💤Dulce confusión💤

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Cosmo cocinaba unos ricos panquecitos junto a Sprout. Estaban cada vez más cerca mientras preparaban la mezcla, encargo de Glisten, quien, aunque insistente, siempre había sido amable con ellos.

-Glisten dice que nuestros panquesitos son los mejores -comentó Cosmo, vertiendo la suave masa en los moldes.

Sprout, con su forma de fresa y hojas verdes, observaba cada movimiento de Cosmo, intentando que su corazón acelerado no lo delatara. Había algo en la manera en que Cosmo trabajaba, en su dedicación y su risa ligera, que lo hacía sentir nervioso pero feliz a la vez.

-Sí, pero es porque siempre cocinamos juntos -respondió Sprout, manteniendo la compostura, aunque una pizca de inseguridad flotaba en su voz.

Las risas y el sonido del batidor llenaban la cocina, pero había una tensión silenciosa que se deslizaba entre los dos. Mientras sus ojos se cruzaban de vez en cuando, Cosmo no podía evitar sonreír, disfrutando de esos pequeños momentos compartidos. Por otro lado, Sprout se debatía con un secreto que guardaba profundamente.

-Me gusta pasar tiempo contigo así -dijo Cosmo, sus ojos brillantes fijos en los de Sprout.

La piel roja de Sprout se volvió más cálida, casi sintiéndose atrapado por esa mirada. Quería hablar, confesar lo que sentía, pero el miedo lo mantenía en silencio. Estaba seguro de que, si decía algo, arruinaría lo que tenían, y perder a Cosmo era un riesgo que no podía correr. Sin embargo, lo que Sprout no sabía es que Cosmo compartía ese mismo temor. Ambos se mantenían en esa incertidumbre, atados por un hilo invisible que tensaba más y más sus corazones.

De repente, fueron interrumpidos cuando Astro entró tímidamente a la cocina. Se detuvo en seco, sorprendido al ver lo cercanos que estaban Sprout y Cosmo. Con algo de vergüenza, caminó hacia una de las mesas, cubriéndose parcialmente el rostro con su manta, claramente incómodo.

-Hola, Astro, no sabía que vendrías -le dijo Cosmo con una sonrisa amigable-. ¿Cómo te va?

Astro, aún tímido, lo observaba con admiración y deseo mientras Cosmo se acercaba. Sprout, ocupado en lo suyo, no había notado nada, su habitual sonrisa seguía presente. Astro intentó decir algo, pero las palabras se le atascaban en la garganta, y por accidente, tiró unas servilletas al suelo.

Cosmo, sorprendido por lo nervioso que estaba Astro, sonrió con dulzura y se inclinó para recoger las servilletas, tratando de tranquilizarlo. Astro, muy avergonzado, se agachó al mismo tiempo para ayudar. Sus manos se tocaron brevemente, lo que provocó que Astro retirara la suya de inmediato, con sus mejillas encendidas de vergüenza.

Sprout, viendo la escena desde la distancia, comenzó a sospechar. Cosmo soltó una pequeña risa.

-Oh, Astro, te has puesto como un tomate... ¿Estás bien?

Astro, atrapado por su vergüenza, apenas podía responder, perdido en sus pensamientos. En su mente, no podía dejar de murmurar lo guapo que era Cosmo, imaginando lo perfecto que se veía en cada movimiento. Su corazón latía rápido, y pequeñas palabras escapaban de sus labios sin que él lo notara:

-Cosmo es tan... tan lindo... tan perfecto...- murmuraba para sí mismo, mientras sus ojos seguían al chico pastel con una mezcla de deseo y admiración.

- murmuraba para sí mismo, mientras sus ojos seguían al chico pastel con una mezcla de deseo y admiración

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