aterradora.
Sanemi se movió con rapidez, su espada centelleando en la oscuridad mientras bloqueaba los ataques del demonio, pero este era más ágil de lo que esperaba. De un salto, el monstruo evitó su defensa y se abalanzó sobre el pequeño gato. El chico maldijo por lo bajo, arrojándose hacia adelante para detenerlo, pero llegó un segundo tarde.
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Bajo la lluvia, entre sombras y espinas
FanfictionEn medio de una tormenta, Sanemi Shinazugawa, siempre malhumorado y feroz cazador de demonios, se encuentra con un pequeño gatito negro herido. A pesar de su naturaleza dura, Sanemi protege al felino durante una batalla contra un demonio y lo lleva...