Capítulo 2

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-Shen, siéntate. Estás más pálido de lo normal. ¿Quieres que vaya por un poco de agua? –La cara de la princesa había cambiado y se notaba triste y preocupada. Iba a llamar a los reyes, cuando Shen la detiene. –

-Tranquila, no hace falta, estoy bien. –La mirada de Shen parecía perdida y oscura, y su sonrisa era totalmente fingida. La princesa seguía preocupada, pero solo se limitó a hacer una señal a un guardia para que buscaran a los reyes y de ser posible un médico.

Al instante, se escuchan pasos cerca de Shen, quién no reaccionó a nada y no notó que su padre lo estaba llamando. Cuando Shen reaccionó estaba en su cuarto acostado y mirando hacia el techo.
- ¿Q.… qué me pasó?

Al instante entran al cuarto el padre de Shen y el médico, quién pregunta primero.

- ¿Cómo te encuentras, joven amo?

-Yo… agh. –Un pequeño gesto hace que el padre y el médico reaccionen rápido y lo recuesten nuevamente en la cama. –

-No debería esforzarse mucho, joven maestro. Sufrió una pequeña decaída cerebral y ahora tiene una laguna en su cabeza. Trate de descansar. Si necesita algo, suene la campanita en la mesa de noche y enseguida será atendido.

Shen asiente con la cabeza y le pregunta al padre:

-Padre, ¿y la princesa Mei? No pude despedirme adecuadamente de ella y me siento avergonzado por lo sucedido.

-Tranquilo, hijo, descansa. La princesa Mei se fue con una muy buena impresión de ti y entendió que te sentías mal. Cómo recuerdo se llevó consigo dos de nuestros postres para el camino y salió con una gran sonrisa. Obedece al doctor y descansa. Hablamos cuando te hayas recuperado en la mañana. –El padre de Shen acaricia la cara del joven príncipe y le sonríe. –

-De acuerdo padre y… gracias. –Shen cierra los ojos y deja escapar todo lo que lo bloqueaba hasta ese entonces y se queda profundamente dormido. El padre y el doctor salen de los aposentos de Shen y cierran la puerta tras de sí dejando a Shen al cuidado de dos soldados en la entrada, evitando así que alguien intentara lastimar al joven. –

Por otro lado, la joven princesa Mei estaba que no cabía dentro de sí, sabiendo que su casamiento con el joven Shen estaba próximo. Cada bocado de aquel dulce la hacía recordar el pequeño pero emocionante momento que pasó junto al príncipe.

-Padre, gracias por tan hermoso regalo de cumpleaños. ¡No puedo esperar a que llegue nuestra boda!
El padre de Mei solo la acariciaba y sonreía, pues su felicidad residía en la felicidad de su hija.

Ambos iban contentos sin sospechar que debajo del carruaje había alguien acechando en silencio esperando poder hacer su gran aparición y terminar con toda esa felicidad de una buena vez y por todas.





Continuará.....

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